"Dormir como un bebé."
Ha pasado una semana desde que estás atrapada en la mansión. Tal y como lo había prometido Lucifer. Aunque no todo era negativo en esa declaración. Ya no tenías hambre, pues los tres alimentos del día se daban a la hora correspondiente y debes admitir que andar por ahí sin mirar sobre tu hombro cada minuto es absolutamente agradable. También tenías a la pequeña Charlie contigo.
El dulce terrón de azúcar se había encariñado rápidamente, ahora no podías estar separada mucho tiempo y algunos días incluso tenías que dormir con ella para que no llorase. No te molesta, Charlie es encantadora, pero has empezado a notar esa mirada de Lucifer cada vez más penetrante.
¿Es acaso que no confía realmente en ti? No puedes evitar preguntar cada vez que logras captar al rey del infierno vigilandolas entre las sombras.
A pesar de los pros y contras, no es realmente desagradable vivir ahí. Nada que estuviera en la mansión te molesta realmente, lo que carcome tu mente es que no has podido saber nada de Carmilla, ni has podido comunicarte con ella. No tenías ningún mensajero y ha quedado absolutamente claro que Lucifer no te dejaría salir. Si esa magia rondando a tu alrededor significaba algo, él siempre te estaba vigilando.
Las cosas de Charlie habían llegado unos días después y ahora estabas en la habitación acomodandolas mientras la bebe juega en el piso con sus peluches.
Sientes esa sensación de estar siendo vigilada e inmediatamente sabes de quién se trata, por lo que la repentina aparición de Lucifer no te sorprende.
Lucifer se acerca a su pequeña niña que juega en el piso y la toma en sus brazos, Charlie ríe y disfruta de la atención de su padre. Parece una linda escena de familia, sientes que sobras en ese lugar. Acomodas los últimos objetos en el cajón y te giras para enfrentar a los felices padre e hija.
-Lord Lucifer, si me permite, me gustaría irme y dejarlo disfrutar con su hija.- Comentas. Recientemente también habías empezado a llamar 'Lord' a Lucifer, a falta de un mejor honorífico.
Lucifer hace una mueca, no muy segura de porqué lo hizo solo atinas a bajar la cabeza. A pesar de que la presencia de Lucifer se ha hecho más común a tu alrededor, él sigue siendo el rey del infierno y tu solo una pobre pecadora.
-Como quieras...- Contestó luego de unos segundos.
Empiezas a caminar hacia la salida, cuidando que cualquier cosa que hicieras no moleste a Lucifer.
En cuanto intentas abrir la puerta, Charlie se percata de que te vas y empieza a llorar. Lucifer trata de calmar a su hija, pero es imposible apaciguar a la pequeña que intenta alcanzarte. Finalmente el mayor se rinde, girándose hacia ti que aún no has salido.
-La niña te quiere.- Dice sin más.
Charlie estira sus bracitos para alcanzarte, suplicando en silencio para llamar tu atención. A pesar de las súplicas, tú sólo puedes ver a Lucifer quien aún tiene esa mirada sin expresiones.
-¿Vas a tomarla o no? - Lucifer habla mientras te extiende a Charlie.
Acercas tus manos con cautela y lentamente libras a Lucifer de tener que cargar a Charlie. Rápidamente Charlie se aferra a tu cuello, temiendo que si no lo hiciera tú te irías.
-Se ha encariñado demasiado rápido...- Lo oyes suspirar.
A pesar de que no haces ningún movimiento que lo demuestre, Lucifer se percata de que lo has escuchado lo que hace que el rey del infierno se vuelva un poco tímido.
-Debería irme... Tengo demasiado trabajo.- Se excusa para luego empezar a caminar hacia la salida.
Haces una reverencia cuando Lucifer pasa enfrente de ti. Charlie se percata de que su padre va a irse y no parece contenta con ello, empezando a llorar, de nuevo.
-Oh no...- Suspira -Manzanita dulce, papá tiene trabajo.- Lucifer dice mientras hace mimos a las mejillas de Charlie, importando poco o nada que ella siguiera en tus brazos.
Eso era algo de lo que también te habías percatado. En contraste sobre todo lo que esos rumores infundados decían, Lucifer tenía su lado amable y dulce, tampoco es como que llevarás conociendolo por toda una vida, pero en presencia de Charlie, el rey del infierno era solo un amoroso padre, un poco descuidado y torpe, no una bestia hecha de maldad como se aseguraba respecto a él. Al principio habías creído que tu trabajo se había reducido a la de una mascota guardiana de su hija, pero incluso has sentido que a lo largo de la semana Lucifer poco a poco te iba tratando mejor, cosa que habías atribuido al hecho de que Charlie te quería.
Lucifer se rinde a tratar de convencer a su hija y decide simplemente esperar contigo hasta que Charlie tome su siesta de media tarde.
Empiezas a mecer a Charlie y automáticamente ella se acomoda para dormir. Comienzas a tararear la canción favorita de Charlie, que resultó ser muy efectiva y a los segundos ya has logrado que Charlie cayera en un profundo sueño.
Dejas a Charlie en la cuna y te giras para ver a Lucifer solo para percatarse de que él también ha caído presa de tu melodía.
Una risita sale de ti. Jamás lo admitirias en voz, ya que probablemente te costaría la cabeza, pero Lucifer tenía su encanto adorable. Como ahora que dormía igual que su hija, como un bebé.
Tomas alguna de las mantas de Charlie y cubres a Lucifer con ella.
Observas lo pacíficos que duermen ambos rubios durante unos segundos, para luego girarte y salir de la habitación.
[Fin del capítulo 4.]
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Por alguna razón || Lucifer x T/N
FanfictionLos detalles son confusos. No recuerdas claramente como terminaste trabajando en la mansión Morningstar, pero terminaste siendo niñera de la hija de Lucifer. ¿El rey del infierno tiene una hija? Si, y aparentemente eras una de los pocos que lo saben.