☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ sɪxᴛᴇᴇɴ ☜

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— Qué asco.

JiMin hizo una mueca de rotundo desagrado por la forma en que Zael comía como si alguien le iba a quitar el bufete que se estaba tragando. Lo peor de todo es que YajaTzael solo lo veía con una sonrisa tontamente enamorada mientras le hacía mimos el cabello porque JiMin no entendía que Zael era un gatito en crecimiento que necesitaba alimentarse muy bien.

Es por eso que él le daba mucha leche a diario.

— ¡Deja de pensar en cosas sucias!

JiMin agarró el cojín que había tenido en el regazo, gruñéndole se lo lanzó con una excelente puntería que llegó a su perfecta nariz, eso porque sabía que estaba pensando en cosas denigrantes mientras veía a Zael meterse como diez bolitas de queso, imaginando las posibilidades que había de que se tragara perfectamente bien algo más como el pervertido depravado que era.

Ahora, Zael lo habría defendido y hasta le habría hecho mimos por el golpe que recibió en su bonita nariz, pero estaba comiendo muy feliz de la vida y cuando comía no había poder humano que lo moviera de ahí, incluso si veía que una ola gigante se acercaba. Solo estaba viendo todo como un simple espectador mientras se atragantaba con el ramen.

— Como sea, YoonGi, ven aquí.

Cierto gatito perezoso, quien estaba bien pegadito a JiMin porque estaba jugando todo distraído con ese bonito, suave y lacio cabello negrito que su novio de manitas tiernas tenía como una más de sus cualidades; volteó a ver a YajaTzael ante el llamado que le hizo seguramente para hacerle un interrogatorio acerca de su bonita relación con ese bonito chico.

— Bomboncito, pero no me golpees en la carita como la otra vez, ¿sí? Ella es la que me da de comer.

— No sé de qué hablas, yo jamas te he puesto una mano encima.

YajaTzael comenzó a reír como con nervios por lo bocazas que ese estúpido cloro vencido era. Tal parece que estar mucho tiempo con él hacía que ciertas mañas se le pegaran, como el ser lengua larga mete cuento el maldito gatito perezoso, pero ese no era el caso, el caso era que tanto Zael como JiMin lo estaban viendo mal por pasarse la vida golpeando a YoonGi como si fuera su pasatiempo favorito que, no había duda, sí era.

— Solo ven aquí y ya.

YoonGi pegó un pequeño sobresalto por el tono enojado de su voz y su miradita oscura, asintiendo se puso de pie para correr hacia él y sentarse a su lado. Habría empezar desde ya con sus amenazas tipo promesas, mas ese tonto chico lo estaba abrazando por los hombros mientras llegaba a restregar la mejilla contra su hombro, demostrando así que el ser empalagoso y mimoso venía de familia.

— Dime, bomboncito. ¿Qué deseas, mi rey?

Su espalda sufrió de una fea corriente eléctrica ante la cercanía de la que nunca se acostumbraría de parte de YoonGi, quien le estaba dejando palmaditas suaves en la cabeza para decirle que lo entendía y comprendía, que no debía sentirse un hombre incomprendido o un demonio solitario.

— Chaparrito bonito, ¿me puedes traer un vaso con agua? Siento que me está dando sed.

JiMin se fijó en él de ceja alzada por tan solo dos míseros segundos, después se puso de pie para ir hacia la cocina y buscar el agua para su supuesta sed. Cuando entonces ese enano desapareció de la sala, él borró su sonrisa y gruñendo volteó a ver a YoonGi, quien simplemente le sonrió mientras suspiraba porque tenía un suegro muy guapo.

— ¿Cómo te atreviste, Judas? No puedes ser mi amigo y mi yerno al mismo tiempo.

— Aww, ¿entonces siempre me consideraste tu amigo, bomboncito?

ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ  ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora