☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴇɪɢʜᴛᴇᴇɴ ☜

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— YajaTzaelly...

— Todavía no me dices a dónde me llevas, gatito escurridizo.

Zael sonrió, emocionado se dio la vuelta para tomar las manos de YajaTzael y saltar con la más inocente felicidad. Los dos dejaron de caminar y quedaron en medio de una calle no tan transitada, era un buen descanso luego de haber caminado ya varias cuadras solo porque él quería hacer más interesante la sorpresa que le tenía preparada a YajaTzael.

— Ya te dije que es una sorpresa, Hyungie.

— No me gustan las sorpresas.

— Uh...

Terminó borrando su sonrisa emocionada ante tal dato. Jamás habría hecho eso si hubiera sabido desde un principio que a YajaTzael no le gustaban las sorpresas, solo creyó que le iba a gustar sentir curiosidad por algo que había planeado desde hace días, pero ahora no sabía si era mejor llevárselo y cancelar la sorpresa.

— Bueno, entonces... no lo sé, podemos ir a tomar algo.

Un poco apenado se acarició la nuca y cruzó el pie con el otro como manía que tenía cada vez que se sentía de esa forma, todo apenado y avergonzado por hacer caminar tanto a YajaTzael en busca de darle esa sorpresita que le preparó con todo el amor del mundo. Lo bueno es que había una cafetería cerca, se lo podía llevar para que tomara algo y así subiera las energías que le hizo bajar con tanta caminata.

— Entonces... ¡Ah! Aquí cerca hay un lugar que hace un café increíble. Podemos ir a tomar algo, ¿no? — Sonrió — Pero, uh, si no quieres, no-no hay problema. Podemos tomar un taxi y regresarnos.

YajaTzael se maldijo mentalmente por haberla cagado con sus palabras, porque podía notar la decepción en sus ojitos incluso si estaba sonriendo. La verdad es que sí odiaba las sorpresas porque era tener curiosidad y eso a veces no le gustaba, pero tampoco podía lastimarlo cuando bien podía hacer una excepción.

— No me gustan las sorpresas, gatito..

El menor asintió, triste bajó la cabeza para fijarse en sus bonitos zapatos mientras se mordía el labio con pena. Él entonces le sujetó suavemente el mentón para que levantara la cabeza y lo dejara ver esos bonitos ojitos grises que poseía como el gatito más bonito de todos.

— Pero tú siempre serás una excepción para mí.

— ¿En serio?

— Sí, amor.

— ¡¿Eso quiere decir que sí te puedo dar la sorpresa?! ¡Anda, di que sí, ¿sí?!

Luego de que él diera su completa confirmación, Zael lo tomó nuevamente de las manos y entre sonrisas bonitas saltó con más emoción que antes. Le ganó tanto la felicidad que lo acabó abrazando con euforia, porque en serio quería darle esa sorpresa y ver su reacción cuando estuvieran ahí.

— Entonces debes tomarte este par de pastillas primero, Hyungie.

— ¿Para...?

— Es una sorpresa, ¡no preguntes, YajaTzaelly!

Jodidamente lleno de felicidad, sacó de su abrigo un sobre de pastillas pequeñitas y blanquitas, de ella sacó dos solamente. Después simuló machacar para hacerle entender a YajaTzael que ellas eran masticables. Éste quiso preguntar realmente por qué debía tragarse esas pastillas, pero como ya le había dicho que no podía preguntar nada, acabó metiéndoselas a la boca para machacarlas.

— También debes ponerte esto.

— Pero...

— No preguntes.

ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ  ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora