Capítulo 35

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Cuando me despierto a la mañana siguiente, sigo pensando en lo que sucedió la noche pasada. Y sinceramente dudo mucho que consiga quitármelo de la cabeza pronto. Pero lo peor de todo es que no puedo hablar de ello con nadie por razones obvias. La única persona con la que quizás podría hacerlo es Emma y no está aquí ahora mismo.

Me baño con agua bien fría para despejar mi mente e intentar sacar aquello que no debe estar ahí. Lo peor de todo es que no tengo ni idea de por qué tuve ese pensamiento. Probablemente fue un lapsus momentáneo por la cercanía y la posición. Vamos, tuvo que serlo, no hay otra explicación.

Independientemente de lo que me vino a la cabeza, sé perfectamente lo que siento hacia él y es lo mismo que he sentido desde el principio. Me parece un hombre insoportable, creído, egocéntrico, soberbio, cruel, arrogante y engreído. Lo tiene todo, pero en el lado malo.

Suspiro y salgo de la bañera después de un largo rato. Me visto con algo sencillo, una camisa y unos pantalones de lino blancos que encuentro en el armario. Me desenredo el pelo y cuando estoy decente me encamino hacia el comedor para el desayuno.

Cuando llego me sorprendo al ver que ya están todos allí. Soy la última en llegar, incluso Irya está. Realmente tiene sentido porque no es que me haya levantado pronto precisamente, pero es que entre que llegué tarde ayer y luego estuve un rato bastante largo pensando en ya sabemos qué... No he tenido un buen descanso.

Llego hasta la mesa en donde se encuentran y saludo a todos con efusividad.

-Hasta que apareciste- Es Liam el primero en hablar. -Se te pegaron las sábanas hoy.

-Sí, no me di cuenta de la hora.

-¿A qué hora volviste del paseo por el bosque?- Indaga Melissa cuando me siento. -No te oímos llegar.

Es verdad. El paseo por el bosque. Esa es la excusa que puse para salir y me había olvidado por completo de ello.

-Hasta las doce o así- Miento. -La verdad, no sé qué hora era. Me entretuve espiando a una familia de ciervos.

-¡¿Viste ciervos?!- Grita Irya, emocionada de repente. -No me dijisteis que había ciervos, quiero ver ciervos.

-Esta tarde salimos, si quieres- Concede su madre. -Pero te advierto que es probable que no veamos ninguno. Haley ha tenido mucha suerte.

-¿Por qué?

-Porque están escondidos y, además, se asustan muy fácilmente. Escuchan el crujido de una rama y ya huyen.

-Pero yo no les voy a hacer daño.

-Son animales salvajes, está en su instinto escapar. Mira, con suerte quizás veamos un erizo, he oído que hay muchos por aquí.

-Si vemos uno... ¿Me lo puedo quedar como mascota?

-No, porque te pincha.

-Pero...

Desconecto durante unos segundos de su conversación para mirar a los gemelos y a Sadie. Liam está más callado de lo normal, Finn también está en silencio, pero en su caso eso pasa casi siempre. Y Sadie parece como molesta por algo, creo que es mejor no hablar con ella.

Luka y Will están hablando de algo en voz baja, y Barbara y Frank hacen lo mismo en el otro extremo de la mesa. Entonces me doy cuenta de que no están ni Jonathan ni David. Miro a todos lados, pero no les veo por ninguna parte. Qué extraño.

-¿Sabéis dónde está David?- Les pregunto a mis amigos, mirándolos a los tres.

-Se marcharon muy pronto esta mañana- Es Sadie la que responde y noto algo amargo en su tono. -Le pregunté, pero no me quiso decir a dónde iba. Secretos suyos, supongo.

El despertar de los caídos (#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora