☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ ғᴏᴜʀ ☜

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— ¿Te confieso algo?

— Uh...

— Gatito, gatito, ¿te confieso algo? Responde, anda. Gatito.

Zael soltó una risita, completamente enamorado de YajaTzael se sujetó de sus hombros y se puso de puntillas para poder dejarle un bonito beso en la mejilla. Admiró la felicidad que irradiaba su demoníaco ser y no pudo sentirse más enamorado que en esos momentos, porque es que YajaTzael era la luz de sus ojos y lo amaba demasiado.

— ¿Qué pasó, Hyungie? Dime, dime.

— Quiero confesarte que jamás me voy a arrepentir de haber sido tu chófer ese día de tormenta y que ese día es mi favorito porque conocí al amor de mi vida — YajaTzael sinceró — También quiero que sepas que te amo mucho, que eres el gatito más bonito de todos y que necesito que siempre me ames, ¿bien? Eres mi gatito hermoso.

— ¡YajaTzaelly!

El menor se puso a reír, saltando de la felicidad lo abrazó por el cuello para dejarlo a su altura y así darle infinitos besos en los labios, besos que depositaba en medio de sonrisas y risitas que ambos compartían ahí, en el elevador. A pesar de que él llevaba las manos ocupadas, supo abrazarlo con la mente y sentir su cercanía como si fuera la droga más poderosa.

— Te amo tanto, mi YajaTzaelly. Eres el amor de mi vida, ¿sí? Nunca lo dudes, ¿sí?

— Y tú nunca dudes que yo te amo... que ambas partes te aman.

Zael soltó otra risita, completamente enamorado le hizo ojitos de gatito coqueto, le hizo pestañitas bonitas y generó tanta dulzura en él que si no fuera porque tenía las manos ocupadas, hace mucho que se lo habría llevado a un sitio en donde pudiera hacerle el amor hasta dejarle gatitos dentro, así fuera imposible por ser hombre.

— Y dígame, señor Lucifer, ¿cómo llamará a este cachorrito tan bonito?

Él sonrió en grande, tan grande que sus muelas afiladas se llegaron a notar hasta matar a Zael de la pura dulzura. Bajó la mirada para fijarse en los dos cachorros de Husky Siberiano que llevaba cargando en los brazos, el gris con blanco y uno negro. Este último había sido rescatado hace días y Zael había pensado en que podría llevarse ambos a casa y él, ni corto ni perezoso, aceptó con gusto.

Más tarde llegaría por envío todo lo que iba a necesitar para cuidar a sus dos nuevos amigos, desde las cosas para baño hasta los juguetes y casitas. Por el momento, Zael llevaba comida para ellos en unas bolsas, así podría alimentarlos mientras el resto llegaba. Él más bien estaba que no cabía de la felicidad, estaba que explotaba de la emoción de quedarse a los dos cachorros.

— ¿Entonces...?

— Lucifer.

— ¿Así lo vas a llamar, YajaTzaelly loquillo?

— Será Lucifer Junior y el otro Jesús — Sonrió — Serán el dúo dinámico de mi casa.

— ¡YajaTzaelly! Eres todo un caso, mi bebito bonito.

Zael le dejó un besito en el hombro porque la verdad es que a veces era cansado estar poniéndose de puntillas para poder alcanzarlo. Con él se sentía tan pequeño e insignificante, tan peor es nada, tan poca cosa y tan hormiga que en ocasiones olvidaba que estaba dentro de la estatura promedio del país, no como él que abusaba de ser alto.

— ¿Y...?

— Sí. Mi enano está en casa, gatito.

— Pero, YajaTzaelly, no me veas como si he dicho algo malo.

Los dos se quedaron frente a frente al estar a un lado de la puerta. Él miró a YajaTzael con sus típicos ojitos de gatito regañado y éste, como era una de sus grandes debilidades, le terminó sonriendo antes de dejarle un beso en la frente, uno en la nariz y por último uno en los labios, haciendo así que soltara esa sonrisita de gomita que compartía con YoonGi.

ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ  ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora