Capitulo 51

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(Pongan la canción con velocidad de 0.75)

Narra Abril*

La maquillista daba los últimos toques mientras mis pensamientos vagaban entre la emoción y los nervios. Sentía el suave movimiento de la brocha en mi rostro, su delicado roce terminando el maquillaje con precisión. Miraba de reojo a mis amigas, quienes, ya listas, compartían risas y murmullos, radiantes en sus vestidos marrón claro. Cada una había elegido un estilo que reflejaba su personalidad, y no podía evitar sonreír al ver lo increíblemente hermosas que se veían. Este momento era tan nuestro como mío; cada una de ellas había sido una parte fundamental de esta historia.

Laura, quien estaba junto a la ventana, entró de repente con su energía contagiosa.

-¡Ya están llegando los invitados! -dijo emocionada.

-¿A quién viste? -preguntó Nath, curiosa, mientras se acercaba a ella.

-Alejandro y Mauricio Rengifo, Lasso, Cami y Yatra... ¡ah, y también Tini! -respondió Laura con una sonrisa pícara.

-¿Tini y Yatra juntos? -Kenia levantó una ceja, visiblemente intrigada-. ¿Se estarán hablando otra vez? ¡Este chisme no me lo pierdo!

-El chisme tendrá que esperar, querida -respondió Laura, riendo mientras le daba un suave empujón a Kenia-. Ahora tenemos cosas más importantes.

La risa llenó la habitación, y por un instante, sentí cómo los nervios que me habían acompañado toda la mañana empezaban a desvanecerse. Las risas, los chistes, esa energía entre nosotras era justo lo que necesitaba para recordar que, al final, este día no se trataba de perfección, sino de amor y compañía.

Pero la atmósfera cambió de golpe cuando Laura se acercó a mí con una sonrisa suave.

-Es hora de ponerte el vestido, Abril.

Mi estómago dio un vuelco al escuchar esas palabras. Todo lo que habíamos planeado, todo lo que había soñado durante meses, se concentraba en ese preciso momento. Sentí la mezcla de anticipación y algo de nerviosismo golpeando con fuerza. Las chicas fueron a buscar el vestido, y cuando lo sacaron, un silencio cayó sobre la habitación. El vestido era tal como lo había imaginado: sencillo, elegante, sin adornos extravagantes, pero cargado de significado. Cada pliegue, cada detalle, contaba una historia de lo que habíamos construido Villamil y yo.

Me ayudaron a ponérmelo con sumo cuidado. Sentí el suave roce de la tela contra mi piel, como si el vestido no solo me vistiera, sino que también me envolviera con toda la emoción y la magia del día. Nath ajustaba el broche en mi espalda, mientras Kenia aseguraba la caída perfecta de la falda. Cada detalle importaba, pero no era la estética lo que me hacía temblar de emoción, sino el hecho de que, en unos minutos, me vería al espejo y sería una versión de mí misma que había esperado años por conocer.

Cuando finalmente me paré frente al espejo, el aire en la habitación pareció detenerse. Me miré y, por un segundo, no me reconocí. No era solo el maquillaje o el vestido, era la sensación de ser una versión nueva de mí misma, una que estaba a punto de dar un paso gigante en su vida.

-Estás preciosa, Abril -dijo Laura, con los ojos brillando de emoción.

Kenia se llevó una mano al pecho, como si le costara contener las lágrimas.

-Dios mío, quiero llorar... -dijo, su voz quebrándose un poco.

Me reí, nerviosa y conmovida, tratando de aligerar el ambiente.

-¡No llores! -les dije, haciendo un gesto con las manos-. Si lloramos ahora, arruinaremos todo este maquillaje, y ya saben cuánto tiempo nos ha tomado.

A Un Paso De La Luna - Juan Pablo Villamil {morat} (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora