Capítulo 36

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Tres meses después...



Había un poco de tráfico en las calles de Seúl, sobre todo a estas horas del día.

Eran las once de la mañana, casi medio día, y la camioneta donde viajaba se había quedado estancada entre el montón de autos. Después de casi una hora todo comenzó a disiparse.

La Omega no se había levantado de muy buen humor después de haber recibido noticias sobre su detective privado de mucha confianza. Las fotos que llegaron a ella de su hijo mayor con cierto Omega que había causado un tremendo escándalo con aquel asunto del engaño y las estafas no la tenían para nada contenta.

Jeon MiYeon no era esa clase de madre que le guste inmiscuirse en los asuntos de sus hijos, pero después de lo que sucedió con JungKook fue inevitable que su instinto maternal se activara de nueva cuenta. Amaba a sus dos varones con mucha locura y si les partían el corazón a ellos lo mismo sucedía con ella. Y los conocía perfectamente, después de todo ella los crio; sabía que tenían un corazón blando y bondadoso, sobre todo JungKook. Él siempre era el más bueno de los dos.

Lo que sucedió con JiMin fue inevitable que llegara a sus oídos. Después de aquella escena que se dio en la empresa de los Jeon la información corrió demasiado rápido. Ella estaba al tanto de todo, además de que dentro de la sociedad de clase alta a la que ellos pertenecían se convirtieron en la comidilla de todos. Eso tampoco la tenía contenta. Y ahora saber que JungKook no viajaba a Los Ángeles por motivos de trabajos fue la detonante para dejar de observar desde las sombras.

Así que llegó a la empresa de los Jeon pisando fuerte como siempre solía hacer. Su posición de Omega Dominante era algo que sometía a cualquiera que estuviera ante su presencia. Con su hermoso rostro pálido, esos ojos felinos, su cuerpo escultural y su largo cabello tintado de rojo no parecía una madre y mujer con varios años encima. Era la personificación de un ángel, pero con el instinto de un depredador.

Todos se inclinaron ante ella cuando la vieron llegar con ese semblante serio, como si fuese una cazadora hambrienta por su presa. Detrás de ella venía su hombre de confianza y el guardaespaldas que estaba a cargo de su bienestar por órdenes del difunto señor Jeon. Tomó el elevador que la llevaría hasta el último piso donde se encontraba la oficina del honorable CEO de esta empresa. Cuando llegó hasta ahí y las puertas se abrieron, la secretaria se ahogó con el agua que tomaba en ese momento y derramó un poco sobre su pulcro traje. Sin importar las condiciones se levantó para hacerle una larga reverencia a la mujer que prácticamente también era dueña de ella, de su trabajo y de esta empresa.

—Señora Jeon, no esperábamos su visita— saludó con nerviosismo.

—Tantos años trabajando aquí y todavía no te acostumbras a mis visitas inesperadas— la miró con sorna y diversión— Me gusta venir sin avisar porque quiero cerciorarme de que no estén perdiendo el tiempo. Y por fortuna siempre me llevo un buen sabor de boca— le sonrió con gracia y dio unos cuantos pasos— Ah, por cierto. Ni se te ocurra decirle a JungKook que estoy aquí— le guiñó un ojo con complicidad y continuó su camino.

No demoró mucho en llegar a donde estaba la gran puerta de la oficina del CEO, misma que perteneció a su difunto esposo en aquellos ayeres donde él se encargaba de la gestión de esta honorable empresa. Suspiró con melancolía porque jamás se acostumbrará a su falta de presencia, sobre todo ahora que sus hijos han crecido y decidieron continuar con sus vidas.

Después de un pequeño momento de recuerdos, entró a la oficina con mucha decisión y sin importarle si su hijo estaba ocupado o no. Éste la miró incrédulo desde su lugar mientras mordía una barra de chocolate que llegaba a consumir en momentos donde el estrés estaba abordándolo. Y ella no pudo ante esa imagen tan hermosa de su hijo mayor. Siempre sería su debilidad.

Call It What You Want (Omegaverse Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora