26- SOSPECHAS

99 15 5
                                    



Celeste

Mi corazón latía descontrolado, las palabras pueden desbordar una guerra o en mi caso, brindar lo que hay en él, sin miedo. Eso exactamente, esas palabras desaparecieron el miedo que me invadió por días enteros.

Su sonrisa, me confirmo que no se arrepentía de lo dicho.

Por primera vez en los días que llevamos juntos, hoy lo siento un poco más mío, con la esperanza de que mañana será por completo. ¡Su amor por completo mío!


—¿Qué tanto quiere robar? — Me atreví a preguntar.

Embozo su usual sonrisa de lado, qué lo hace lucir más guapo.

—Todo...

—Todo lo que poseo es tuyo, solo trata de no destrozar este corazón principiante —. Me sincere.


De un ágil movimiento e inesperado, me encontré enzima del, sus manos acariciaban mis piernas desnudas. Sus ojos se posaron en mis senos que se divisaba a la perfección por la humedad de la blusa.

Palpé su pecho, pude sentir lo duro de sus músculos, mis dedos se detuvieron justo donde empieza su bóxer.

Los recuerdos de lo expuesta que me tuvo esa noche, llegaron, sentí arder mis mejillas, ese efecto que el causa en mi sin poder controlarlo.

Lo bese sin pensarlo, me he propuesto disfrutar cada momento que la vida me regala con él. Sus manos viajaron a mis glúteos, dejando un apretón en ellos, haciendo un revuelo en mi parte baja, no sé cómo explicar lo que su toqué me hace sentir, es como un cosquilleo, una corriente eléctrica que recorre desde mi columna vertebral muriendo en esa parte que se pone tan sensible.

Puedo sentir su hombría crecer, un impulso me lleva a mover mis caderas. Lo que más temo es que me vea o el me sienta torpe, a falta de experiencia.

El beso fue subiendo de tono y un gruñido tan varonil se escuchó al pasar mi mano por su prominente erección.

No podía creer que yo me atreviera a tocar una parte tan privada de cada persona, pero el fuego que recorre mi cuerpo me hace actuar sin medirme.


—¿A dónde has dejado a la chica tímida? — sus ojos oscuros, me indicaron que lo estaba disfrutando.


Sus palabras me sobresaltaron, notando en donde tenía mi mano. Su respiración errática igual que la mía, sus ojos se oscurecieron más como si fuera posible. He notado que cuando desea o estamos en esta situación, se oscurecen.

Trato de quitar la mano, como respuesta, una sonrisa, la vergüenza se apodero de mí.

Levante la mirada al tener mi mano atrapada en la suya, y de nuevo en el lugar donde hace unos segundos estaba solo que esta vez lo siento más. Nuestras miradas se encuentran, muerdo mi labio por sentir este deseo por él, pero lo que menos quiero es que el crea que estoy desesperada.

Las caricias entre los dos fueron encendiendo mi piel, exigiendo más, mis manos tomaron vida propia al momento de recorrer sus cuerpo. Sentir lo duro de su hombría en mis manos, fue una subida de confianza y seguridad.

Yo estaba provocando todo eso en él, su mirada oscura, su respiración errática. Su resistencia por no sobrepasar el límite. Límite que ya no estoy muy segura que aún no haya pasado, ya que estoy más que segura que conoce mi cuerpo por completo, lo más vergonzoso fue cuando me acostó y empezó con suaves caricias en mi espalda, y una fila de besos finalizando en mis pompis, aparte de la vergüenza, me siento más cómoda a su lado.

Si soy sincera no quería que se detuviera, sentir la delicadeza con la que exploraba mi cuerpo, un cuerpo que por primera vez siente deseo. Sentirme desea, aumenta mi seguridad, su mirada profunda y penetrante me descoloca.

Piero es un hombre que sabe lo quiere y, está acostumbrado a obtener de las mujeres lo que desea. Verlo esforzarse por no continuar, aun cuando yo estoy dispuesta a seguir, me hace la mujer más feliz, por eso solo me da a entender que en verdad me quiere.

Antes de bajar de su auto, me quita el cinturón de seguridad, dándome un casto beso, dejándome con ganas de más.

Dios que es lo que me está sucediendo con Piero, que cada que estoy cerca de él pienso de esta manera tan descarada.

¡Dios mío perdóname! Pero no lo alejes de mí.

No puedo ser más contradictoria en la petición, ya que de sobra sé que no está bien todo lo que hemos hecho no está bien visto ante los ojos de Dios.

Entramos en busca de Doris, al no encontrarla en la cocina ni en la sala nos dirigimos a su habitación con su postre favorito que compramos para ella.


—Nana ¿Te encuentras bien?

La preocupación inundo a Piero, me conmovió al verlo tan preocupado con la mujer que lo quiere como una madre.

—Si, mis niños – pronuncio cansada – solo estoy un poco cansada, la edad siempre trae consigo algún achaque.

Piero me mira por encima de su hombro al estar sentado junto a ella.

—No creo que sea eso, Doris, lo mejor sería que te llevaran al doctor mañana, llevo días notándote cansada.

—No es para tanto chico, mejor dígame ¿cómo la pasaron?

Piero y yo nos miramos y no pude ocultar que mis pensamientos se fueron a esos momentos, el me tomo de la mano sentándome a su lado en la cama, depósito un tierno beso en mis labios.

Mi cara ardía de pena por Doris que nos miraba con una enorme sonrisa.

—Mejor que nunca en toda mi vida, Nana —. Respondió Piero, sin soltar mi mano.

—Me alegro que por fin hayan dejado sus diferencias y se den esta linda oportunidad. Ustedes dos — nos señaló — el uno son el complemento del otro.

—De acuerdo contigo...

—Soy muy feliz, Doris gracias por siempre decirme que este día llegaría.

Asintió, sonriente. Un ligero apretón en mi mano me hizo levantar la mirada y sonreír cómo boba al encontrarme con esos hermosos ojos avellanas.


***

En la universidad no puede concentrarme, las palabras de Doris me daban vueltas y una duda se apodero de mí.

Escuchar que, la chica que ayuda en la casa le decía que desde que empezó a consumir el endulzante del Sr. William fue que empezó a sentir mal.

Así se empezó a sentir el papá de Piero, desde ahí se fue desmejorando poco a poco.

Una duda más se implanta en mi mente.

¿Por qué no dejaron que lo viéramos en el ataúd?

La insistencia del sr. Melquiades en no verlo me resulta sospechosa en este momento y, todo lo que sucede en su habitación. El libro, sus espejuelos, el tabaco encendido.

¿¡Sera posible!?

En definitiva, la mente y sobre todo la mía tiene una increíble imaginación.

Nada me gustaría más que todo fuera un mal chiste, pero me temo que no es así, solo espero estar equivocada con lo del endulzante. Pero llegare al fondo de rodo esto.

Lo único que me pesa, es no poder compartir mis sospechas con Piero, y rezo para que esto no sea un tema de discordia entre los dos, no me perdonaría que desempolvar y sacar a la luz, si llego a confirmar todo lo que por mi mente pasa, nos alejé por completo y vuelva a ser el Piero de antes.

Si mis sospechas son ciertas, se desatará una tormenta.




¿SERÁN CIERTAS LAS SOSPECHAS DE CELESTE?

LAS LEO EN LOS COMENTARIOS. ❤️🖤

LA PUREZA DE SU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora