Avanzamos sobre nuestros caballos entrando en la ciudad y, tan solo unos minutos después, puedo comprobar que lo que dijo la camarera es cierto. Las casas están decoradas con banderines festivos y lonas en las que hay escritos lemas que supongo que serán característicos del reino. Las calles están atestadas de personas, algunas de ellas portan unos trajes extraños que nunca había visto. Son una especie de túnicas moradas y blancas que llevan incluso los niños.
-¿Qué es esa ropa?- Pregunta Emma, dándole voz a mis dudas.
-La vestimenta característica de las fiestas del reino de Turjol- Informa Kai, sorprendiéndonos a todos. -¿Qué? He viajado mucho, ya os lo dije.
Emma le sonríe creyendo que nadie se ha dado cuenta, pero el gesto desaparece cuando me pilla observándola con burla. Me río suavemente, por lo que ella me saca la lengua y se cruza de brazos. Esta situación me parece demasiado linda.
Nos vemos obligados a hospedarnos en una posada de las afueras de la capital, porque las que se encuentran un poco más céntricas están a rebosar. La nuestra tiene peor calidad, pero no nos queda más remedio que quedarnos aquí. Mientras mis amigos terminan de instalarse, decido ir a hablar con David para averiguar cuál es el plan en específico.
-Hola- Lo saludo sonriente, acercándome a la cola donde él se encuentra esperando para informar de que el cerrojo de su habitación está roto.
-Hola- Me corresponde de la misma manera.
-¿Llevas esperando mucho?
-Sí, es que la señora de delante que ves ahí no se aclara. Lleva diez minutos discutiendo con el recepcionista- Se queja. -Pero en fin... ¿Qué querías?
-Básicamente saber lo que haremos mañana, pero también vengo para hacerte compañía.
-Me alegra que quieras hacerme compañía- Responde con sinceridad. -Si quieres, puedes venir conmigo a pedir cita al Palacio.
-Claro, me encantaría. ¿Y el resto?
-Es mejor que vayamos nosotros dos solos para no llamar demasiado la atención, en el caso de que no nos den una reunión- Explica.
-Sí, tienes razón. ¿No te habrás olvidado de la carta de tu padre, verdad?- Pregunto en un susurro, para que solo me escuche él.
-Claro que no, Haley. ¿Por quién me tomas? Yo soy responsable, y mucho más con estos temas.
-Lo siento, es que yo me veo obligada a comprobar que no me dejo nada varias veces siempre. Soy bastante olvidadiza- Confieso con vergüenza.
-En mi caso es que mi padre siempre hizo mucho hincapié en eso, desde que era bastante pequeño me daba discursos de responsabilidad, honor, educación y cosas así. Bueno, ya lo has conocido un poco.
-Sí, da esa impresión. Bastante. ¿Ha sido un padre severo?- Cuestiono con interés.
No sé por qué, pero me gusta que me cuente cosas de su vida y así conocerlo un poco mejor.
-Un poco, pero ha sido y es un buen padre. Agradezco mucho haberlo tenido. Me ha enseñado todo lo que sabe y me ha educado para que me pueda convertir en la mejor versión de mí mismo, y un día, quién sabe... Incluso le supere- Comenta con un semblante soñador.
-Estoy segura de ello- Lo animo.
-¿En serio lo crees?- Pregunta, mirándome con intensidad.
-Por lo poco que he conocido de ti... Sí. Me has dado una buena impresión- Confieso, observándolo de la misma manera.
-Es un placer saber eso.
La voz del recepcionista interrumpe nuestra conversación y me doy cuenta de que la señora pesada y el otro hombre que se encontraban delante ya no están. Estaba tan ensimismada con la charla que ni siquiera me había enterado.
ESTÁS LEYENDO
El despertar de los caídos (#1)
FantasyEn un mundo donde la opresión del Rey Thomas ha devastado a su gente, una joven, Haley, vive en las sombras como una plebeya común. Pero detrás de su fachada ordinaria yace un secreto extraordinario: ella es la princesa perdida del reino de Velstand...