Capitulo 54

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En el instante en que Gabriela escuchó la palabra "antojos", noté cómo su expresión cambió. La sonrisa que inicialmente tenía se desvaneció por completo, y su mirada me recorrió de arriba abajo, deteniéndose en mi vientre. Aunque no era extremadamente notorio, había un pequeño cambio que me hacía sentir más expuesta de lo que quería en ese momento. Automáticamente, mi cuerpo reaccionó, y llevé mis manos hacia mi estómago, como si pudiera ocultar lo evidente.

Gabriela me miró fijamente, y el aire se volvió pesado, cargado de tensión.

—Hola, Abril —dijo, su voz tratando de sonar tranquila, pero era evidente que estaba afectada por lo que acababa de oír. —Ha pasado tanto tiempo...

No le respondí. Mi mente estaba en blanco, incapaz de procesar sus palabras mientras mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Todo en mí estaba a la defensiva. No sabía qué hacer, qué decir, ni cómo enfrentar esa situación. ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué había vuelto justo ahora? Mis manos se aferraron a la puerta, evitando cualquier movimiento brusco, como si abrir más el espacio pudiera traer consigo más problemas.

El silencio entre nosotras se volvió insoportable. Gabriela, al percibir mi frialdad, dio un paso hacia atrás y carraspeó, tratando de suavizar la incomodidad palpable.

—¿Está Susana? —preguntó, desviando la mirada, tratando de ocultar la tensión en su voz.

Mi respiración se aceleró por un segundo, sintiendo cómo todo a mi alrededor se comprimía. Traté de mantenerme calmada, pero cada palabra que intentaba formar en mi cabeza se quedaba atrapada. No quería abrir la puerta más. No quería que Gabriela entrara. Sabía que con cada segundo que pasaba, las preguntas en su mente comenzaban a formarse, y el simple hecho de su presencia aquí era un detonante.

—Sí, está —respondí finalmente, con la voz más fría de lo que pretendía, incapaz de suavizar la incomodidad que colgaba en el aire.

Hice un gesto con la cabeza hacia el interior, invitándola a pasar, aunque en el fondo no quería que lo hiciera. Gabriela cruzó el umbral con pasos lentos, y me aparté ligeramente para no rozarla. Sentí un nudo en el estómago, y no era solo por el bebé. Era la sensación de estar acorralada, de estar a punto de enfrentar algo que nunca había querido confrontar.

Mientras ella avanzaba hacia la sala, me quedé inmóvil por un momento, observándola con cautela. Cada movimiento de Gabriela parecía más medido, y aunque intentaba disimularlo, sabía que lo que había escuchado la estaba afectando profundamente. Sus ojos escanearon la sala, buscando a Susana, pero también noté cómo de reojo seguía prestando atención a lo que decía el grupo.

—¿Ya llegó la pizza? —preguntó Nath desde la sala, sin percatarse de la atmósfera que ahora se había cargado aún más.

—¡Abril! —gritó Martín, desde algún lugar del sofá. —Si es la pizza, ¡pide doble queso esta vez!

—Eh, no es la pizza —respondí, con un tono neutral mientras cerraba la puerta con cuidado.

El grupo seguía hablando, despreocupado, sin notar que Gabriela había llegado. Ella se quedó parada en la entrada de la sala, observando cómo todos reían y conversaban sobre el sobre que aún no habíamos abierto.

—No puedo creer que aún no sepan si es niño o niña —dijo Isaza, juguetón, mirando de reojo el sobre en la mesa. —¡Vamos, ábranlo ya! — Se lograba escuchar al fondo

Los ojos de Gabriela se entrecerraron apenas, escuchando cada palabra. El ambiente se había vuelto tenso para mí, y sabía que cualquier cosa que dijéramos o hiciéramos a partir de ese momento podía desencadenar algo más grande.Gabriela giró la cabeza hacia mí lentamente, con una expresión que era una mezcla de sorpresa y... ¿dolor?

A Un Paso De La Luna - Juan Pablo Villamil {morat} (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora