— Mi gatito.
JiMin se cubrió el rostro con esas manos delicadas, la culpa lo llevó a desatarse en llanto porque no había podido proteger a YoonGi de las manos humanas que tanto daño le hicieron. Tenía una cosa fea en el pecho que se agrandaba cada vez que recordaba todo lo que le hicieron a su novio y esa enorme culpabilidad por no haber sido capaz de luchar más para cuidarlo como se supone debió de hacerlo, pero es que esos malditos habían dado justo en su punto débil, como si ya habían conocido esa debilidad y por ello fue que cayó tan fácil.
— Mi príncipe de manitas tiernas, no llores, ¿sí?
YoonGi despertó de su sueño y lo primero que vio al abrir los ojos fue a él, fue sus lágrimas y las emociones que mostraba, que desprendía sin poder ocultarlas. Con esa sonrisa de gomita le sujetó la manita, la resguardó con todo el amor del mundo y suave lo atrajo hacia su pecho en busca de darle amor, seguridad, en busca de decirle que nada de eso había sido su culpa y que no debía sentirse culpable como tal.
— ¿Necesitas algo? ¿Te sientes bien, gatito?
— Me siento bien ahora que te tengo entre mis brazos, angelito de alas oscuras.
JiMin soltó una risilla entre lágrimas locas, suspirando se aferró a él, se apoyó en su pecho buscando no darle mucho peso y dañarlo aun sabiendo que ya no le dolía nada, que cada parte lastimada ya estaba más que sana gracias al ritual de YajaTzael. Aun así, seguiría en el hospital hasta el día siguiente en donde se le daba de alta y entonces podrían estar juntos otra vez, tomados de la mano para superar cualquier otra tempestad.
— Creí que te perdería y nunca tuve tanto miedo como en estos días, mi bebé estúpido.
— Aww, me llamaste bebé... y estúpido... pero, bueno, sí soy.
YoonGi asintió, bastante conforme y feliz por la forma tierna en la que JiMin lo llamó, ya que no eran cosas que pasaban a diario y aunque el apodo llegó con un insulto, no se iba a ofender por eso. Sonriendo envolvió a ese chico entre sus brazos y enamorado restregó la nariz sobre esas hebras lacias que olían como a flores de primavera, a toda una estación llena de colores.
— ¿Cómo estás tú, mi precioso Adonis?
— Bueno, este... me quedó una cicatriz en el pecho por, ya sabes, el rosario de plata.
JiMin se mordió el labio, porque es que no había querido comentar tal cosa siendo que sentía inseguridad por ello desde que se vio en el espejo y desde que YajaTzael le dijo que, por no tener el poder que Lucifer tenía, ese tipo de marcas podían quedarse en su piel. Y, lamentablemente, no era una pequeña cicatriz, era una muy grande que se mostraba en el medio de su pecho, justo en donde el rosario de plata se había metido.
— Una vez mi abuelo me dijo algo, ¿sabes?
— ¿Qué cosa?
— Me dijo que una cicatriz no debía ser vista como una deformación, una cicatriz debía ser vista como una marca de guerra — YoonGi murmuró — Y tú sobreviviste a esa guerra, bebito, eso te hace un gran guerrero con una historia física que contar.
— Eso lo dices porque no la has visto.
— Entonces muéstramela.
— No...
— Yo te amo, ¿bien? Te amo mucho, mucho, demasiado como para fijarme en una marca, príncipe de manitas tiernas — Sonrió — Yo también quedé con cicatrices, eso nos hace iguales, ¿no? Nos estamos amando por medio de marcas.
Compresivo miró a JiMin cuando se le salió de los brazos para enderezarse y sentarse como antes lo había estado. Ese precioso chico se mostró muy pensativo, como dudando de todo, pero al final pareció tener el valor de mostrarle la cicatriz con la que había despertado de ese profundo sueño y la cual fue testigo de apreciar cuando se levantó la camisa.
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ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]
Fanfictionsᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴛᴇᴍᴘᴏʀᴀᴅᴀ ᴅᴇ ᴘᴇʀғᴇᴄᴛ ᴍɪɴ's. ʟᴏs ᴍɪɴ ᴛᴇɴíᴀɴ sᴇᴄʀᴇᴛᴏs ᴘᴏʀ ᴛᴏᴅᴏs ʟᴀᴅᴏs, sᴜ ғᴀᴍɪʟɪᴀ ᴅᴇᴊó ᴜɴ sɪɴғíɴ ᴅᴇ ᴅᴜᴅᴀs ǫᴜᴇ ᴇɴ sᴜ ᴍᴏᴍᴇɴᴛᴏ ᴢᴀᴇʟ ǫᴜɪsᴏ ʀᴇsᴏʟᴠᴇʀ, ᴘᴇʀᴏ ᴀʜᴏʀᴀ ᴇʀᴀ ᴅɪғíᴄɪʟ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ʀᴇsᴜʟᴛó sᴇʀ ǫᴜɪᴇɴ ᴍᴇɴᴏs ᴇsᴘᴇʀᴀʙᴀ. - ¡ʏᴏ ᴅɪᴊᴇ ǫᴜᴇ ᴇʟ ᴀsᴇs...