Capítulo 10💜

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Nadie lo creería pero perdieron la noción del tiempo...

Luego de unirse sexualmente, serían muy mentirosos los dos si dicen que no volvieron a hacer nada.

Al día siguiente fueron de paseo a recorrer el pueblo comiendo en cafeterías y restaurantes elegantes; presenciaron uno de sus muchos carnavales; se fueron a comprar recuerdos para su familia y amigos y se pagaron un viaje en bote por los pantanos del pueblo.

En el recorrido oían el croac de las ranas, vieron algunos flamencos volar, vieron cocodrilos nadando y ya más noche se deleitaron con el bello paisaje que hacían las luciérnagas en todas partes.

Llegaron a su casa a darse un baño, en el cual, sí estuvieron los dos y no hubo mucha pena ya que Clara quería acompañarlo pero quien lo propuso fue el mismo William. De inicio, si se bañaban los dos; se tallaban el cuerpo con jabón el uno al otro, Clara talló con shampu a William y él a ella y hasta jugaron porque Clara hasta en la bañera encuentra con qué jugar. La joven tomaba de la espuma y hacia la pose de la pintura de Afrodita diciendo "mira William, soy la diosa Afrodita, nací de un genital y la espuma, ahora voy a poner contento a toda Grecia" y Afton entre risas le contestaba "entonces, yo soy el dios Ares y sobre mi cadaver, cielo que él único que coge contigo soy yo".

Luego, se puso a cantar y a jugar guerra de espuma; sonará muy infantil pero Clara es más extrovertida y le gustaba hacer cosas locas para hacer reír a William.

Después de juegos, al enjuagar la espuma de su cuerpo ella comenzó a provocar a Afton tocando su pecho, sus brazos y estirándose para alcanzar los labios de su novio.

En el instante reaccionó pegando a Clara a la pared, cargandola de modo que la sostenía de sus piernas besándose como no lo hubieran hecho en años y sin esperarse mucho entró en ella, esta vez más fuerte y eso a Clara la hizo gritar un poco por el dolor pero a la vez le gustó. Intentó seguir el ritmo pero le seguía doliendo así que le pidió a William que tuviera más delicadeza. Él aceptó diciendo que se dejó llevar por sus impulsos  y se movió más despacio.

Igual que el día de ayer, el dolor desapareció y la joven le pidió que aumentará el ritmo, ella le dijo "ya puedes hacerlo fuerte como te gusta a ti. Saca tu bestia interior, William". Él no se la pudo creer que de verdad le dijo eso pero obedeció eufórico, a él en realidad le gusta ser rudo pero no lo hacía para no lastimarla.

La fiereza salió, los movimientos aumentaron por parte de ambos, el baño hacia ecos con los gemidos de ambos, bueno, más bien, sin exagerar debía oírse por todo el departamento.

Saliendo del baño continuaron en la habitación. Al estar ella acostada, el le repartió besos, caricias y mordidas un tanto fuertes que a Clara no le molestaban, por el contrario le gustaron tanto que tomó la iniciativa de marcarlo a él también.

Aparte de las mordidas también la jalaba del cabello y disfrutaba oler su dulce aroma a miel. Se unieron en otro beso y ella sin saberlo la miraba. Hay quienes dicen que si tu pareja (hombre o mujer) te mira al besarte es porque es el dominante de la relación y William acostumbraba tener los ojos abiertos obserbandola al besarla.

A modo de someterla, llevó sus manos arriba y ahí las sujetó, para después volver a entrar en ella con fuerza, en esta ocasión sin dolor de parte de Clara, por el contrario, lo recibió bien. Los movimientos no cesaron y los gemidos tampoco. La noche les quedó corta, estuvieron hasta la madrugada consumado su fugaz amor.

....

Al día siguiente, la pareja descansó toda la mañana y tarde, después de toda la acción de la noche. Desayunaron y almorzaron en la cama, Clara no podía moverse o más bien, no podía moverse bien de la cintura, el mismo William le tuvo que dar pastillas para el dolor.

AFTON | La trágica historia del hombre morado | William y Clara AftonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora