☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ sᴇᴠᴇɴᴛᴇᴇɴ ☜

188 20 7
                                    

— ¿En dónde las dejo?

— Aquí, por favor.

Suspirando con nostalgia Zael dejó un par de cajas sobre una de las tantas mesas llenas de polvo que había en el sótano. YajaTzael fue quien encendió las lámparas porque todo estaba completamente oscuro y ya se había tropezado como cinco veces en lo que llevaba entrando y saliendo de ese lugar.

— Gatito, tú sabes que yo soy curioso, ¿cierto?

— Sí, bebé.

Él se acarició la nuca con un poco de vergüenza, es que le picaba la lengua por preguntar qué había en todas esas cajas y por qué parecían ser importantes para Zael, pues en todo el transcurso había notado el gesto melancólico con las que ese gatito las cargaba, entonces quería saber a qué se debía tanta nostalgia.

Ya llevaban unas cuantas horas en ese proceso, había ayudado a ese gatito a sacar varias cajas de su habitación en la mansión y otras más en el departamento en el que convivió con Choi. En todo el transcurso al departamento que YoonGi había comprado, que en ocasiones ellos utilizaban para estar solos, había intentado averiguar qué había dentro, pero Zael las resguardó como si ahí estuviera su vida entera.

— Este, pues... ya sabes, ¿no?... No es que sea chismoso, bueno, no tanto, es que... ya sabes, bueno, no... bueno, sí... bueno...

— A ver, ven aquí, Hyungie.

Zael soltó una risita luego de dejar otra caja sobre la mesa, segundos más tarde se dio la vuelta para enfrentarlo y sonriéndole tomarlo de las manos ante sus claros nervios y vergüenza. Se ocupó de regalarle un besito en el mentón porque estaba tan cansado de cargar con tantas cajas que ya no quería ponerse de puntillas para poder dejarle uno en los labios, así que en donde pudo alcanzar sin tanto esfuerzo fue en el mentón.

— ¿Qué quieres saber? Dime, dime.

— Bueno, este... ¿Qué hay en esas cajas?

Carajo.

Él lo había sabido, sabía que la iba a terminar cagando porque si no la cagaba en la entrada, la cagaba en la salida, pero la cagaba y supo que fue así cuando Zael bajó la cabeza con un suspiro tan roto que él se sintió, a parte de guapo, caliente y perfecto, un imbécil.

— Gatito, yo...

— Ven, YajaTzaelly.

A pesar de todo, el menor pareció tener el valor de levantar nuevamente la cabeza y sonreírle otra vez, así de bonito y tierno. Reforzó el agarre en sus manos antes de guiarlo hacia en donde estaban las otras cajas, que era en un rincón del sótano, sobre uno de los tantos sofás cubiertos por sábanas blancas llenas de polvo.

— En estas cajas está mi pasado.

Qué fuerte.

Zael lo hizo sentarse en el piso, sobre la alfombra, ahí lo dejó, quieto y callado para que no preguntara por más mientras se dedicaba a bajar las cajas en busca de mostrarle ciertas cosas de su pasado. El entonces, en vista de distraerse para no seguir preguntando nada más, se fijó en esas piernas tan gordas, fuertes y tonificadas que ese gatito se cargaba.

Sin darse cuenta llegó a abrir un poco la boca, porque no todos los días uno tenía la suerte de apreciar tremendo monumento y tan de cerquita. Lamiéndose los labios cambió el rumbo de sus ojos hacia en ese perfecto, gordo, firme, suave y rico culo, el cual azotaba cada maldita noche hasta dejar marcas.

— Caray. Como que hace calor, ¿no?

— Un poco, sí.

Zael sonrió con la vista en las cajas que estaba abriendo, sin llegar a captar que él era un degenerado que más que degenerado era depravado. Se abanicó un poco porque lo caliente del sótano no ayudaba a lo caliente que comenzó a sentirse tras imaginar la última vez que se hizo dueño de ese cuerpo lleno de curvas.

ᴍɪɴ's sᴇᴄʀᴇᴄᴛ  ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora