La muerte

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Harry no recordaba una sola ocasión en el que los nervios le jugaran chueco. No era momento para estarlo y se preguntaba constantemente porqué ahora si nunca le sucedía. Las manos le sudaban, la garganta se le cerraba y le era imposible quedarse quieto en un solo lugar al estar caminando como un león enjaulado en el Gran Salón.

Era de noche. Desde hacía dos días que una tormenta había azotado Sombervale, haciendo imposible cualquier intención de que los Styles dieran su paseo habitual de las noches con los gatos del clan. Días enteros de lluvía, frío y un pesar enorme, que resultaba imposible que no le doliera el pecho a Harry. No lo comprendía, debía estar feliz, ¿cierto? Digo, huirían, iba a pedirle matrimonio al hombre de su vida, rehacería su vida lejos de la familia, dejaría la Lamia...

Ahí estaba el problema.

Durante el tiempo que transcurrió desde la noche en la que Louis le contó todo lo que deseaba hacer a su lado, pese a escucharlo con claridad y anhelo, Harry no había dejado de pensar en el pequeño detalle que sería huír, porque eso era. Huír. No es que no lo deseará, claro que no. No había algo que quisiera tanto como el hecho de que podría dejar las manos manchadas de sangre para poder estar entrelazadas con las de su amado. La cuestión ahí, era que radicaba esa decisión en Desmond, no sólo en él.

Claro, era sencillo tomar nada y largarse lejos de Sombervale con su fortuna, escondiéndose un tiempo hasta que no los encontrarán. Así podría evitar el show que sería decirle que abandonaría el único trabajo que tenía, sin importar todo lo que hizo durante veinte años. Ese era el camino fácil, pero el más difícil. Sería en el que más rápido los asesinarían.

Posiblemente por eso estaba nervioso.

Cuando le dijo a Louis que dejaría todo por él, era cierto. Solamente que antes no debía dejar ningún pendiente que pudiera comprometer su huída dentro de una semana, de la cual, solo restaban cinco días. Realmente no eran cosas tan complicadas si lo veía. Respecto a sus responsabilidades en el clan y en los negocios de su padre, Zayn le dijo que lo apoyaría en esto, haciéndose responsable junto a Niall, su ahora asistente. Terminó relaciones con clientes, los mandó con su hermano. Se estaba moviendo rápido cómo solo un hombre que no duerme haría. Aunque, eso era una cosa, porque las otras dos -complicadas- no eran nada más y nada menos que conversar con las personas que más temor les temía. Desmond y Lilith.

Hablar de temor en relación con Desmond, no era por lo que pudiera hacerle a él, para nada. Sino lo que pudiera atreverse a cometer con Louis ahora que le dijera que dejaría la Lamía para convertirse en su marido; omitiendo el hecho que no le contaría se marcharía del clan al anochecer de la tercer semana de febrero a lo que sería su nuevo hogar en Castle Combe, el lugar que Louis escogió para los dos.

Siendo honesto, Harry no planeaba ser directo con lo que le pensaba contarle a su padre, mucho menos ahora que su relación estaba más muerta que su madre. No tendrían una relación más que de trabajo en lo que se marchaba, por lo que no veía correcto mencionar sus planes. Menos si no confiaba para nada en él. Simplemente, quería deslindarse de esa vida que le traería problemas a la larga de continuar ahí si es que pensaba formar una familia con quien sería su esposo. Jamás se arriesgaría en poner en peligro a Louis más de lo que ya lo estuvo, menos ahora que también estaba el detalle de que tendría que liberarlo.

He ahí el dilema.

Si de por sí le ponía de nervios cómo reaccionaría su padre con su abandono en la Lamía, ya que una vez dentro, es imposible salir de ahí; al final, todo giraba en Lilith.

Lilith era bien conocida por los tres clanes como un ser igualitario. En ella no había ni bien ni mal sino acciones que tenían consecuencias. Era la verdad misma, la reina de las tempestades, la razón de esa tormenta que parecía oleaje en las costas. El mismo infierno de ser posible. La sombra de cada uno y el motivo por el que no pudo iniciar antes esta conversación con su padre de no hablar antes con ella.

Sangre Real |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora