4- RECLAMO

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Nos preparábamos para la primera reunión en la empresa luego de la muerte de papá, él nunca faltó a una y esta sería la excepción.

Hablaba con Efrat de los puntos a tratar, cuando entra mamá enojada que podía ver arder sus ojos.

—¿Por qué demonios permitieron que esa arribista se quedará con lo que les pertenece solo a ustedes — mi hermano y yo nos miramos teniendo el pleno conocimiento de lo que nos esperaba cuesta arriba?

—Buenas tardes, madre, ¿Cómo estás? Nosotros estamos bien, gracias por preguntar —. Argumento Efrat tomando asiento frente a mí.

—Déjate de payasadas Efrat, que no estoy para bromas y ustedes menos deben estarlo. Eso que el demente de su padre le dejo a esa aparecida es de ustedes. Y no hacen nada al respecto, solo un hombre tan débil como su padre podría dejarse manipular para que les quiten lo que por derecho les pertenece —. Exasperado de la situación, y rebosado al ver como mi propia madre despotricaba de mi padre, donde él era todo menos un cobarde, débil, mucho menos manipulable.

—Basta mamá — grité, la sorpresa en su rostro fue notable, igual que la de Efrat, nunca suelo alzar la voz a mamá, pero todo tiene un límite —. Por favor, mamá, ve a tu casa y hablaremos más tarde, estamos por entrar a una junta.

—Por eso la trepadora está aquí, tiene ella más derecho que yo que le aguanté tanto a tu padre ¿No es así? — al escuchar que Celeste estaba en la empresa me coloqué de pie, pude ver cómo me lo recriminó mamá, mientras Efrat se tocaba el puente de la nariz exasperado.

—Madre, por el amor a Dios, podemos hablar de este tema en otro momento o si es posible no hablarlo ya que no hay vuelta atrás —. Vocifero Efrat para dar por cerrado el asunto por el momento. Salió dando un portazo que dolió. Me encamine a la misma dirección.

—¿Adónde vas caballero sin armadura? — podía sentir su sonrisa tan particular de él, de oreja a oreja, pero no le daré el gusto de abuchearme, no hoy.

—La reunió esta por empezar, debemos ser los primeros en estar en la sala de juntas — abotone mi gaban para luego abrir la puerta por donde paso el primero.

—Yo pensé que irías por Celeste — me miró fijo con su media sonrisa — debe estar como pez fuera del agua.

Hice caso omiso a los comentarios de Efrat y me encaminé a la sala de juntas, encontrando la imagen de Celeste sonriendo al asistente de Melquiades. Esa sonrisa que ilumina sin importar cual oscuro este el lugar, esa que me molestaba que fuera a causa de otro hombre que no soy yo, esa que sólo quería para mí.

—Chicos tan puntuales como siempre, solo faltan los nuevos abogados. El bufete está en su mejor momento, no hay caso que no ganemos.

Giró sonriendo a Efrat que beso su frente y se sentó a su lado, me miró y sus mejillas se sonrojaron, pero no comprendí si por verme o por que el asistentucho le tomo la mano, la quito de la mesa y agachó la mirada.

—Puedes dejar de mirarla de esa manera, hasta acá siento que la chica tiembla, si tanto te molesta que otro la mire o la toque encárgate del asunto, pero ya basta, recuerda que eres el caballero de la familia — la palabrería de Efrat me dejo en evidencia de mi manera de actuar.

—No se dé qué hablas —. Simule leer los papeles frente a mí.

—Si, por supuesto, por ahora concéntrate en la junta te parece.

No respondí porque era darle la razón, razón que no comprendía, mi manera de actuar, puede que en los últimos días hemos charlado más a menudo y que estar cerca de ella me haga sentir esa paz que grita mi alma. Pero no puede ser más que eso, es sólo eso.

LA PUREZA DE SU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora