Sacrificios

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―Márquenlo

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―Márquenlo.

Sin pensarlo dos veces, uno de los guardias de Barthalome metió el fierro en la llama de la hoguera que montaron, y cuando se puso rojo vivo, marcó la espalda de Harry.

Harry gimió de dolor en el instante en el que su piel fue herida y con mayor intención le presionaron en él la herramienta de tortura. Sentía que no demoraba en agonizar. Llevaban horas haciendo con su cuerpo lo que quisieron. Habían pasado de ahogarlo con una tela en la cara; golpes, latigazos en la espalda, exposición al sol; y ahora, lo tenían amarrado como un animal para dejarle la marca de los cazadores en la espalda.

Las cadenas de plata quemaban su piel desde antes, así que era una tortura extra. Sus muñecas tendrían marcas eternas si sobrevivía. Sin contar que su regeneración no estaba funcionando como debía y llevaba horas con sangre brotando de tantos lados, que ya ni sabía cuál era menos grave.

Le hacían lo qué tantos años se dedicó y sin temblarle la mano, Barthalome se estaba cobrando cada uno de sus altibajos.

Su verdugo apartó el fierro una vez se enfrió y lo volvió a meter en la llama. Respiró de nuevo. Harry agradeció internamente un poco de paz. Bajó la cabeza un segundo y se tragó la sangre en su boca. Sin embargo, apenas lo hizo, Barthalome se agachó para levantar su mentón.

―¿Qué pasa, Styles? ¿Es demasiado para ti?

Harry no respondió, sino que lo miró directamente a sus ojos con el infierno en el suyo. Su respiración iba a velocidades inimaginables y no se sentía fuerte para mantenerse tranquilo.

―Me está gustando tener con qué entretenerme, ¿Sabes?―continuó y sin soltarlo, examinó su rostro al moverlo lentamente―. Al final, terminarás quedándote como mi perra porque no tendrás más nada fuera de Sombervale.

―Eres un desgraciado... HIJO DE PUTA―rugió Harry en un intento por cogerlo con la boca, pero Barthalome se levantó antes de siquiera lograrlo―. ¡TE COMERÉ LA PUTA CABEZA!

Barthalome se mofó de su desesperación con esa petulante sonrisa. Por más que Harry se estirara para intentar cogerlo y se aguantara el dolor que le causaba la plata por estirarse, no lo conseguía. Tuvo que reprimirse de la vergüenza que así mismo se daba.

―¿Qué fue de ese vampiro que con un chasquido podía hacer caer una casa? ¿Dónde quedó? ¿Y el que se volvía invisible para amenazarme?―preguntó Barthalome con una satisfacción tan grande, que Harry se habría vomitado de haber tenido algo en el estómago―. Tú propia condena fue enamorarte. Jamás se le da todo a la persona que amas.

―¿Y tú qué sabrás de amar? No tienes corazón―escupió saliva con sangre que se le acumuló en la boca―. Nunca entenderías ese sacrificio ni por todos tus hijos.

―Ni siquiera son míos, podés hacer lo que quieras con ellos, a mi que me da igual―respondió Barthalome al alejarse de él para coger una silla y la arrastró hasta quedar frente suyo. Se sentó con la mirada de Harry sobre su asqueroso cuerpo―. Es triste que un vampiro de tú calibre decidiera darlo todo por un hombre que no vivirá más.

Sangre Real |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora