ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]

☛ ᴘʀᴏʟᴏɢᴜᴇ ☚

— Necesito salir de aquí.

Zael se cubrió la boca con las manos en medio de lágrimas luego de esconderse detrás del sofá. Intentó hacerse lo más pequeño posible para no ser encontrado, incluso trató de controlar el llanto para no hacer ningún ruido que pudiera hundirlo.

Estaba tan asustado, tenía tanto miedo que la oscuridad en todo el lugar no le ayudaba a estar bien. Por tanto correr y correr, comenzó a sudar bastante, eso generó que sintiera ardor en los rasguños que tenía en el pecho y brazos, pero debía ignorar todo eso para buscar una salida en donde pudiera salir vivo.

Entre una de sus manos buscó el collar que YajaTzael le había dado, mas hace mucho que se lo había quitado porque no había querido saber nada de ese hombre. Tampoco tenía planeado rezar porque cuando lo hizo, fue que se ganó esos rasguños y lo peor de todo es que no veía bien debido a la oscuridad.

— ¡Tu pequeña alma será mía!

Gritó con miedo cuando el techo se encendió en fuego con una gran explosión que comenzó a botarlo. Se levantó y rápido corrió hacia algún lugar en donde pudiera esconderse, intentando en el proceso de cubrirse de la madera que caía, aunque no servía de nada porque igual se estaba golpeando.

— ¡Ven aquí!

— ¡No. YajaTzael, espera!

En medio de lágrimas le pidió a YajaTzael que lo dejara, pero no sirvieron sus súplicas cuando éste lo agarró del cabello y lo empujó hacia atrás para que cayera al piso, después de eso sintió cómo alguien lo agarraba de los pies para comenzar a arrastrarlo quien sabe a dónde.

— ¡Suéltame! ¡YajaTzael, soy yo!

Logró sujetarse de uno de los muebles, movió y movió los pies para soltarse. Logró hacerlo, entonces corrió hacia la puerta para salir de esa maldita casa que no supo en qué momento se le ocurrió entrar. Había querido recordar a su familia yendo a Daegu, al lugar en donde vivió con ella, pero fue una mala idea.

— ¡Por favor, déjame ir!

La sala agarró fuego, entonces buscó retroceder para irse a otro lado, sin embargo, llegó a chocar con YajaTzael, quien lo agarró del cuello y gruñendo lo estrelló contra la pared con una fuerza que le dolió el alma. Quiso soltarse, alejarlo, pero YajaTzael parecía no quería dejarlo ir.

— ¡YajaTzael, este no eres tú! ¡Por favor, suéltame!

Asustado cerró los ojos, puso las manos sobre las que tenía en el cuello e intentó así de quitarlas porque le estaban cortando el aire. Estaba buscando cómo hacer que YajaTzael entrara en razón, porque ese hombre de ahora era desconocido para él, no a quien amaba.

No entendía nada, ni siquiera cómo es que YajaTzael había llegado a esa casa si nunca le dijo en dónde quedaba. Él estaba revisando la biblioteca cuando una serie de sucesos comenzaron a presentarse conforme la noche caía, fue luego que vio que YajaTzael estaba en un rincón de la habitación, hablando en un idioma que no entendía y con los ojos completamente en negro, supo entonces que algo no andaba bien.