☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ғᴏᴜʀᴛʏ ☜

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— ¿Zael?

En el atractivo rostro de YajaTzael apareció un par de curvas preciosas que bien solían ser llamadas como una sonrisa, solo que la de él era tan jodidamente encantadora que, con solo mostrar la forma en que sus muelas filosas de vampiro se veían, todos caían rendidos ante ella. Pero el punto no era su sonrisa, sino el hecho de que era extraño que Zael estuviera fuera de su casa cuando le había dicho que no se podrían reunir ese día por culpa de una importante reunión en la compañía de la familia y según lo que se le había informado, el hombre no parecía venir del mejor humor. Era algo que sabía porque desde ahí adentro podía escuchar los gritos por que le abriera la puerta de una maldita vez o sería el día en que iba a pisar la muerte.

Min Zael enojado significaba peligro.

— ¡Park YajaTzael, abre esta maldita puerta o te juro que la voy a romper!

Gatito, solo dame un...

¡No! ¡Abre la maldita puerta en este instante, Park YajaTzael o vas a conocerme!

— Dicho de esa forma, la abro, la abro.

Porque había estado en la cocina preparando la cena para él y para JiMin, caminó hacia el centro de la sala mientras se secaba las manos con un trapo luego de habérselas lavado y entonces abrió la puerta desde ahí sin miedo a nada porque algo le decía que no debía acercarse a Zael. Y dicho y hecho, ese hombre con complejo de gatito corrió directamente hacia él en tanto gritaba sabrá Dios qué cosas cuando la puerta se abrió, y no tardó en lanzarse encima de él hasta que los dos cayeron al piso; en donde él se llevó el peso de ambos y, por ende, todo el golpe reinicia vida.

— ¡Pero, gatito! ¿Qué hice... a parte de nacer extremadamente guapo?

— ¡Eres un idiota, Park YajaTzael!

— Sé que soy un idiota, pero ¿por qué tú crees que yo soy un idiota?

Como respuesta por no entender absolutamente nada y porque parecía que desde hace tiempo Zael tenía unas desgracidas ganas atoradas en la garganta por darle un buen puñetazo, terminó recibiendo uno en la mera cara con preferencia a su perfecta nariz y sin explicación o contexto alguno. Después de tremendo soplamocos que lo dejó viendo más la luz del infierno que la del cielo, Zael se rompió a llorar a moco tendido mientras se cubría la cara con las manos estando sentado en su regazo cual muñequita de anime pornográfica.

— ¿Cuál fue el mal que yo hice? A ver, ¿qué pendejada hice ahora? Lo siento de antemano.

— Eres u-un idiota, mi amado demonio.

— ¿El qué?

Suspirando clavó sus atractivos ojos sobre el techo de esa gran casa de una forma entrecerrada, sujetó las piernotas del menor entre sus manos y se puso a tratar de recordar en dónde había escuchado ese sobrenombre antes, pues sentía como que ya había sido llamado de esa forma por Zael y debía recordar en qué momento pudo haber pasado eso. Evidentemente, estaba pensando en eso mientras lo escuchaba llorar y hablar inentendiblemente en medio sollozos porque estaba chillando a moco tendido, como siempre.

— A veces tengo memoria selectiva. ¿Qué...?

— ¡No debías haberte doblegado ante tu enemigo por mí! No... no tú, Lucifer.

— Lo sé, fue asqueroso y... Espera, ¿qué?

Una vez su, a veces, lento cerebro logró entender y captar que Zael sabía quién verdaderamente era él y que le estaba reclamando por algo que se supone no debía de saber ni recordar, sintió como que un balde de agua fría le caía encima de puro sopetón y perdiendo todo rastro de color en el cuerpo llegó a reclinarse sin quitar las manos de esas gordas piernas y entonces en su rostro hubo un gesto de confusión, miedo y hasta curiosidad por saber qué era lo que estaba pasando. Aunque ya se estaba haciendo una idea y no podía creer que esta vez fue él la víctima de una traición por parte de quien no debería de actuar así.

— ¿Y tú có-cómo sabes eso?

— ¡¿Y qué importa cómo lo supe?! ¡Lo importante es que tú hiciste tanto por mí!

— Te lo debía, Zael. Yo fui quien arruinó tu vida por completo, fui el responsable de tu sufrimiento, de tus lágrimas y de todo... así que quise remendar eso — Sinceró — No solo por ti, también por YoonGi y por JiMin. Ustedes fueron víctima de mis acciones, entonces pensé que lo justo era hacer algo para recompensarlos.

— Pero no así, YajaTzael. Él es tu enemigo, no jodas.

— Escúchame...

— ¡Yo no merecía que hicieras tanto por mí luego de lo mucho que te dañé!

— Escúchame. Zael, escúchame.

Cogió el rostro de Zael con mucha delicadeza, se tomó el tiempo de limpiar cada lágrima que estaban derramando esos preciosos ojos grisáceos y, aunque seguía sin entender cómo es que la verdad se sabía, quería solamente calmar a Zael y tranquilizarlo para que entonces los dos pudieran hablar acerca del tema. Por el momento, le plantó un beso en la frente y después otro en los labios en busca de hacerle entender que cualquier sacrificio hecho valía toda la jodida pena si era para verlo feliz y con una sonrisa, porque eso era lo verdaderamente importante para él.

— Si me lo preguntas, no me arrepiento de nada. No me arrepiento de haberme arrodillado con tal de que tú fueras feliz y sigo sin arrepentirme porque aquí estamos, ¿entiendes? — Susurró — Y quiero que sepas que haciendo esto fue una buena forma de ofrecerte disculpas por todo el daño que te hice y para que supieras una vez más lo mucho que te amo.

Zael le negó entre espasmos, llorando a flor de piel sin lograr entender todo lo que estaba pasando y lo que había hecho para tener nuevamente a su familia. Lo abrazó por los hombros y enterró la cara en su cuello para sentirse protegido por sus brazos que ahora sabía por qué le habían resultado tan acogedores, y lloró en ese escondite seguro mientras escuchaba de su parte lo mucho que lo amaba y que no se arrepentía de nada de lo que hizo por verlo con esa sonrisa. Entonces se sintió conmocionado, pero también tranquilo de tener la certeza de que su familia seguía estando con él y que todavía tenía una última oportunidad de tener su final feliz.

— Te amo mucho, YajaTzaelly. No hay persona que ame más que a ti.

— Pues, más te vale. Porque a estas alturas, o bien planeamos la boda o bien tu funeral.

— Pero...

— Ay, gatito, te amo tanto. Gracias a Lucifer que recuerdas todo porque...

YajaTzael no lamentaba el hecho de que ya estaba arruinando, como siempre, el momento romántico y significativo que estaba sucediendo porque, una vez logró llegar a la conclusión de que el Todopoderoso se había podido apiadar de su asquerosa y patética alma como para darle su merecido final feliz, abrazó a Zael por la cintura para cargarlo sin mucho esfuerzo y entonces levantarse del piso con ese gatito ya sobre su hombro. Es que entendió también que si Zael tenía en cuenta todo los recuerdos, ya no tenía que guardarse las ganas de devorarlo como tanto se había estado conteniendo para no verse como un degenerado calentamiento adicto al sexo que, definitivamente, sí era.

— Hyungie, ¿a dónde me llevas? Todavía quiero llorar un poco más y hacer más drama.

— Vamos a coger toda la noche, porque para mí fue más sacrificio quedarme en abstinencia que pedirle perdón a Dios.

— Pero...

— Y ya. Los gatitos no tienen derecho a hablar.

— Pero no me hables así, ¿sí? Trátame bonito, ¿sí?

Entonces sí tendrían su final feliz luego de tantas tormentas y tempestades.
























ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ  ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora