Una inmensa felicidad gobernó mi corazón retumbante, al escuchar sus palabras de un futuro juntos.
Mi sonrisa lo decía todo, al saber que percibió el mismo sentir momentos atrás. Acaricio mis mejillas con suavidad, esperando por una respuesta, que él sabía pero que quería escuchar.
Piero siempre tuvo esa persuasión en mi más que nadie con él me rendí, entregándole todo sin importar que eso al final resultara en sufrimiento, ya era un sentir no conocido. No tenía mucho que perder, pero si mucho que ganar.
Gané, gané el amor de un hombre que me odio tal vez con la misma intensidad que ahora siento que me ama, por lo que no pretendo perder mi oportunidad de ser feliz y le contaré lo que he callado por días.
El miedo del tema que estábamos entablando me atemorizo en demasía, más al saber que podría reaccionar mal al decir mi verdad, pero en este momento era su oportunidad.
—Sabes que lo quiero todo contigo y, lo que sea lo hablaremos sin desconfiar, ni pelearnos ¿verdad? — Las facciones del rostro de Piero cambiaron al hablar.
Mas que una aclaración era una pregunta para estar segura. El asintió, verlo nervioso no era algo habitual en Piero, era un hombre que se enfrentaba en juzgados a asesinos, ladrones. Y en las veces que presencié los juicios con su padre, nunca vi una pisca de duda, mucho menos temor.
—Mi amor habla que me tienes de un hilo, además que también tengo algo que contarte.
Jugué con mi cabello en un acto nervioso. Piero dio un largo suspiro.
—Mi padre me dejo una carpeta y una grabación con parte de tu vida —. Abrí y cerré la boca sin gesticular palabra y el prosiguió — lo que me intrigó de saber sobre tu madre, por lo que contraté un investigador y el la encontró —. Mire a Piero pensando que me estaba jugando una broma.
Sentí retumbar mi corazón con fuerza en mi caja torácica, ¡él, la encontró, él, la busco por mí!
Era una confusión de sentimientos que no sabía si era felicidad o temor de enterarme que en verdad me abandono. Su mano se paseaba por mi espalda, en un intento de tranquilizarme, me saco de mis cavilaciones.
—Mi papá y mi tía — endureció el rostro — tenían razón en que ella me abandono —. Apretó con fuerza mi cintura.
—No, ellos mintieron y no son tu familia, solo te arruinaron la niñez — la molestia fue evidente, un respingón por el volumen de su voz lo hizo suavizar el agarre — lo siento — se disculpó — lo que me dijo el investigador es que fuiste secuestrada de la edad de cinco años y tu familia no ha parado de buscarte.
Un rayo de luz, me ilumino al saber que nunca me abandono, un sabor amargo se instaló ¿No son mi familia? Las dos personas con las crecí no son nada mío.
Eso explicaría la falta de afecto, las suplicas que nunca fueron escuchadas por qué le importaba poco, por eso su indiferencia, nunca mintió cuando me negó.
—Mi amor, ellos no son tu familia, ellos fueron los que te secuestraron, te alejaron de tu verdadera familia —. Su preocupación fue genuina.
El nudo de mi garganta se hizo más grande, mi vida fue toda una mentira. Pero ¿Quién es mi familia?
—En verdad siento mucho todo esto, mi ángel, si pudiera evitarte este sufrimiento, lo haría. Discúlpame —. Se disculpo por algo que él no tenía culpa alguna.
Negué varias veces, acariciando su rostro, la precaución era palpable.
—No tengo nada que disculparte, por lo contrario, gracias por decirme la verdad, por pensar en mí y dar con ellos, ¿Sabes quién son?
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LA PUREZA DE SU MIRADA
Short StoryUna mirada inocente, puede llevarte a pensar en los más puros pensamientos hasta los mas oscuros, arraigando sentimientos inimaginables por esa persona. ¿Pobra más el amor que el rencor infundado? ¿Será la dulzura, la ingenuidad el arma más poderosa...