Despierto a la mañana siguiente con un dolor de cabeza espantoso y el ferviente deseo de que alguien me mate. Tardo un cuarto de hora en abrir los ojos, pues me siento fatal. Sólo deseo poder seguir durmiendo y no hacer nada en todo el día.
Cuando por fin consigo abrirlos me siento sobre la cama y me doy la vuelta para descubrir a Emma tirada sobre la suya, también con la ropa puesta. Tiene aspecto de haberse dormido hace pocas horas, así que por el momento decido no despertarla.
Me levanto y voy al baño para quitarme la camisa y los pantalones, que se sienten pegajosos contra mi piel debido al sudor. Me doy un baño que dura probablemente más de la cuenta, pero que me sabe a gloria.
Es entonces cuando los recuerdos comienzan a aparecer en mi cabeza a modo de ráfagas. Emma y Kai se besaron. La escena de las escaleras se repite una y otra vez en mi cabeza por lo inesperado que se sintió. Hace nada, mi amiga me había dicho que lo conocía desde hace poco tiempo y que esa era la razón por la que aún no podía iniciar nada con él.
Aunque, pensándolo bien... Estaban ebrios. Quizás lo consideran un error, especialmente ella. Aunque hay gente que opina que los borrachos hacen lo que realmente querrían hacer cuando están sobrios, pero se contienen. Sea como sea, sólo espero que esto no vuelva a crear un ambiente tenso.
Cuando decido que ya es suficiente, me seco y me visto en silencio, y luego bajo a desayunar. En el comedor de la posada me encuentro a Sadie y a Finn charlando con tranquilidad en una de las mesas. No me sorprende que los únicos que estén vivos sean ellos. Teniendo en cuenta el estado de mi amiga... Los otros no pueden estar mejor que ella.
-Buenos días- Saludo cuando llego hasta la mesa, mientras me dejo caer en una de las sillas con poca gracia.
-Buenas- Corresponde Finn, lo cual me sorprende. Me doy cuenta de que no había escuchado su voz hasta ahora.
-Vaya, no pensaba que ninguno os levantaseis antes de la hora de comer. ¿Qué tal te encuentras?- Pregunta Sadie, con una amabilidad que me sigue resultando extraña.
-Hecha una mierda- Respondo con sinceridad. No hay otra forma de describirlo.
-Es normal cuando estás de resaca- Comenta riendo.
-No pienso volver a beber nunca más- Anuncio. No pienso volver a sentirme así.
-Eso dicen todos, pero luego nunca lo cumplen- Advierte.
-Yo sí, te lo aseguro. Apenas había bebido en toda mi vida antes de lo de ayer y... Prefiero que siga siendo así. No me sienta bien.
-¿Qué edad tienes?- Cuestiona Finn con curiosidad en un tono bajo.
-Diecinueve.
-Entonces no es tan raro que no bebieras apenas.
-Hombre, realmente, como poder... Algunos compañeros de mi clase se emborrachaban desde los catorce años. ¿Tú no bebes?
-Absolutamente nada- Confirma.
Me doy cuenta de que en presencia de menos personas se siente más cómodo para hablar, y ahora entiendo realmente lo que dijo David. Aún así, el contraste con su hermano, que es muy extrovertido y no se calla nada de lo que piensa, es interesante. Pero supongo que eso es lo bonito de los gemelos, son dos personas iguales pero a la vez muy distintas.
-¿Tú qué edad tienes?- Pregunto para tratar de conocerlo un poco mejor.
-Veinte años y tres meses.
-No hace falta que digas también los meses, Finn- Comenta Sadie mientras se ríe.
-Claro que sí, siempre hay que decir la edad exacta.
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El despertar de los caídos (#1)
FantasyEn un mundo donde la opresión del Rey Thomas ha devastado a su gente, una joven, Haley, vive en las sombras como una plebeya común. Pero detrás de su fachada ordinaria yace un secreto extraordinario: ella es la princesa perdida del reino de Velstand...