A Un Paso De La Luna - Juan Pablo Villamil {morat} (Sin Editar)

Capitulo 38

Mi corazón dio un vuelco en mi pecho al escuchar el nombre de Abril en sus labios, ya no sabía que esperar de ella, ya estaba cansado de aguantarme los comentarios de odio hacia ella y no poder hacer nada para defenderla. Pero luego, reuní todas mis fuerzas y asentí, preparándome para lo que sea que Gabriela tuviera que decirme.

— He pasado varios días pensando sobre nuestro futuro y como te he forzado a estar conmigo, así que he decidido que lo mejor es que tu decidas con quien estar.

La revelación de Gabriela me dejó sin aliento. No podía creer lo que estaba escuchando, y por un momento, me quedé paralizado, incapaz de articular una sola palabra.

— ¿Estás hablando en serio? — pregunté, mi voz temblorosa mientras luchaba por procesar lo que acababa de decir.

Ella asintió con seriedad, sus ojos encontrando los míos con determinación. 

— Sí, Villa. Con todo lo que ha estado pasando, yo creo que lo mejor es que cada uno siga adelante con su vida — respondió, su tono tranquilo pero lleno de una firmeza que me heló la sangre.

Me sentí como si me hubieran golpeado en el estómago. — ¿Cada uno... con su vida? — repetí, incapaz de ocultar el temblor en mi voz mientras las palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez.

Gabriela asintió, y entonces dijo las palabras que temía escuchar. 

— Sí, tú puedes rehacer tu vida con cualquier otra persona... menos Abril — dijo su voz apenas un susurro mientras me miraba fijamente, esperando mi reacción.

Un nudo se formó en mi garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. 

—¿Menos Abril? — repetí, sintiendo una mezcla de incredulidad y enojo burbujear dentro de mí. — ¿Crees que esto es justo? 

Gabriela se encogió de hombros, como si fuera la cosa más natural del mundo. 

— No me importa, Villamil — respondió con frialdad, sus ojos ardiendo con una determinación que me hizo retroceder. — Si te hace feliz ya no estar conmigo, entonces ya no estaré contigo. Pero no esperes que me quede de brazos cruzados mientras tú y Abril vuelven a estar juntos

Mis manos temblaban de rabia mientras luchaba por contenerme, pero cada palabra de Gabriela parecía ser un golpe directo a mi orgullo y mi corazón.

— ¡No puedes hacer esto, Gabi! — exclamé, mi voz resonando con furia contenida mientras me ponía de pie, enfrentándola con determinación. — ¿Cómo puedes ser tan despiadada? — pregunté, mi voz temblando con la furia contenida mientras la miraba con desprecio.

Gabriela se encogió de hombros con indiferencia, como si no le importara en lo más mínimo mi opinión sobre ella. —¿Despiadada? No, Villamil. Te estoy haciendo un bien — respondió, sus palabras cortantes mientras me miraba fijamente — Además, Abril...

— ¡No se trata de Abril, Gabriela! ¡Se trata de ti y de tu egoísmo, de tu incapacidad para aceptar que ya no somos lo que solíamos ser! supéralo de una vez — interrumpo alzando la voz

Gabriela se puso de pie también, su mirada desafiante mientras se enfrentaba a mí.

 — ¿Y qué? — me espetó

— ¿Y qué? ¡No puedes hacer esto, Gabriela! no puedes seguir haciéndome la vida más miserable— exclamé, mi voz resonando con furia contenida mientras me ponía de pie, enfrentándola con determinación.

— Luego me lo agradecerás. No tienes futuro con ella, es mejor que te vayas alejando de ella ahora que puedes... 

— Espera — Una ira ardiente comenzó a crecer dentro de mí, amenazando con desbordarse en cualquier momento. — ¿Qué pasa si Abril decide regresar conmigo? — pregunté, con mi voz elevándose 

Gabriela me miró con desdén, sus labios curvándose en una sonrisa maliciosa. — Entonces tendrás que lidiar con las consecuencias, Villamil — dijo mientras me miraba con ojos llenos de desafío. — Porque si eso sucede, yo venderé todos sus secretos a la prensa, y tú... tú serás el responsable de destruirla... 

— No serias capaz de hacerlo — respondí con la decepción en mi mirada 

Gabriela me miró con desdén, una sonrisa burlona curvando sus labios.

— Oh, ¿ahora te importa lo que le pase a April? Qué conmovedor — respondió con sarcasmo — Pero sé realista, Villamil. Todos sabemos cómo terminará esto. Tarde o temprano, Abril morirá

Gabriela se quedó en silencio por un momento, su expresión endurecida por la furia y la amargura, pensando seriamente lo que había acabado de decir. — Entonces adelante, Villamil — dijo finalmente, su voz goteando con veneno. — Haz lo que quieras, pero ya queda en tu conciencia que todo lo malo que le vaya a suceder será solo tu culpa, déjala que está enferma ¿Acaso quieres que se muera más rápido? 

Gabriela me miró con desprecio, sus labios curvándose en una sonrisa burlona

— Al final del día, Abril está condenada a morir, ¿no es así? ¿Qué diferencia hace si soy yo quien acelera el proceso?

— ¡Ya cállate! ¿Como puedes ser capaz de decir eso? — indignado respondo

— ¿Y si yo fuera la que me estuviera muriendo? De seguro eso te alegraría

— ¡ESTAS LOCA! No quiero volver a verte nunca más. Voy a pasar la noche en un hotel, y mañana enviaré a alguien a recoger mis cosas. No soy ni siquiera capaz de mirarte — enojado me alejo de ella, me dirijo hacia afuera y cierro la puerta con mucha fuerza pero logró escuchar una últimas palabras antes de alejarme del todo.

"¡Esta bien, vete! Pero no olvides lo que te dije, de ti depende que no se muera rápido!"

Con un gruñido de frustración, me di la vuelta y salí de la casa, dejando atrás a Gabriela y todo lo que alguna vez había significado para mí. A medida que caminaba por la calle, sentí como si un peso enorme se hubiera levantado de mis hombros, pero también sabía que recuperar el amor de Abril no será fácil, al menos debo intentar ser su amigo porque temo por lo que pueda hacer Gabriela para lastimarla, ya suficiente tiene con su cáncer y no quiero darle más problemas.