9- DESACUERDO

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Desde el área de la piscina, tomando una limonada para este calor en esta época del año, escucho la risa de Naira y tapa su rostro al descubrir que Celeste esta con su cámara enfocada en ella.

Tiene destrezas al utilizarla, ¿Qué será lo que estudia? Acaso será algo relacionado con su más grande deseó de ser una fotógrafa profesional. Según las palabras de mi hermano será una sorpresa al estar en su graduación que está prevista dentro de poco tiempo.

Se sienta en el césped y Naira se apresura a llegar a ella, le dedica una sonrisa, pero esta sale cansada. Aun débil por su recaída de ayer.

La voz de mamá frena el querer ir a su encuentro, su mirada se esfuma al percatarse de la presencia de mi madre.

—Esta es la razón por la que no visitas a tu madre ¿eh? Desde cuándo pasaste de abogado a niñero de esta —. El desdén en sus palabras fue imposible de ignorar y saber que de esta misma manera actuaba yo.

—Hola mamá, ¿Cómo has estado? — Al incorporarme dejo un beso en su mejilla — hablemos en el despacho.

—No quieres incomodar a esa o son ideas mías—. Agotado toco el puente de mi nariz, con un gesto de mi mano la invitó a que me haga compañía.

Se que Celeste se siente más que incómoda con la presencia de mamá, y con justa causa, por eso desaparece tan pronto llega.

—¿Qué es lo que harán para que esa no gocé de lo que es de ustedes? Su padre trabajo muy duro como para que una aparecida se quedé con parte de lo que únicamente debió dejarles a ustedes.

Sus palabras me llevo a recordar que ella no estuvo allí.

—Ya que lo mencionas, por qué no hiciste acto de presencia en sus exequias, sabes que para mi hermano y para mí fue un momento muy difícil, el peor de todos. ¿Por qué?

—Sabes muy bien que no estaba en el país —. Su respuesta sin sentido me llevo a preguntarme si el amor se acabó de tal manera que no considero estar para dar un último adiós.

—Pudiste tomar un vuelo y venir, o — mi pausa la llevo a entrecerrar los ojos — ese alguien no te lo permitió — su negativa no me convenció — no te perdonare si me mientes, mamá, sabes que lo odio.

—Ya basta, no tengo por qué hablar de mi vida privada contigo -. se defendió.


***

El saludo audible de Celeste al pasar antes de entrar a la casa, sus ojos temerosos me enfocan unos segundos para seguir con su camino. Sin una respuesta.

La antipatía de mi madre para con ella, es más que evidente, lo contrario al efusivo saludo con la esposa de mi hermano, que entra dando un abrazo y un beso en la frente a Celeste que no duda en corresponder. Llega a nosotros invitándola a unírsenos.

Lo piensa por un momento y duda en querer.

—Lo, lo siento tengo pendientes que hacer — su respuesta no me tomo por sorpresa era más que evidente que no aceptaría— disfruten en familia.

—Por supuesto porque esto es una familia, con parentesco que nos... — Naira interviene.

—Suegra por favor... — la manera en que no le importa herirla me lleva a recordar cuantas veces lo hice yo.

Sus esfuerzos por no quebrarse en ese preciso momento, me hace sentir orgulloso por la fuerza que está tomando, antes hubiera llorado y corrido a los brazos de papá. Eso brazos ya no le darán la seguridad, pero sus palabras nunca la abandonarán.

Sonrió amable, antes de desaparecer por los pasillos de la mansión.

Desvíe la mirada a cualquier parte del jardín, ante la sonrisa de Efrat y la mirada inquisitiva de mamá.

Pasado un poco más de una hora escuchamos gritos, exasperado al no ver a mamá. Los tres nos encaminamos a donde se escucha el alboroto, la voz de la única persona que se escucha es la de ella.

En el cuarto de papá veo a Doris sujetándola. Corro al ver a Celeste en el suelo.

—¿Que sucede? — Efrat la sujeta al verla tan alterada y con la intención de irse contra Celeste — ¿Mamá que has hecho?

La exhalación que produce mi cuñada al ver la mano de Celeste con sangre. Se la lleva a la frente y un gemido de dolor me alerta, me acuclillo percatándome de que se ha roto la frente.

—Solo fue un accidente — menciona con la mirada furiosa de mi madre enfocándola — yo solo no quería que desorganizara las cosas —. Menciona temerosa.

—Yo puedo hacer lo que se me dé la regalada gana, mosca muerta.

Miro alrededor y todo está hecho un caos, pero la cómoda donde anoche vi los espejuelos está intacta, pero, estas no están, no le doy importancia al ver que se acerca Naira con un botiquín.

—Déjala, esa no tiene nada— el desprecio es palpable en cada palabra y me estoy hartando de la situación.

—Ya basta mamá — alzo la voz, irritado por su mal proceder.

—No fue un accidente nada, tu madre la arrojo contra la cama y como la tomo desprevenida... — enmudeció mi nana ante la suplicante mirada de Celeste.

No puedo creer que su odio sea tanto como para maltratar de esta forma a Celeste. Su mirada suplicante me pide que no complique más las cosas.

Entre tanto Naira atiende su herida.

Saco a mamá de la habitación seguido por mi hermano.

—Suéltame Piero, me estas lastimando —. Se Queja.

—¿Qué buscabas? — la enfrentó — ¿por qué, para que desorganizaras todo a tu paso era por qué buscabas algo?

Sin decir palabra cruza por mi lado.

—Contéstame, mamá...

—Ya basta, Piero, no dirá nada. Yo la acompañare y luego hablamos — me sugirió mi hermano.

Asentí, sin perder tiempo subí.

Al entrar me encuentro con mi cuñada y mi Nana sentadas, viendo como esa chica de piel blanca, frágil como porcelana y ojos transparentes, coloca todo en su respectivo lugar.

Me uno a ella, sonríe como si no le hubiese sucedido nada. Al terminar me agradece y sale sin más que argumentar.

—Tu madre se pasa con esa chica, tienes que hacer algo. ¿Qué hubiera pasado si Doris no llega, terminaría golpeándola o que se yo? — Naira tiene razón, tengo que colocar un alto, esto no puede continuar así.

—Hablare con ella.

Las dos mujeres frente a mi asienten dejándome sólo en la habitación, observo todo y está como si no hubiese pasado el huracán de mi madre por aquí.

Dos golpes en la puerta y una voz suave y dulce me permiten el paso. Entro, y sierra el libro frente a ella, una bandita adorna un costado de su frente.

—¿Estás bien? — afirma con un movimiento de cabeza — me disculpó en nombre de mi madre, es un tato difícil.

—No tiene por qué, solo fue un accidente, suelo ser muy torpe aún.

—No me lo pareces — se sonroja con tal facilidad, me siento a su lado — me pareces una chica muy inteligente, noble, con un hermoso corazón; como toda tu — las palabras salen sin filtro.

Sus ojos brillaron como nunca los había visto estando conmigo.

—Habla en serio ¿Sr. Piero?

Confirme lo antes dicho, notando como se removió en la silla y presiona sus labios.

Sin poder evitarlo, ni querer contenerme palpó la suavidad de estos, separándolos.

¿Así de suaves se sentirán besarlos?





¿QUE CREEN QUE PASARA CON ESTA PAREJITA?

¿SI SE ANIMARA A BESARLA?

LA PUREZA DE SU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora