8- RECAÍDA

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Desperté varias veces por las pesadillas de Celeste, donde Pedía por ayuda. Supuse que recordando todo lo que ha vivido.

—Mi inmaculado querubín, no tenías por qué haber visto lo que vistes — pase mis dedos por su frente al ver que estaba perlada por el sudor.

Me alarme al sentirla hervir, su temperatura debió estar en los cuarenta grados o más. Descolgué el teléfono y llamé a la cocina pidiéndole a mi Nana que subiera de inmediato y que antes llamara al doctor.

Muchas veces vi que el doctor visitaba la casa, ahora comprendo muchas cosas, se aferró a mi brazo cual niña asustada.

—¿Qué le sucedió? ¿porque tuvo otra recaída? — no pude sincerarme con Doris, su preocupación fue evidente –. Mi niña cuando superarás... — enmudeció mirándome como si hubiera cometido una indiscreción.

—Lo sé, se todo lo que esa mujer le hizo y que el desgraciado de su padre no fue capaz de hacer nada – presioné tanto mi mandíbula que dolió. No menciono nada más, se concentró en colocar paños de agua fría para bajar la fiebre.

Al llegar el doctor salimos para que la revisará, lo que aproveche para darme un baño y cambiarme de ropa.

Llame a Melquiades, sin importar la hora.

—Se que no es horario de trabajo, pero necesito saber si papá llego a contratar un profesional para buscar a la madre de Celeste — la rapidez de mis palabras no le permitieron hablar hasta haber culminado.

—Escuchaste la grabación — suspiro pesado – no, no lo hizo ya que se comportó como un egoísta y no se molestó investigar —. Sus palabras me sorprendieron.

—Recuerda que papá está muerto y era tu mejor amigo — lo escuché gruñir por la advertencia — busca alguien que me ayudé con eso, para el lunes.

—Bien el lunes estará el investigador en tu despacho —. Corto la llamada sin dejarme decirle sobre el estado de Celeste.

Al salir el doctor, le entrego la receta por comprar a Doris, afirmando que era solo una fiebre y que con el medicamento que le había suministrado se le bajaría pronto.

Entré a la habitación, se notaba agotada, como si esa cruz en sus hombros se hiciera cada vez más pesada.

¿Como puede haber tanta maldad en el mundo? ¿Cómo puede alguien tener el corazón en maltratar a un ser inocente?

Estoy exhorto admirándola mientras descansa que, no siento que mi Nana entra a la habitación.

—¿Qué pretendes Piero? ¿A qué viene tanto interés en estos últimos días, cuando antes la querías matar con la mirada? — negué, sin tener claro que responder — y no quiero mentiras —. Advirtió.

Di un vistazo a la mujer acostada en la cama donde sus mejillas se tornaron más pálidas de lo normal.

—Confieso que tenía una opinión errada de ella, no creo que sea capaz de hacer lo que mi madre la acusa — al mencionarla recordé que tenía una conversación pendiente con la aludida – en estos días que he compartido más con ella, entiendo por qué mi padre le tomo tanto cariño, como no hacerlo, si ella es la inocencia, la dulzura hecha mujer.

Cada palabra fue sincera, cada mirada fue genuina. Solo ella puede provocar esto en un hombre como yo, al que no le interesa el compromiso y no es que lo quiera con ella. Por lo menos no en este momento de mi vida, pero de lo que si estoy seguro es que cualquier hombre sería más que feliz a su lado.

—No permitas que ella se aferre a ti, mi niño, ella no es como las chicas que tu frecuentas — en ese instante me percate que todo esté tiempo no la había dejado de mirarla — ella, por lo que ha vivido, no tiene el conocimiento que las chicas a su edad en esta época tienen. Ella es insegura y aun actúa como esa desagradable mujer le obligó por tanto tiempo, tu padre se esforzó por darle este poco de seguridad que se le escapa cuando hay episodios que le hacen recordar —. Atento a cada palabra, más culpable me sentí, pero ¿cómo sabría yo que ella llegaría a esa hora al despacho? — Preparare una sopa de pollo y verduras para cuando despierte.

Mi atención volvió a ella, sus labios entreabiertos buscando un poco más de oxígeno.

Me acerqué toque su frente para confirmar que la temperatura había bajado, me senté a su lado, acaricie su cabello ondulado.

La sentí removerse y alejé mi mano de su cabellera castaña, abrió los ojos de apoco como si le costará, me sonrió tímida y ese bello carmis en sus mejillas no tardaron en hacerse presente.

Se cubre con la sábana y ese hecho me lleva a sonreír cómo tonto.

—¿Cómo te sientes? — pregunté asegurándome que estaba mejorando

—Bien, gracias por preguntar— se aferró a las sábanas, de tal manera que podía ver la presión que hacía por sostenerla — S-si me acompañaste...

—Prometí estar cuando despertaras y aquí estoy — se quitó la sábana de enzima dejándome ver esos lindo ojos verdes.

—Gracias, ya puede ir a hacer su rutina de sábado — observe cada movimiento al recoger su larga cabellera.

—Tan pronto quieres deshacerte de mí — me miro sorprendida por mi comentario — me siento desechable — fingí indignación, y la vi negar en repetidas ocasiones.

—No, como cree Sr. Piero, solo que — desvió la mirada — quiero ducharme y, bueno...

—Entiendo, le pediré a Doris que te ayude, anoche tuviste una fiebre muy alta —. Antes que pudiera salir por completo de su habitación irradiada por los rayos del sol entrando por las amplias puertas.

—Muchas gracias, y disculpe la molestia.

—No hubo tal molestia Celeste — sonrío sincera supongo por mis palabras.

La mirada escudriñase de mi Nana, queriendo averiguar algo que ni yo mismo tengo claro.

¿Es lástima?, ¿Es solo por seguir con el deseo y la voluntad de mi padre por protegerla?

Lástima, no, no es ese el sentimiento que despierta en mí. Protegerla, si, por supuesto que quiero protegerla, inocencia es lo que refleja con cada centímetro de su ser.

Otra interrogante viene a mi mente y el abogado en mí, me acusa.

¿¡Celos!, ¿fueron celos lo que sentí, al saber que tendría una cita con otro hombre?

No podría responder a esa pregunta, ya que no hay pruebas que lo confirmen. ¿cómo sentir celos por alguien que solo llevo un escaso mes tratando?

No hay sentimientos más allá del de protegerla.

¿Por qué cuando estas con ella puedes sentirte en paz, te agrada estar con ella y tu mirada divaga a sus virginales labios?

Esa parte profesional sale a relucir, atacándome a mí mismo.

Recuerdo esa vez que la vi por primera vez, tan asustada cuando la, acusé de la separación de mis padres ya que nunca tuvieron ningún problema como para que mi madre tomara esa decisión.

Como humanos que somos solemos tener la capacidad de juzgar a las personas sin darle la oportunidad de rendir su declaración. Como abogado y más que nada como hijo, no tuve eso presenté al momento de dictaminar, sobré dos personas que solo los unió un gran cariño, padre e hija. No hace falta lazos de sangre para amar como mi padre y Celeste lo hicieron.




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