Capítulo 33

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Por suerte hemos podido volver a entrar en la base sin que nos pillasen, porque no me apetecía nada tener que soportar una bronca tan pronto en la mañana. Nos levantamos a las seis para asegurarnos de no llegar tarde, así que a las siete y cuarto ya estábamos aquí.

Will y Melissa no se han levantado aún, pero al parecer sí lo ha hecho Jonathan, pues no estaba en su habitación. Realmente es una suerte que no nos haya visto, porque hemos llegado con la ropa de ayer. Aunque bueno, sé lo que iba a pensar, que nos habíamos escapado para acostarnos. Él y todos, y eso es bastante mejor que la realidad.

Me despido de David y entro en mi cuarto para darme un baño bien largo aprovechando que tengo tiempo, pues no podemos empezar a desayunar hasta las ocho.

Apoyo la cabeza en la pared y suspiro, pensando en lo que hice la noche de ayer. Logré que confiase en mí tanto como para contarme su mayor secreto, el cual es un delito que está penado con la muerte. No sé si es consciente de lo que ha hecho y ahora me queda claro que sí que debe estar enamorado de mí, porque de otra manera sería imposible que la hubiese cagado así.

Si el hecho de que tu secreto sea revelado te pone en peligro de muerte o a alguien cercano, entonces no puedes decírselo a nadie. Sea quien sea. Emma es mi mejor amiga desde los nueve años y no he podido contarle quién soy. No se trata de no confiar, se trata de que las consecuencias serían demasiado grandes.

Finalmente me decido a salir y me cubro con la toalla, caminando descalza mientras salgo del aseo. Me acerco al armario para escoger la ropa que me pondré el día de hoy y me visto silbando una de las melodías pegadizas que escuché cuando fui de fiesta con los chicos. No tengo ni idea de por qué me ha venido a la cabeza en este momento.

Cuando ya estoy lista salgo, poniendo dirección al comedor. Tarareo la cancioncilla en mi cabeza mientras camino y probablemente por ello no me percato de lo que hay delante mía y me choco contra un hombre.

-Disculpe- Me apresuro a decir, pero no me responde porque ya se ha dado la vuelta, alejándose rápidamente en la dirección contraria.

No he podido ni siquiera verle la cara de lo rápido que se ha girado, sólo veo su silueta alta desaparecer por detrás de una esquina. No entiendo qué acaba de suceder.

Es entonces cuando noto algo extraño en mi chaqueta. En concreto en el bolsillo, algo que sobresale un poquito. Miro a todos lados pero no me fío, así que vuelvo a mi habitación para ver de qué se trata, cerrando con pestillo.

Lo saco y es... Una nota. La despliego enseguida, pues estaba doblada en tres partes, y procedo a leerla.

Mesas de madera del parque de Portlan, Vitruvis

A las 23 horas del 31 de julio, no llegue tarde

No se le ocurra venir acompañada, si lo hace lo sabré

Póngase una cazadora con capucha o algo con lo que se pueda cubrir cuando ya esté fuera

Nadie debe saberlo, es vital, no desoiga el consejo por su bien

Destruya esto cuando lo lea

A.L.

Tardo unos segundos en procesar lo que estoy leyendo, pero cuando lo hago, el nerviosismo me invade y los latidos de mi corazón incrementan. La nota es de Alexander y el treinta y uno de julio es dentro de... ¡dos días! ¡Vamos a vernos dentro de dos días!

La releo memorizando su contenido y luego voy al baño para mojarla y deshacerla, acabando con ella. Los pedazos van desapareciendo entre mis dedos y yo me miro en el espejo, respirando con rapidez.

El despertar de los caídos (#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora