La escuche atentó, ella solía recordar fragmentos de su vida pasada, tal vez comparándola con todo lo que mi padre le brindó sin reparar en que no fuera de la familia, y la suya propia la maltrato, la rechazó y nunca vio un ápice de amor.
—Él nunca me dijo que me quería, ni lo demostró — bajo la mirada — y el día que me negó, cuando el Sr. William lo fue buscar, luego de hacerme ayudado, eso dolió más que su silencio, que sus miradas cargadas de odió o de nada, dolió más que las quemaduras hechas por su hermana y que las primeras veces que rogué por ayuda — una lágrima acaricio sus mejillas hasta perderse por su cuello, seguida de varias más que limpió de inmediato — una ayuda que nunca llegó.
Llegue a su lugar, tomando sus manos teniendo cuidado de no lastimar su brazo, dejé un beso en su frente y su nariz, sin llegar a imaginar cuan doloroso pudiese ser para ella.
—No pienses en eso mi pequeño querubín, sólo recuerda las personas que te queremos... — levanto la cabeza de mi pecho, fue cuando reaccione a la última palabra.
¿tal vez lo sienta y no lo quiera aceptar?
—¿Me quieres, Piero?
Sus ojos como enormes esmeraldas me tenían hipnotizado, mucho más esa inocencia que emanaba su alma.
—Si, te quiero y por lo mismo no quiero verte triste por algo que ya no tiene cabida en tu vida, tu familia somos nosotros. Efrat, Naira, Doris y tu servidor — sonrió y dejo un pequeño beso en mis labios, su acto seguido me dejo sin palabras, pero con ganas de más.
Ese beso que sólo roso mis labios, quedando sediento de la suavidad de los suyos. Profundice el beso que no dudó en responder, colocándose en la punta de sus pies para optar por más altura. La levante en mis brazos, sentándome en el sofá de la sala, en mis piernas ella, que se aferró a mi cuello.
Cada vez se suelta más para mí, sus besos son más adictivos, mucho más cuando da esos pequeños gemidos las morder sus labios que desestabilizan por completo, siendo tortuoso controlarme.
Nos separamos, la mejor fotografía es sus labios hinchados por mis besos.
—Creo que por hoy tendremos quedarnos aquí.
Mira a la ventana y la fuerte lluvia que se impone en la ciudad amenazante lo confirma.
—¿Podemos llamar a Doris, para que no se preocupe?
Asentí volviendo a robar sus labios y acercándola más a mí.
El deseo de poseerla combatía contra hacer las cosas bien, pero el calor de su piel y esa forma tan sutil en la que se mueve de vez en vez, haciendo crecer mi masculinidad al punto de doler.
—Piero, — llamo mi atención al separarnos por un poco de oxígeno — S-si llegáramos a dar el siguiente paso — enrojeció con solo pensar lo que estaba por decir — ¿perderás el interés en mí?
Comprendí su temor, era así como mi padre habla de mis relaciones luego de una noche o dos, que perdía el interés o ni siquiera llegaban a interesarme en realidad.
—No, pasara lo que, con otras, Celeste, tú eres diferente, tan transparente, sin pisca de maldad y siento que entregas todo de ti, eres perfecta — las palabras salieron sin control, solo me deje llevar por lo que sentía en ese momento — ¡Eres perfecta para mí, y sólo para mí!
Sonrió tímida como tanto me gusta, escondiendo su rostro en mi cuello. Pude sentir como aspiraba mi olor, ferviente por toda ella, acaricié sus piernas por debajo del vestido hasta llegar a su trasero. Pasando esa línea, un respingón de su parte me alerto, solo en pensar que no le agradaba que la tocara de esta manera.
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LA PUREZA DE SU MIRADA
Short StoryUna mirada inocente, puede llevarte a pensar en los más puros pensamientos hasta los mas oscuros, arraigando sentimientos inimaginables por esa persona. ¿Pobra más el amor que el rencor infundado? ¿Será la dulzura, la ingenuidad el arma más poderosa...