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No había podido casi pegar ojo en estos días. Cinco días que habían pasado luego de haber recibido aquella cajita con el vídeo de mis padres adoptivos, secuestrados. Nadie nos había contactado ni nada para saber que es lo que buscaban al hacer esto.

Solo me dejaron la caja y ya.

¿Para que?

Para que sufriera. Eso es lo que querían. Y lo estaban consiguiendo.

La sensación de impotencia me abrumaba, no tenía ni idea en donde estaban. Ni siquiera si se encontraban en Rusia o algo.

Ahora me encontraba arreglándome un poco y intentar ocultar mi cara desgastada con maquillaje, por el insomnio.

Leonardo también me había estado ayudando a buscar por mar y tierra un lugar en donde ellos pudiesen estar. Pero al parecer no querían que los encontrásemos.

Hoy recibiríamos una visita no muy grata para mí. No después de lo que pasó la última vez que nos vimos, Leonardo me contó que había hablado con Phillipe para llegar a un acuerdo entre los dos para que no hubiesen más enemistades entre nosotros.

Ya suficiente teníamos con la mafia rusa, como para tener encima a la francesa también.

Phillipe ya lo sabía todo, Leonardo se lo había explicado, sobre que me infiltré y todo eso. Por lo que ahora sabía quien era realmente. Así que hoy él vería a una persona totalmente distinta a la que había conocido.

Al terminar de arreglarme salí de la habitación para ir con los demás.

Mientras bajaba las escaleras escuché el sonido del timbre, creo que ya había llegado. Vi a Salvatore abrir la puerta y de ahí entró Phillipe con su típica elegancia que lo caracterizaba.

Vi a Leonardo acercándose a mí.

—Ven hija, acompáñame—Me dijo y asentí, avanzando hacia ellos.

Phillipe quien estaba hablando tranquilamente con Salvatore giró su vista en nuestra dirección al escuchar nuestros pasos, y su mirada quedó puesta en mí.

—Bienvenido Phillipe, que bien que hayas podido venir—Saludó Leonardo mientras se estrechaban las manos.

—Si, me alegra estar aquí también—Respondió Phillipe, su mirada seguía puesta en mí.

—Bueno ella es Dayla, mi hija, como te comenté, ya os conocéis por otras circunstancias—Leonardo me  presentó.

Phillipe esbozó una pequeña sonrisa.

Convertida en Mafiosa #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora