Paso dos

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A pesar de lo que paso seguí adelante, tal vez debería largarme a casa, tenía las manos apoyadas en mis rodillas componiéndome de esa horrible sensación que me dejó la discusión. Robert, solo pensaba en él, no se merece esto, no tengo idea ninguna para solucionarlo.

Ahora todo me parecía estúpido, todo el tema de la venganza, incluida yo.

¡Cuando dejarás de ser tan débil! Me repuse y camine hacia los vestidores, seque esas lagrimas que no contuve y me decidí a ser una maldita. Todas tenemos una parte, así que la utilice sin más nada; calcule que, si Robert entro ahora, sería el último en salir, hasta eso, es un chico limpio y jamás se quedaría sudoroso y pegajoso.

Robert, me conoce como yo le conozco, sé que tiene razón ¿Por qué no puedo? Es lindo, guapo, inteligente, si pervertido, un poco exasperante, coqueto y a veces creído. ¿Por qué no puedo quererlo de la misma manera que él me quiere? Sus defectos son nada comparados con los míos ¿Cuál es el maldito problema entonces? Sé que cualquier chica sería feliz a su lado.

"El problema es que, no es Johnny." Me paralice, tenía razón no es Johnny, sentía los latidos de mi corazón en las sienes y en la garganta, y ahí me vinieron los recuerdos de lo nuestro, corrí como si eso alejara los pensamientos.

Me sentí aliviada por poder estar sola en ese momento, cruce hasta la parada, ni siquiera tuve que esperar el autobús llego enseguida y volví a casa, introduje mi llavee y entre, cerré y me dirigí a la cocina por una vaso de agua. Cuando estuve en mi habitación me asome a la ventana, con la esperanza de ver a Johnny, lo necesitaba ver, tome el celular enviando un mensaje a mamá avisándole que ya estaba en casa, cuando levante la mirada de la pantalla lo vi, estaba mirándome tenía las manos metidas en los bolsillos de sus jeans con una camisa a cuadros sin abotonar, podía ver su playera verde olivo y su cabello revuelto cayendo a los lados de su rostro, estaba crecido en comparación a la última vez, abrí la puertecilla, el hizo lo mismo.

--¿Puedes venir ahora?-- le pregunte, sus ojos se abrieron sorprendidos.

--Claro.--respondió, yo di un paso atrás cerrando, el hizo lo mismo entrando a su habitación, alcance a ver como salía de ella, después salió por la puerta principal y cruzo la calle hasta mi puerta.

Baje corriendo a abrirle, sus nudillos ni siquiera habían tocado cuando abrí, me aparte para que entrara, cerré la puerta tras él, pasaron dos minutos sin decirnos una palabra, se quedó esperando a que dijera algo, yo esperaba lo mismo de él.

--Aquí estoy.-- dijo al fin con timidez volviendo a meter las manos en los bolsillos.

--Perdóname todo.--dije sin contener las ganas de abrazarlo.

--¡En-encanto!-- me abrazó emocionado, su brazo izquierdo abrazaba mi cintura mientras su mano derecha subió a acariciar mi nuca--No hacía falta que te disculparas.

--Es que te extraño.--confesé--quiero volver a besarte, a estar así.

Dio un beso en mi frente, sentí su cuerpo tibio, su mano asedio por mi quijada levantando mi barbilla su pulgar acaricio mis labios, como antes. Temblé ligeramente, su dedo índice acomodó mis gafas, su mirada tenia compasión; y de repente vino a mi cabeza algo: ¿Y si ya no...?

Lo solté, me aleje dos pasos, trate de esconder la mirada cruce los brazos y aclare mi garganta.

--Lo siento, ni siquiera sé si...

--Claro que sí.--contesto al instante, subí mis ojos hasta los suyos, sonrió de nuevo.--Si te sigo queriendo, ¿cómo no voy a hacerlo? Me sorprende que tú me sigas queriendo después de todo.

--Vas a hacer que me arrepienta.--reí nerviosa.

--No lo hagas, por favor.--se acercó.

--Si estamos así, no habrá porque hacerlo.--conteste.

Sí amas a alguienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora