La raíz de su misterio

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Ahora Johnny estaba golpeado, quería verlo y dudaba en llamar y despertarlo, mientras lo meditaba me desvestía para ponerme la pijama, decidí que esperaría a mañana, me preocupaba otra persona, Robert. Algo me gritaba que le fuera a ver, aunque no me quisiera yo debía de verlo; era una necesidad. Esperé a que fuese más tarde, si él podía pasar hasta mi balcón sirviendosé de ese arból yo podría hacer lo mismo. Me quité las gafas, me cubrí con mi sudadera negra y amarré las cintas de mis zapatillas deportivas, abrí la puertas del balcón y salí, subí la barandilla de granito que tenian los dos balcones, los de la habitación de mis padres y la mia, por fortuna no estaban unidas entre si. De allí pude alcanzar la fuerte rama que rozaba la pared, son cuidado, bueno fui dando vergüenza pues tuve que sentarme y tratar de recorrer así hasta llegar al tronco. Cuando lo logré me puse de pie,  sobre la rama que llegaba a su ventana si pude caminar bien, claro con cuidado de no caer, traté de alcanzar el alféizar pero no lo lograba. Lo que me ayudó fue el acabado exterior que tenia la fachada trasera, un acabado de ladrillo que permitía apoyar la punta de mis pies entre sus uniones y así facilitarme el subir.

La ventana era corrediza, estaba medio abierta, así que solo la empuje más tratando de no hacer ruido, pase una pierna y luego otra, hice a un lado la persinana estaba medio oscuro, podia definir bien cada cosa, Robert estaba sobre la cama con los ojos cerrados y las manos sobre su estomágo, sentí el impulso de correr hasta él y abrazarlo, no lo hice. Bien ya lo ví, ahora me largo,dí media vuelta, hice a un lado de nuevo la persiana y procedí a subir mi pierna de nuevo al alféizar.

—¡Ya te vi!—Me quedé helada.

Bajé mi pierna y dí la media vuelta para verlo con mis ojos totalmente abiertos, no, no era mi imaginación y me estaba viendo con los ojos entornadosdesde su cama, me acerqué despacio como si fuese un pajarillo al que temía asustar.

—Lo siento, no quería despertarte, yo, yo...

—¿A que veniste?—me pareció pasiva-agresiva su pregunta.

—Es que, quería, quería verte.— quise "arreglar eso" que acababa de decir— ¡Bueno! o sea, ver si era cierto que te habían golpeado. Lo siento, no debí, no quise molestarte. Me-mejor me voy.

—¡No! Quiero decir, ahora que estas aquí podria..., este, podrías alcanzar mi medicina, no puedo moverme sabes.

Caminé hasta su escritorio, cuando pasé frente a su cama no pude evitar mirarlo aunque sea de soslayo, deseaba tanto abrazarlo y pedirle perdón ¡Que dispusiera de mi como se le antojara con tal de que me perdonara! me acerqué a las pastillas, Llené de agua el vaso de cristal junto a la jarra, tomé los tres frascos de pastillas y me dirigí al otro extremo de la cama, me puse de cuclillas dejando el vaso en el buró.

—¿Qué nombre tiene el medicamento que debes tomar?—le pregunté fijandomé en las etiquetas, su mano me cubrio la vista mientras buscaba asir mi mano.—¿Qué pasa?

—Perdón.— dijo con un poco de dificultad.

—¿Perdonarte? ¿De qué? Aquí quién debe perdonar eres tú. Sé por que te hizo esto Ian, prácticamente es mi culpa, por algo que me pertence, por Janis que mete la pata todo el tiempo. Se supone que ya no sería así, perdóname tú a mi por mis decisiones precipitadas que nos han traido aquí, tú golpeado y yo entrando a escondidas.

—Nos rigen los impulsos Janis, es dificíl el reconocerlo.Cuando me dí cuenta que no seguías nada de lo que habías dicho que harías me enfadé. Pues es seguro que Johnny y tú se han arreglado, el verlos en clase, como se miran todo me lo confima. Tú impulso me llevó a cometer el mio, traté de apresurar el rompimiento que estás atrasando—Levante la mirada para clavarla en la suya—No me veas así, por fa.

Sí amas a alguienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora