Capítulo 5

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"El ángel, el pecador y el fruto."

Tan tranquilamente estaba sentado sobre el lecho, junto a él su bella esposa reposaba su cabeza en su hombro. La mujer acariciaba su vientre abultado. Había sido realmente un milagro... una criatura engendrada por un ángel y una pecadora.

El ángel no cabía de felicidad en su corazón, habían sido años y años de dolor y sufrimiento interno, finalmente rotos por la noticia de que iba poder hacer su propia familia. Iba tener a quiénes amar y no lo abandonarían como su familia original.

Tomó delicadamente la mano de su esposa y entrelazo sus dedos con los de ella, la mujer respondió dando un apretón cálido.

El ángel vio el rostro de su esposa y al instante su rostro se deformó en confusión. Ella no lucía feliz... ¿Por qué no estaba feliz? ¿Había hecho algo mal? ¿Rompió algo? ¿Qué hizo? ¿Qué?

Ante el la imagen de la mujer se rompió en mil pedazos y el paisaje antes bello se transformó en un paramo negro y lugubre. El pobre ángel quedó de rodillas en el piso, sosteniendo entre sus débiles manos el único brillo que quedaba en el mundo, uno tan pequeño que temía romperlo si hacía un mal movimiento.

–Lo siento...– Lloro ante el brillo. –Lo siento... Lo siento... Lo siento... Lo ¡siento!

El angel lloro, abrazando el único brillo que a pesar de todo no le había abandonado.

[...]

Lucifer se despertó agitado, con lágrimas en los ojos. Sin poder evitarlo tomó la sábana con la que estaba cubierto y se ocultó en ella, mientras lágrimas escapan de sus ojos.

Había noches en las que no dormía nada, de alguna manera u otra sus pesadillas siempre lo encontraban. Siempre atacaban su punto más sensible, uno que siempre causaba dolor por más que tratase de ignorarlo.

Tarda en componerse y cuando lo hace se da cuenta de que se había quedado dormido en la habitación de su hija. Hija que no estaba ahí en ese momento. Mirando al reloj recién instalado en la pared, observa que ya es bastante tarde. Ya ningún empleado deberá estar en la mansión, a excepción de una.

Talla sus ojos con frustración mientras se levanta de la silla donde había estado durmiendo, cosa que le dejó un buen dolor de espalda.

Sale de la habitación y empieza a buscar a ambas chicas con la mirada, no están en el pasillo, no están en la habitación al lado, no están...

Siente que su respiración se acelera mientras las busca por todo el segundo piso, sin rastro aparente. A este punto está demasiado agitado e incluso tiene la vista un poco nublada.

Baja corriendo las escaleras, casi tropezando llega al primer piso y revisa cada esquina, sin ver nada aun. Sus ojos empiezan a tornarse rojos y lágrimas de desesperación empiezan a salir, cuando lo escucha, una risa de bebé y una mujer adulta hablando. Lucifer sigue los sonidos y encuentra a ambas chicas en la cocina. La pequeña Charlie está sentada en su sillita, comiendo alguna clase de papilla de vegetales y delante de ella está su cuidadora haciéndola reír con algunas muecas graciosas.

Ambas están bien, riendo, pero lo más importante... están ahí.

La pecadora está demasiado concentrada en la bebé para darse cuenta del estado de Lucifer, hasta que por casualidad voltea hacia donde está y lo ve hecho un desastre.

–¡Señor Lucifer! ¿Qué pasó? -- Ella cuestionó, preocupada por el hombre delante.

La mujer toma un pañuelo y se acerca al más bajito. Duda en si limpiar las lágrimas ella misma o dejar que Lucifer lo hiciera, pero al final decide acercarse lentamente y secar las lágrimas.

–Señor... ¿Qué sucede?-- Susurra, tratando de llamar la atención del hombre que parece paralizado.

–¿Eh?-- Tartamudea, saliendo de su trance.

–Estaba llorando, señor...– Informa ella.

–Oh... No es... no es nada importante.-- Afirma.

Sientes que miente, pero no puedes seguir cuestionando.

Intenta alejar su mano, pero Lucifer la agarra, impidiendo que se alejara.

–Tienes manos pequeñas...– Lucifer comenta.

Un escalofrío recorre su columna, hay un momento en el que se siente muy nerviosa de esa cercanía, empezando incluso a sudar. Afortunadamente Lucifer la libera. Hay un silencio abrumador entre ambos, la vergüenza se combina con la incertidumbre y los corazones latiendo como si nunca fueran a volver a hacerlo. No sabían qué hacer, pero afortunadamente Charlie protesta en busca de atención de los mayores.

–Oh... Mi pequeña manzana acaramelada.-- Lucifer dice mientras se acerca a su hija para darle mimos. – Papá esta aqui.

Lucifer libera a su hija de la silla y empieza a jugar con ella. Las risas de ambos se combinan en una melodía bella, eran solo una pequeña familia de dos teniendo un momento lindo.

Nuevamente sientes que sobras ahí, así que te alejas.

–¿A donde vas?-- Oyes la voz de Lucifer desde atrás, llamando con un inusual tono amigable. –Charlie no quiere que te vayas...

Das la vuelta para verlos y de acuerdo a lo que Lucifer decía, Charlie está intentando alcanzarte.

Muestras una pequeña sonrisa antes de acercarte a ambos rubios.

[Fin del capitulo 5] 

Por alguna razón || Lucifer x T/NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora