Cadena

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- ¿Qué haces aquí? -cuestione maravillada.

-Vine para verte, hay tanto que quiero contarte. No te vi mucho en clases y yo pensé que tal vez podíamos recompensarlo hoy. -Necesitaba fingir que estaba bien, además se lo diré, no quiero que Ian arruine esto, no quiero nada más con que lidiar, sabemos que ya es bastante.

- ¡Si de mil amores! Déjame avisar que ya llegue...

-No hay nadie, solo el perro, tú y yo.

- ¿Y cómo entraste?

-Se dónde dejan la llave, ¡No te molestes! Pero tu perro lloraba y entre para ver que tenía. Pensé que estaba atorado o herido, pero, Robert ya estaba con él, acariciándolo.

- ¿Rob estaba con Ari? -avance lanzando mi morral con libros al sillón.

-Si, al parecer tenía algo clavado en la pata. - corrí al patio, Ari se acercó cojeando. -Pobrecito, siempre te dejo solo. -acaricie su cabeza fijándome si Robert seguía alrededor - Mi papá es quien lo atiende, lo saca a pasear por las noches, corren juntos, mi mamá no lo quiere dentro de la casa, y como siempre juega solito con eso- señale las cuerdas con pelotas en el extremo que colgaban de la rama de el árbol-y con su pelota, rara vez, bueno, nunca juego con él. ¿Te molestaría quedarte acompañándome? Tengo que lavar mi ropa

-No hagas eso, vamos a otra parte.

-Si no lo hago andaré desnuda toda la semana.

-Por mí no hay problema- contesto con una risita, le golpee el hombro-Esta bien. - entre a la casa seguida por Johnny, me detuve a observarlo, llevaba un abrigo negro, una playera blanca, pantalón de mezclilla y sus botas de trabajo negras. - ¿Qué? -pregunto.

-Nada. - subí por las escaleras, baje mi ropa sucia, corrí a la lavadora y separaba la ropa. Johnny cogió un sujetador rojo.

-Vaya, este es lindo, debes asegurarte de modelarlo para mí.

-Dame eso. - se lo arrebate y lo lance con el resto.

- ¿Cuánto debes lavar?

-Es solo esto, -señale a la lavadora en función, luego camine a la cocina -ropa de cama y mis jeans. Ven, vamos a la cocina ¿tienes hambre? Hablaremos ahí.

- ¿Te sientes bien? -pregunto. Busque algo de comer en el refrigerador, encontré una cacerola con lo que parecían albóndigas y una nota de mi madre para mí, indicándome que eran mías.

-Si, cuéntame, soy toda oídos. - encendí la estufa y las puse al fuego. Me gire y puse mi atención en él.

-Bueno, primero quisiera saber a dónde estabas.

-Primero te escuchare a ti, y después tú me escucharas, no voy a arruinarte el día.

-Pero...-arque mi ceja derecha. - de acuerdo, tu ganas. Decidí que, bueno no quiero estar en el estúpido equipo, no es algo en lo que me gustaría desarrollarme, prefiero desempeñar ese tiempo en actividades que me gustan. ¿Qué opinas?

-Opino que hagas lo que te apasiona, y opino que te tardaste en decidirte. - me acerque acariciando sus hombros. - ¿Qué tienes pensado?

-Tocar guitarra y tomar clases de...de dibujo.

-Un artista. - Después de todo acerté en mi primer prejuicio: es un bohemio.

-Eso me hará terriblemente atractivo con las féminas. -bromeo.

-No solo eso te hace atractivo.

-Lo sé, es mí impresionable galanura.

-Aunque no lo creas, eres irresistible y ¡Dios! Si con el tiempo te vuelves como los vinos lloverán a tus pies.

Sí amas a alguienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora