VIOLENNA

Millonaria:

VIOLETA:

Se subió al avión que la llevaría a Granada. Al fin, bendita ciudad. Bendita casa. 

Viajaba sola, sin nadie a quien contarle que se sentía tan mal. Destrozada tanto por dentro como por fuera. La marcha de Salma la había dejado como una mierda. Sobrepensando que no la había querido de la mejor manera, que había sido una pésima amiga. Cada día, se demostraba que como ella misma pensaba, no sabía amar. Es más no tenía ni idea. Nunca la había tenido. 

Nunca la habían amado como la amaba Denna, y tenía miedo. Tenía mucho miedo. 

"Solo se hacer daño. No sirvo para nada más"- se repitió al sentarse en el asiento que le tocaba. Al menos viajaba en business. Aunque eso, en el fondo, no arreglaba nada. Absolutamente nada. 

Tenía miedo de joderlo todo, de destrozarle la vida. De hacerla sufrir. Comparada con ella, Denna era un auténtico ser de luz. Perfecta en todo lo que hacía, sin vicios, sin un pasado tan tormentoso como el que Violeta había tenido. 

Eso jamás se lo había revelado a nadie, ni siquiera a sus seres más queridos, ni a su propia familia. Que ahora, para ella ya no existían. 

No quería ni pensar en esos sucesos. Le alteraban la memoria, una negrura infame le invadía el corazón cada vez que pensaba en ello. Había vivido en ese mundo durante mucho tiempo, hasta tal punto que llegó a pensar que no saldría de él. Hasta que Julia, su anterior novia la rescató. Violeta pensó que ya nadie podría hacerle daño, que no volvería a sufrir más. Pero no fue así, resultó que la persona que imaginaba menos capaz de hacerle daño, fue la que más se lo hizo. 

Julia la dejó moribunda y hundida de nuevo en ese aterrador mundo. El sexo, el alcohol, el tabaco, la heroína, la coca..., volvieron a su vida de nuevo. Y volvió a caer. Esta vez tan hondo que jamás pensó que saldría de allí. Pero llegó un punto en el que no pudo más. La droga le estaba destruyendo la vida, y estaba alejando de su vida a su familia, cosa que finalmente terminó haciendo. 

En esa etapa, Violeta hizo mucho daño, a personas que ni de lejos lo merecían. Se ponía una especie de armadura que la hacía inmune a los sentimientos de los demás. Que hacía que disfrutara viéndolos romperse. 

Esa armadura la acompañaba todavía hoy. Era lo que le había hecho rechazar la oferta de ayuda de Denna. Porque pensaba que no podía amarla. Que no se merecía a nadie como la rubia. 

"Me merezco una puta mierda. Nadie que me cuide, ni se preocupe por mi. No me merezco nada"-. 

Decidió dormirse e intentar descansar un poco. Pero no pudo, cada vez que dormía, Denna aparecía en sus sueños para recordarle que no había sido lo suficientemente fuerte como para merecerla. 

...

Abrió la puerta de su casa y se la encontró tal y cómo la había dejado antes de marcharse. Depositó su maleta al lado de la pared, y tiró el bolso contra el sofá. 

"Quiero morirme"-. "Dios mátame por favor"- pidió a voces su mente. 

Entró al baño, y se lavó la cara. Después se miró al espejo. 

Tenía el rímel corrido, las cejas sucias, y el pintalabios a punto de desaparecer. Estaba horrenda si, pero eso no era lo que más le asustaba. Volvía a estar sola. Una vez más, y sin nadie a quien acudir. 

"No tengo otra opción. Si no me moriré"-. Decidió en ese momento, algo de lo que posiblemente se arrepentiría durante toda su vida, pero le dio igual. 

¿Qué más daba?, si nunca podría amar a alguien sin crear sufrimiento.

Se agachó y abrió uno de los cajones de porcelana que su abuela le había regalado al mudarse. El único detalle que su familia había tenido con ella.