Terry
El sol brillaba en lo alto, Terry seguía de pie. Negó con la cabeza, al tiempo que una lenta sonrisa aparecía en su rostro y el forense se alejaba. Lo siguió con la mirada hasta que se perdió por completo. Fue su turno de recargarse del tronco del árbol, le tomó un par de segundos más para recuperar el control que Finnegan le hizo perder.
Un flechazo de dolor se hizo presente y su sonrisa, como un telón después de la presentación, se desvaneció. Iba a necesitar un par de analgésicos. Suspiró. Ya pasaría. La caída por la estúpida piedra fue un inconveniente imprevisto, se distrajo al ver lo rápido que aprendía Bastian. Terry se sujetó a él en un acto reflejo porque era lo único a su alcance. Que lo hubiese arrastrado también, fue una sorpresa que aprovechó, sin embargo, era mejor que Finnegan pensara que fue intencionado.
Buscó en el suelo la semiautomática, menos mal el cargador estaba vacío y fuera de peligro para ambos. Terry había usado el sitio con frecuencia como para conocer la zona, por lo que a propósito le pidió al encargado que le cediera una de las áreas más apartadas, lejos de miradas indiscretas para llevar a cabo el intercambio y, ¿por qué no?, darle un par de lecciones de tiro.
Los resultados aún los tenía Finnegan. Por ahora, estaba a su merced. Tomó el camino corto para encontrarlo a la salida y no vio el vehículo del forense por ningún lado. Maldijo, era rápido.
¿Qué se supone que hiciera?, ¿regresar a casa? Apretó la mandíbula con la furia bullendo en su interior. Estar sin poder hacer nada era desesperante, su cerebro se negaba a descansar. Debió pedirle la información primero; era tarde para eso.
El forense no podía huir por siempre. Terry lo atraparía en un rato que tuviera la cabeza fría, por ahora se concentraría en lo demás. Observó la funda de la Glock, y recordó por qué le pidió encontrarse en el campo de tiro; a veces parecían tan dispares y sus diferencias se incrementaban porque a Finnegan le gustaba llevarle la contra, a pesar de ello no iba a dejarlo desprotegido. Tenía suficiente con una muerte flotando en su consciencia, y si estaba dentro de sus posibilidades realizar algo para evitar una segunda, lo haría.
Dada la reciente orden de la fiscal, no le era posible pararse por la Fiscalía sin una razón de peso, así que, iba a tener que buscarla. Si Andersen pensaba que esto había terminado, estaba muy equivocada. Sus instintos seguían gritando que siguiera la búsqueda. La muerte de Jacob era un aliciente que se negaba abandonar, porque ¿cómo podría dejar morir todo de esta manera? Menos si se trataba del hombre que fue su compañero en varias ocasiones en los últimos años. Necesitaba una despedida digna y no este fiasco.
Terry le dio el tiempo suficiente al culpable para esconderse. Si no podía trabajar en la Fiscalía, su energía tendría un nuevo objetivo. Es cierto que la decisión de la fiscal lo molestó al principio, pero ahora lo tomaría como ventaja. Era un cazador tras su presa, y no lo dejaría ir hasta saber cómo se vinculaba todo.
Con la confianza recobrada, se dirigió a su hogar a trabajar en ello. Quizá si todos sus datos no presentaban nueva información, necesitaba un nuevo ángulo, otra vez.
Después de agotar todas las posibilidades, las dudas aún se cernían sobre él.
¿Por qué este supuesto asesino dejó evidencia y se negaba a hablar? ¿Acaso eso no era peculiar? Podía presentarse ante él y tratar de averiguar lo que sabía; no obstante, un inconveniente es que estaba fuera del caso y sin la autoridad suficiente para interceder, a menos, claro, que lo hiciera por su cuenta. Tendría un pequeño margen para intentarlo antes de que sus superiores se percatasen.
Otro detalle es que se supone que los artículos del hombre fueron confiscados. Necesitaba acceso al área y verificar si entre estos se encontraba el móvil. Si era así, quizá ya estaba bajo investigación. Tenía que comprobarlo, las últimas llamadas podían esclarecer con quién mantuvo contacto. Cabía la pequeña posibilidad de que el verdadero asesino se hubiese comunicado con él y lo estuviese usando como chivo expiatorio.
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Muerte a cada paso
Mystery / Thriller«Las desgracias vienen de a tres» ¿Será cierto, o solo es la antesala al infierno por venir? Bastian Finnegan es un forense casado con su trabajo, o eso pensaba. No tiene mucho que se unió para ayudar en el caso que le ha puesto los pelos de punta...