☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ɴɪɴᴇᴛᴇᴇɴ ☜

172 19 4
                                    

— Es que es tan lindo.

Zael era demasiado obvio ante los ojos ajenos, porque en su mirada, en su sonrisa y hasta en sus mejillas se podía notar lo enamorado que estaba del hombre que se encontraba jugando con entusiasmo con algunos canes. Veía a YajaTzael como si fuera la cosa más hermosa de ese mundo, como si fuera un monumento digno de admirar y así era para él, ante sus ojos YajaTzael era lo más hermoso que podía tener.

Estaba completamente enamorado de ese hombre, no había o no encontraba siquiera las palabras para describir lo que sentía cada vez que se acercaba a YajaTzael, cada vez que lo abrazaba y lo sentía. Sus ojos no podían ver otra cosa que no fuera YajaTzael, su mente no podía pensar en otra cosa que no fuera YajaTzael y su corazón latía solamente por ese hombre.

Con la cámara de su celular estaba filmando cómo correteaba con los perros, cómo le lanzaba los juguetes para que fueran a traerlo, en el cómo reía a carcajadas cada vez que más de uno se le lanzaba encima. Era algo que debía ser guardado para demostrar que hasta la persona más fría podía sentir calidez por ciertas cosas.

— Mi amado Lucifer, pareces un niñato bonito.

Con esa sonrisa plasmada comenzó a acercarse, evitando que alguno de los canes se le lanzara encima para no menear la cámara. En el transcurso se sacó la pomada del bolsillo de la chaqueta, pues ya era tiempo de volver a echarle un poco en la nariz a YajaTzael para que no sintiera picazón por la alergia.

Esa nariz estaba roja y en ocasiones YajaTzael estornudaba, pero ni eso hacía que se alejara de los perros, no ahora que podía jugar con ellos sin sufrir de una fuerte alergia. No se había cansado de jugar con cada uno de los que había en ese lugar, hasta los había alimentado para tenerlos fuertes y sanos.

— YajaTzaelly, es hora de tu pomada.

— Gatito, mira el juguete del pequeño Chimilín, ¡tiene forma de pan!

El mayor cargó a un pequeño cachorro de raza Chihuahua, color negro, ojos de palometas e igual de gruñón que él. Le besó la cabecita un sinfín de veces mientras le mostraba el juguete en forma de pan. Más tarde lo lanzó para que fuera por él y siguieran jugando como había estado haciendo junto a otros Chihuahuas.

— YajaTzaelly, hemos pasado todo el día aquí. Es hora de irnos a casa.

— Pero todavía me falta jugar con algunos, gatito.

Zael cortó y guardó el vídeo, apagó el celular antes de agacharse frente a él para echarle un poco de pomada en esa nariz rojiza. Después buscó abanicarlo con las manos porque estaba sudado tras tantas corridas y movimientos, buscó acomodarle también el cabello tipo greñas locas mientras moría de lo bonito que era.

— ¿Te vas conmigo si te digo que puedes llevarte uno a casa?

— ¿Un perro? ¿En serio? ¿En serio puedo llevármelo? Gatito, gatito, responde.

Soltó una risita por el tono ansioso de YajaTzael, es que el condenado se veía tan tierno con esos ojos brillantes de la ilusión que le entró de poder llevarse un cachorro a casa para que fuera suyo y de nadie más. Ese había sido su sueño desde que era un niño y pasó mucho tiempo creyendo que ese sueño nunca se cumpliría, hasta que llegó un gatito mimoso, sensible, miedoso y llorón para darle uno.

— La sorpresa no era específicamente este lugar, la sorpresa era darte un cachorro para que te lo lleves a casa, Hyungie.

— ¿Y en dónde está? Gatito, ¿en dónde está? Dámelo.

— Espera, espera.

El menor le acunó la carita, riendo le dejó un tierno beso en los labios solo porque lo amaba y porque era el amor de su vida. Más tarde le hizo una seña para que ambos se pusiera bien de pie, ya que era momento de irse a casa, pero primero debía recibir la sorpresa verdadera. Estaba tan emocionado y tan nervioso al mismos tiempo, pues solía desprender muchas malas vibras que asustaban a los animales y no quería que su nuevo amiguito le tuviera miedo.

ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ  ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora