☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛʜɪʀᴛʏ ☜

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— ¿Qué pasa?

YoonGi llegó a fruncir el ceño con una leve sonrisa plasmada en su tierno rostro de porcelana. Estaba un poquito confundido respecto a las acciones de JiMin, ya que habían estado caminando tranquilamente para dirigirse a casa luego de una cita en el centro, pero entonces ese chico dejó de sonreír, dejó de tocar su mano y dejó de caminar sin decir absolutamente nada. Por esas razones es que estaba ahí, con la mirada perdida, como si estuviera tratando de detectar o escuchar algo y, para ser sinceros, eso lo estaba asustando un poco.

— ¿Príncipe de manitas tiernas? Angelito de cabello lacio, ¿todo bien, amorcito?

JiMin no respondió y no buscó hacerlo en lo absoluto, porque estaba intentando encontrar eso que activó sus sentidos, que lo puso en alerta al de repente, que lo hizo sentir algo extraño, como que algo malo se avecinaba y no le gustaba para nada. No estaba así por él, estaba así por YoonGi, porque si algo malo ocurría como tanto sentía; temía por su novio y por lo que pudiera pasarle.

— Gatito... creo que debemos irnos de aquí, pero hay que salir muy rápido de esta maldita calle — Comentó — Toma mi mano y por nada en el mundo la sueltes, YoonGi. No la sueltes.

— JiMin-Ah, ¿qué...? ¡JiMin!

Mierda.

Sabía que esa sensación en el pecho había sido por algo nada bueno y supo confirmarlo cuando, en medio de esa calle, un disparo se escuchó y una bala se incrustó en su hombro. Por mera inercia entonces llegó a retroceder y casi caer al piso, sin embargo, aunque YoonGi estaba muy asustado por lo que había ocurrido en cuestión de miserables segundos, logró sujetarlo muy bien de la mano como se lo había pedido y gracias a ese fuerte agarre es que no acabó en el piso.

— JiMin-Ah, JiMin-Ah, ¿e-estás bien...?

Él tensó la mandíbula, terminó empujando a YoonGi muy lejos de él para ser quien recibiera el otro disparo muy cerca del corazón. Luego de esa mala acción de parte de uno de los tipos encapuchados que estaban acercándose, había querido invocar a quienes serían sus súbditos una vez se sentara en ese trono, no obstante, enseguida se le fue lanzado encima algo que parecía ser agua bendecida y eso, como se sabía, lo doblegó hasta arrodillarlo en el piso.

— ¡JiMin-Ah!

— ¡No te acerques! ¡YoonGi!

Entre lágrimas de sangre y lágrimas humanas tuvo que ver cómo otros dos hombres agarraban a YoonGi por la espalda después de que quiso acercarse para ayudarlo, y entonces empezaban a golpearlo como si estuvieran buscando matarlo. Él quiso en serio hacer algo, porque le dolía su alma oscura ver cómo agarraban a YoonGi de la forma en que solo un maldito humano podía hacer con tal de hacer sufrir, pero en ese preciso instante un sujeto se le puso en frente con una sonrisa y un rosario de plata, mojado en agua bendita.

— Te mandan un recado, Park JiMin. Te alejas de Min YoonGi o Min YoonGi muere.

Su piel comenzó a quemarse cuando el rosario se acercó tan solo unos centímetros, se tragó con esfuerzo los desgarradores gritos que quería soltar ante el dolor que estaba sintiendo, no solo por ese símbolo religioso, también porque sentía el dolor que YoonGi estaba sufriendo ante cada maldito golpe que le estaban dando y podía sentir su dolor porque ese chico era su todo, era su vida, era su infierno y su cielo, porque eran uno, porque lo hizo uno, porque lo hizo suyo.

— Dile a quien te mandó que prefiero ser quemado en agua bendita antes de dejar a Min YoonGi — Gruñó — Y si siguen tocándolo con sus podridas manos, sufrirán la ira de quien es hijo de Lucifer.

El tipo frente a él llegó a sonreír de lado, como con burla por sus palabras y él solo pudo ver la forma en que esos salvajes ya tenían a YoonGi en el piso, moliéndolo a golpes como si no tuvieran sangre en las venas, como si no sintieran un poquito se empatía. Ni siquiera le sorprendía ver tanta crueldad cuando era el segundo en conocer cómo era ese mundo y la maldad tan grande que habitaba en él.

ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ  ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora