El mago invertido y el siete de espadas

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Tres semanas habían pasado

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Tres semanas habían pasado. Tres en donde la luz del sol llegaba y la oscuridad se desvanecía al alba y ninguno se percataba debajo de esa ola de sensaciones ni de gemidos. Puros gemidos bestiales sumados a esos rugidos que nacían de un pecho ronco que se consumían de fondo en una habitación.

En esos largos días, solamente en dos, Harry había salido por trabajo y todavía se había atrevido a llevarse a Louis a escondidas con él, todo con el propósito de no dejarlo en la mansión, ya que las Edevane continuaban viviendo ahí. Nadie tuvo noticias de ellos en ese tiempo, ¿y cómo los habrían tenido? Ni querían tener contacto con el mundo, porque para su descontrol hormonal y pasional lleno de amor, solamente los dos importaban. No más.

Era curioso para Louis. Jamás, en toda su vida sexual activa se había sentido de esa manera y ni pensar Harry, que en esos tres siglos tampoco, pero ahí estaban. Haciendo el amor en cada maldito rincón que encontraban y cogiendo como sí el tiempo lo tuvieran encima.

De por sí su primera vez fue la experiencia más brutal, caliente y animal en la que Louis había tenido la oportunidad de sumirse; ahora, conociendo los alcances de su maldita calentura que no cesaba en cada oportunidad que Harry tenía para darle de su sangre, se sentía insaciable. Inclusive cuando no lo hacía y Harry agradecía que así fuera.

Nunca imaginó cuán magnífico y jodidamente caliente sería hacerlo con un cazador. Con tal aguante y tal resistencia en la que dos, hasta tres veces le pedía repetirlo; otra cosa que volvía más candente la situación, era la creatividad de Louis. Bendita y maldita creatividad de la que no tenía ni de dónde la sacaba, pero, por Lilith, ¿cómo es que se había privado de ese mundo?
Si la primera noche en la que la pasaron juntos fue el punto de inflexión en su relación y en el paso a una mucho más pasional, además de carnal. Ya lo que pasó el resto de semanas, jamás se le comparó a esa noche, pero lo traía vuelto loco.

No era secreto para el resto del clan cuántas veces ellos lo hicieran y esto volvía loca a Ruxandra, porque eso de pasarse religiosamente en la habitación cada día, solo para amarrar a Louis en la base de la cama y cogerlo con brutalidad mientras él le rogaba le tirará del cabello e inclusive le marcara el culo con su palma; no dejaba para nada a la imaginación los terribles gemidos y rugidos que esos hombres calientes soltaban e inundaban la mansión. Las miles de veces que por las mañanas volvía a despertar Louis y Harry ya lo esperaba ansioso tras no haber podido volver a dormir desde esa noche; siempre terminaban de un solo modo. Con Louis montándolo sin cesar hasta que lo llenaba completamente de su semen mientras este solo gemía su nombre, todo con el ruido de sus pieles chocando de fondo.

Amaba que lo montara, y Louis, carajo, jugar con él en todos los sentidos.

Cuando le dijo a Harry que era coqueto, este no se imaginó qué tanto podría serlo. Porque no había cosa que más le encantará a Louis, que calentar a un hombre para que hiciera con él lo que quisiera, y Harry era su mayor deseo desde que conoció lo que era arrastrarse de rodillas para que lo follarán. Rogar para que se lo cogieran. Lo consumía y lo destruía. Lo necesitaba con urgencia a cada hora del día.

Sangre Real |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora