Dayla Wilson, es la hija del empresario más influyente de Seattle, ella lleva una vida como cualquier persona normal.
Como estudiante de derecho, aspira a convertirse en una de las abogadas más destacadas del país. Sin embargo, todo cambia una noch...
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Ya llevábamos 20 minutos de trayecto, estaba un poco alejado el club. No paraba de darle vueltas a la cabeza, a saber que tendríamos que hacer para que esa gente hablase, nada bueno, eso seguro.
—Solo tengo que girar la esquina y ya habríamos llegado—Habló Yoshi mientras conducía.
Eso hizo, giró mientras seguía recto hasta llegar a un sitio un poco alejado de la entrada del club para poder aparcar, no queríamos que nos viesen llegar, si podíamos no llamar mucho la atención, mejor.
Al haber aparcado nos bajamos del coche y empezamos a caminar hacía la entrada, no había guardas, eso era porque no estaba abierto todavía, pero para nuestra suerte la puerta estaba abierta, así que los dos entramos sin problemas.
Mientras comenzamos a caminar por el club se nos acercaron dos hombres.
—Eyy, para donde creéis que vais—Nos paro uno de los hombres.
—La puerta estaba abierta—Dijo Yoshi.
—¿Y? Está cerrado, largaos.
Los dos nos agarraron para girarnos para atrás y echarnos, pero no podíamos dejar que nos echaran, ví que Yoshi estaba sacando su arma hasta que yo por impulsiva dije lo primero que se me vino a la mente.
—Vengo a buscar trabajo aquí—Mentí.
No sé en qué estaba pensado al decir eso, hubiese sido mejor enfrentarlos, pero no, se me tuvo que ocurrir esta tontería.
Nos soltaron y aquel hombre se me quedo viendo.
—Lo hubieses dicho antes—Dijo el hombre con una sonrisa maliciosa y mirándome descaradamente.
—Entonces con quien tengo que hablar—Le dije.
—Sígueme te llevare con Katerina.
Me giré para ver a Yoshi que tenía una cara de confusión, ¿porque mierda dije eso?, a lo que aquel hombre se dió cuenta.
—El puede esperarte afuera de la puerta—Dijo a lo que asentí.
Se dió la vuelta y lo empezamos a seguir, subimos unas cuantas escaleras para luego caminar por un pasillo lleno de puertas, nos fuimos hasta la que estaba al fondo del pasillo.
El hombre tocó aquella puerta y una voz femenina se escuchó detrás de ella.
—Mira, aquí te dejo a una chica que quiere trabajar aquí—Agregó el hombre al entrar a la habitación.