Capitulo 69

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"Si Dios también es mar, sé que estarás bien"


Tras unos minutos de silencio, aún abrazado al cuerpo de Abril, respiré hondo y me di cuenta de que debía ser fuerte. Sabía que ella querría que sus padres y su hermano pudieran despedirse. Así que tomé mi teléfono con manos temblorosas y llamé a sus padres. Ellos ya sabían que el día llegaría pronto y habían estado preparándose en lo posible, aunque nada en verdad podía amortiguar el golpe. Contestaron al primer timbre, y con la voz quebrada les di la noticia.

—Ella... se ha ido —logré decir, sintiendo un nudo en la garganta.

Al otro lado de la línea, escuché un suspiro profundo, como si hubieran estado conteniendo la respiración. No me dijeron mucho, solo que estarían allí pronto, junto con su hermano. No pasó mucho tiempo hasta que llegaron; L con el rostro endurecido, y su H abrazándolo mientras su hijo caminaba detrás de ellos, los ojos hinchados de haber llorado en el camino. Cuando entraron y vieron a Abril, el hermano se quebró y abrazó a su padre, incapaz de sostenerse por sí mismo.

El padre de Abril, con una calma que apenas podía mantener, se acercó y me abrazó, agradeciéndome por haber estado a su lado hasta el final. Sentí un peso inmenso, pero sabía que necesitaba cumplir con cada uno de los últimos deseos de Abril. Juntos, comenzamos a gestionar el tema de la funeraria mientras yo me ocupaba de hacer las llamadas que Abril hubiera querido.

Me quedé un momento mirando el teléfono, sin saber a quién llamar primero. Dudé entre llamar a Martín, su mejor amigo, para que le avisara a Laura, o llamar directamente a Laura para que ella pudiera decirle. Finalmente, decidí hablar con Martín, imaginando que sabría encontrar las palabras adecuadas para comunicarle la noticia a Laura. Marqué su número y esperé, intentando no dejar que mi voz se quebrara de inmediato.

—Villamil, ¿qué pasa?

—Martín... Abril... ella... —Las palabras se me atoraron en la garganta, incapaz de completar la frase.

Hubo un silencio que pareció eterno.

—¿No... no me estás diciendo en serio? —su voz se volvió un susurro, temblorosa, llena de miedo.

—Lo siento tanto, Martín... Abril nos dejó esta mañana.

Sentí como si el teléfono temblara entre mis manos mientras escuchaba su llanto contenido. Sabía que, para él, esto era como perder una parte de sí mismo. Finalmente, soltó un gemido, ahogado y devastador.

—No... no... Abril... —se repetía en susurros, como si en esa negación encontrara una pequeña esperanza —¿Qué... qué estás diciendo? Pero si... si ella estaba bien. Yo... no lo entiendo. —Su voz se quebraba.

Martín intentó hablar, pero solo pude escuchar un sollozo suave. Se despidió con un temblor en su voz, prometiendo que vendría con Laura enseguida. Sabía que la noticia le partiría el alma, y aún así no tenía tiempo para detenerme; debía llamar a los demás.

La siguiente llamada fue para Isaza. Sabía que él siempre fue fuerte, y esperaba que pudiera ser el soporte que Kenia necesitaría al recibir la noticia. Al escucharme, su voz se llenó de una calma preocupante.

—¿Cómo? ¿Qué... cómo pudo pasar esto? —preguntó, intentando mantener la compostura.

—Ella... ella nunca quiso que ustedes lo supieran. —Las palabras me dolían al salir, sabiendo que ni siquiera sus mejores amigos habían podido decirle adiós—. Abril decidió no contarles para no verlos sufrir. Pero quería que lo supieran, que estuvieran aquí.

Isaza respiró hondo, y en un intento de fortaleza me aseguró que estaría en mi casa pronto, junto con Kenia. Su voz, aunque firme, denotaba la tristeza que lo invadía, y sabía que necesitaría ser fuerte por los dos.

A Un Paso De La Luna - Juan Pablo Villamil {morat} (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora