33- CULPA

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El verla sonreír, con total confianza mientras su mamá contaba las travesuras de cuando era pequeña, recuerdos que relato a detalle, como si en todos estos años los atesoro. ¿Cómo no hacerlo? Yo me hubiera aferrado a estos y a la idea de encontrarla.

A pesar de estar en una charla con su ahora familia, no dejo de incluirme en su conversación, mi pecho se inflo de gozo al presentarme cómo su pareja.

¿Por qué no dijo al cómo novios?

Su mirada insegura no era por ella, si no por lo que diría o como actuaria, ¡nunca se lo he prepuesto!

—Es hora de irnos a casa.

Tres pares de ojos se posaron en Celeste que alisaba su vestido, fue de uno a otro debatiéndose en que hacer.

Aunque duela y no quiera separarme de ella, no puedo ser tan egoísta.

Si lo quieres, puedes ir con ellos. Debes querer recuperar el tiempo perdido —. Le sugerí al verla dudar, por más que no quisiera separarme de ella.

Ella sonrió ampliamente, se acercó dejando un pico en mis labios tomando mi rostro con sus pequeñas manos, Joshua se aclaró la garganta y su madre sonrió.

—¿Celos de hermano? — Su madre se burló, el brillo en sus ojos era sin igual.

—No, solo que ella es menor para él—. El disgusto fue latente.

Celeste se giró para encararlo.

—Cuando se ama no importa la edad y, con respecto a ir con ellos, no puedo — su madre entristeció — por lo del testamento, no puedo dejar la mansión—. Acaricio la mano que acuno en la suya dejándome en claro que no era lo principal para ir con ellos, tampoco quería alejarse —y no, no quiero recuperar el tiempo perdido porque será imposible, pero si crear nuevas vivencias juntos. El pasado es mejor dejarlo allí.

—Sabias palabras – interrumpió un hombre mayor, luego de unos minutos vi el parecido con Joshua – digna de llevar la sangre Allen.

Celeste, apretó mi mano con toda la fuerza que pudo, aun no se acostumbraba a que con el pasar de los minutos aparecieran más familia.

El hombre la alejo de mí, lo que Joshua sonrió victorioso, el hombre la abrazo y juraría que sus ojos cristalizaron.

—Es tu padre, mi amor—. Se acerco la mujer a ellos y acarició el brazo de su esposo.

—Mi princesa, no sabes cómo soñamos con este momento y no pienso dejarte ir, no de nuevo, así que iremos a vivir contigo o ustedes.

Su mirada amenazante no pasó desapercibida, mientras la de mi bello ángel era angustiosa.

—No hay problema que vivan con nosotros, entiendo que lo que menos quieran es separarse. No le di importancia a las amenazas lanzadas en silencio de los dos hombres frente a mí.

El hombre asintió.

El regreso a casa fue más relajado, calme la angustia de Celeste que me bombardeo con preguntas como. ¿estás seguro de poder con esto?

¿no te molesta que vivan en la mansión? Y muchas más que aclare y calle con un beso que correspondió, de ahora en adelante saldré con el chófer así puedo besarla hasta dejarla roja de vergüenza por Juan.


***

El acostumbrarnos a estar todos conviviendo en la misma casa fue un tanto incómodo al principio, más porque dos hombres me hacían las cosas difíciles con sus celos de padre y hermano, pero ellos dos no serán los que me separen de mi ángel.

LA PUREZA DE SU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora