Dayla Wilson, la hija del empresario más influyente y enigmático de Seattle, lleva una vida aparentemente común.
Como estudiante de derecho, aspira a convertirse en una de las abogadas más destacadas del país. Sin embargo, tras la fachada de normal...
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La pelea todavía seguía, miré un poco por arriba de las cajas encontrándome a Phillipe peleándose con Alexei y Andrey con Salvatore.
Mientras que los mellizos Leo y Sasha peleaban con otros hombres.
Se escuchaban disparos afuera del lugar, solo esperaba que Leonardo se encontrara bien. No lo había visto entrar antes con los demás.
Amelia y George estaban asustados por la situación que trataba de calmarlos.
—Tranquilos no os va a pasar nada, no lo permitiré—Les dije.
Ellos asintieron confiando en mis palabras pero aún preocupados por la situación. Me aseguré de mantenerlos cerca mientras buscaba una salida segura.
Mientras tanto, volví a ver encima de las cajas pero me percaté de que Darla no estaba por ningún lado. También de que Salvatore y Andrey habían terminado de pelear.
Andrey estaba tirado en el suelo con la cara golpeada y Salvatore buscándome con la mirada.
Me levanté llamándolo con un gesto rápido, indicándole que se acercara. Salvatore me vió y se empezó acercar a mí.
—¿Estáis bien?—Preguntó con preocupación.
Asentí.
—Venir os sacaré de aquí—Dijo pero lo paré un momento.
—¿Leonardo donde está?—Le pregunté preocupada por el.
—Se quedó afuera, habían demasiados guardias allá que se quedó con varios hombres intentando neutralizarlos para que nosotros pudiéramos entrar.
Más calmada agarré a George de la mano y Salvatore agarró a Amelia.
Empezamos a seguir a Salvatore mientras caminábamos hasta la puerta, los demás estaban todavía peleándose entre ellos que no se percataron de que salimos.
Pude ver que Alexei estaba demasiado furioso golpeando a Phillipe, que esperaba que no le pasara nada, al fin y al cabo Phillipe me estaba haciendo un favor ayudándome en esto.
Caminamos por el pasillo donde nos encontramos dos guardias más por el camino, pero Salvatore les disparo a ambos antes de que pudieran hacer algo. Vi como mis padres se tensaron después de presenciar aquello.
Seguimos caminando y de cómo un milagro se tratase vi a Darla correr por los pasillos hasta la puerta de salida.
Salvatore también se dio cuenta y corrimos tras ella, Darla al darse la vuelta y vernos apresuró su paso haciéndola tropezar, cayéndose al suelo.
