Abbadon

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El agua fría le quemaba la piel, pero estaba bien

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El agua fría le quemaba la piel, pero estaba bien. Soportaría un poco si era lo único que poseía. Quería calor, más no creía que ponerla tibia serviría. No era el tipo de calidez que buscaba. Sino el de los únicos brazos que lograban confortarlo cuando lo necesitaba. Ahora no había nada.

Por eso era que se arrancó la ropa desesperado esa mañana y lo primero que hizo fue meterse en la tina mientras el agua se llenaba. Ya no recordaba cuánto tiempo llevaba ahí, lo que sí, es que por más que se abrazara a sí mismo, no encontraba una diferencia entre las gotas del agua que le escurría o sus lágrimas.

El pecho le dolía, la cabeza le daba vueltas e inexplicablemente esa furia contenida que sentía dentro del pecho, en parte suya, se inclinaba a pensar era por parte de Harry. Probablemente él también sentía lo mismo, quién sabe. Quizás era lo único por lo que aún no perdía la cordura por deducirlo. A lo mejor era ciego, ingenuo, lo que fuese, pero quería confiar, deseaba hacerlo, aunque se decía no debía.

Su consciencia se lo decía, hasta su racionalidad ante ese tipo de cosas se lo advertía. Él seguía creyendo a ciegas por lo que en su corazón latía y se repetía entre llantos, que era un sentimiento compartido. Mutuo. El más real y bello que había tenido. Por eso era que no comprendía cómo era que, siendo de día, Harry no regresara por él.

Harry siempre lo buscaba, era quién iba detrás suyo. ¿Acaso era imposible con esas mujeres ahí? ¿Es que ellas son más bonitas que él? ¿A Harry le encantaban las rubias en lugar de los castaños? ¿Las cinturas con corset y lengua filosa? ¿Había algo mal con él como para que ellas fueran más importantes? Rogaba con que no fuese así, pero llevaba la noche entera pensando en sí era suficiente. Al menos con todas sus dulces palabras.

Aparte de la confianza que le tenía, a pesar de todo, recordar la ilusión que le dió al demostrarle que podría ser lo que deseara a su lado; fue un apoyo emocional muy fuerte para no decaer. Sí se imaginó sería diferente.

Soltando un suspiro, Louis se pegó más a su cuerpo al abrazarse las piernas y apoyó la mejilla en una rodilla. Tenía frío, pero dudaba que de algo sirviera salir y volver a meterse a la cama. Ya había tenido suficiente. En esos momentos lo único que lo estaba reconfortando era ver desde esa posición como Max yacía igual de decaido que él al estar acostado sobre la alfombra y solo lo observaba. Apenas sonrió.

―Creo que al final siempre somos tu y yo―le dijo débilmente. Max apenas se movió.

Ya había llegado al límite de hasta tener que hablar con su perro al estar solo. Completamente solo sin que nadie lo visitara, sin que nadie se preocupara. ¿Cuándo fue que regresó a eso?

Frustrado, Louis decidió salir de la tina al fin, ya que seguro no tardaría en volverse parte del agua también. Escurriendo el agua por todo su cuerpo firme, fue directo a tomar una de las batas que Harry había comprado en complemento para ambos y salió del baño con Max detrás suyo. Al llegar al closet para elegir qué ponerse, no pensó mucho en utilizar de su ropa más qué unos Jeans, porque al extrañarlo, a pesar de poseer más prendas, él solo deseaba sentirlo.

Sangre Real |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora