Decir que no deseaba que esto pasará, sería la peor de las mentiras, por lo tanto, pecado, pero en eso era lo que menos quería pensar. Mucho menos cuando sus besos me robaban el aliento, sus caricias agotaban mis fuerzas y esa mirada en la que vi claramente el deseo de poseer lo qué nunca ha sido corrompido.
No sé en qué momento llegamos a su habitación, cuando reaccione estaba de pie frente a su cama y, mi vestido cayendo a mis pies, no tarde en sentir vergüenza por cómo me escaneaba y más por mi atrevimiento de elegir una lencería tan reveladora por seguir los consejos de Samanta.
Su paso a seguir fue besar mi rostro, seguido de mi hombro y, cada parte de mi cuerpo mientras quitaba las últimas prendas, quedando de rodillas ante mi como si de adorarme se tratara.
Un hombre de su tamaño postrado de tal manera, me hizo quererlo más.
Al incorporarse guardo mi braga en el bolsillo de su pantalón, para desvestirse ante mi atenta mirada.
Mi mente estaba en blanco, el calor recorría mi cuerpo como llama ardiente, con cada una de sus caricias, con cada marca de sus dientes provocando sensación jamás sentidas y que quería experimentar solo con él. Con el hombre que me trataba con ternura y delicadeza, pero reclamándome como suya.
Bebió de mí, todo lo que mi cuerpo le proporciono, desde esa parte que se encontraba tan sensible ante las caricias de su experta boca, hasta las lágrimas que brotaron cuando me penetró, llevándose de mi todo rastro de pureza.
—¿Te encuentras bien? Si te duele mucho y quieres que me detenga... —su rostro detonaba preocupación.
Gruño sobre mis labios cuando moví mi cadera, negué a sus palabras.
—No, ya está pasando, mi amor—. Musite al encontrar las palabras rebasada de sensaciones.
Cuando el dolor desapareció, lo besé y acaricié ya que no sabía que más hacer. Sus movimientos fueron suaves pero certeros, la molestia disminuyó dando paso a lo que me imagino es el placer.
Piero en ningún momento dejo de mirarme ni recorre mi cuerpo, en tanto yo me aferraba a su espalda.
—Piero...
No podía con lo que mi cuerpo estaba experimentando, lo escuché maldecir varias veces. Sus labios torturaban mis senos de una forma que incrementaba todo el fervor en mi interior.
Con cada estocada que proporcionaba, lo sentía más profundo, aumentando el placer. Todo para mí era nuevo, incluso los sonidos que salían de mi boca, la forma de decir su nombre, los movimientos de mi cadera tratando de imitarlo.
¡Como algo tan bello, como esto que estoy sintiendo puede ser un pecado!
No, no, puede ser un pecado, cuando dos personas se quieren y lo demuestran en un acto tan intimo como este, donde dos personas se hacen uno sólo.
Sus movimientos se vuelven más seguidos, mi interior se contrae dando paso a lo que no puedo controlar por más que lo intento, con una gran vergüenza escondo mi rostro en su pecho, embriagándome con su aroma empapándome de su sudor que hace que su piel brille, un gruñido gutural salió de su garganta seguido de sus movimientos.
—L-lo siento, no puede controlarlo, creo que me hice chichi—. Me sentí avergonzada.
Me hizo mirarlo, sintiendo como mi rostro ardía de vergüenza, me beso, en un beso más demandante que los anteriores, robándome el aliento y dejándome con ganas de más, sintiendo como algo caliente se depositaba en mi interior.
—Mi ángel, Me has hecho el hombre más feliz — dejo un beso en mis labios, para sonreír ladeado — no te hiciste chichi, eso fue tu primer orgasmo —. Sus palabras me hicieron ruborizar a más no poder.
Se tubo a mi lado, atrayéndome a él, no dude en engullirme en sus brazos y reposando mi cabeza en su pecho.
—Piero, te amo—. Me sincere.
Volvió a besarme, no espera que el dijera algo respecto a lo que en verdad sentía, yo sólo quería que tuviera la certeza de lo que por primera vez sentía por un hombre.
—También te amo mi pequeño querubín.
Sentí que mi pobre corazón, se saldría de mi pecho o peor aún no aguantaría con tantas emociones juntas en un día.
El retumbar calmado de su corazón fue el arrulló para que el sueño me venciera, la calidez de sus brazos me acobijo.
***
Despertar a su lado esta vez fue diferente, esta vez lo hacía como su mujer, mi rostro arde con recordar todo lo que sucedió anoche, pero fui la mujer más feliz en sus brazos.
Trate de levantarme, pero el agarre de la mano que tenía rodeando mi cintura me lo impidió.
Un quejido soñoliento, dio paso a unos ojos oscuros adormecidos, y esa sonrisa ladeada que tan guapo le hacía verse.
Me levanté, encogiéndome al sentir una pequeña molestia en mi zona baja.
—¿Estas bien, te hice daño? – preocupado se enderezo en la cama.
Negué, para que se tranquilizara, no mentí solo era una leve molestia.
—Estoy bien, supongo que es normal, por, por lo de anoche.
Se deslizó sobre la cama quedando frente a mí, donde yo aseguraba la sábana en mi cuerpo desnudo.
—Gracias...
Lo pronunciado me hizo mirarlo sin saber por qué daba las gracias.
—Gracias por permitirme ser yo tu primer hombre, por darme tu pureza tanto como de cuerpo y alma, por qué sé que los dos nos entregamos por completo al otro—. Sus palabras fueron sinceras.
Como no haberlo escogido a él, si es un hombre compresivo, cariñoso, atento. Se que la perfección en los hombres no existe, pero Piero para mi es un hombre perfecto.
Deje un pico en sus labios para dirigirme al baño.
Al salir, la habitación estaba sola, até la bata y salí encontrándolo en la cocina preparando café y hablando por celular.
Al verme me tomo alzándome en la isla de la cocina, donde un grito salió de mi garganta por la sorpresa, se posesiono entre mis piernas.
—Ya pedí el desayuno, no quiero que mi mujer — sonreí como boba al escucharlo llamarme su mujer — No cocine hoy lo intente ayer y, me fue muy mal — señaló su dedo cortado — aunque todo valió la pena.
—Todo estuvo exquisito, creo que te equivocaste de profesión.
Sonrió y negó varias veces.
—Dígame señorita ¿Trabajaras en el buffet cuando te recibas? — Me sorprendió, pero, sabía que esas noches en mi habitación él encontraría las evidencias, igual se enteraría tarde que temprano —. Sería el hombre más feliz, si lo haces. Papá así lo quería y pasaremos más tiempo juntos.
La dicha me sobrepasaba con demasía, al ver que mi vida estaba avanzando y todo para bien, era más que feliz.
La felicidad me acogería hasta que un nuevo, obstáculo se hiciese presente, el cuál sería superado como todos los que la vida ha puesto en mi camino.
Por ahora solo me dejo invadir del amor.
HOLA HERMOSAS, ESPERO ESTEN TENIENDO UN HERMOSO DÍA/NOCHE.
AQUÍ LES DEJO ESTE CORTO CAPITULO, ESPERO LES GUSTE.
LAS LEO EN LOS COMETARIOS Y, NO OLVIDEN VOTAR Y SEGUIRME. 🖤❤️
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LA PUREZA DE SU MIRADA
Short StoryUna mirada inocente, puede llevarte a pensar en los más puros pensamientos hasta los mas oscuros, arraigando sentimientos inimaginables por esa persona. ¿Pobra más el amor que el rencor infundado? ¿Será la dulzura, la ingenuidad el arma más poderosa...