quizás esta sería la mejor
venganza de todas...
al menos, probablemente
podría convencerse de ello
si se esforzaba lo suficiente.
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❝ Lute es la bottom má...
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Fue entonces cuando Lute se dio cuenta de que la estaban manteniendo en su lugar y miró inquisitivamente al ángel divertido debajo de ella.
ーSi te dejo, te montarías a horcajadas sobre mí y volverías a correrte antes de que Charlie estuviera lista.
Ella frunció el ceño, sin querer discutir el punto, en parte porque pensaba que al menos tenía un poco de razón. La idea era ciertamente atractiva.
Vaggie simplemente se rió entre dientes y la atrajo hacia otro beso, y con eso la molestia de Lute se desvaneció mientras volvía a caer en la memoria muscular distante. Hace más de un siglo, habían empezado así: besos largos combinados con caricias suaves y exploraciones, sin estar realmente seguras de lo que buscaban aparte de una intimidad que ninguna de las dos podía nombrar.
Charlie había mencionado que el sexo existía en el cielo, y así era, pero no para las exorcistas: no se les dio ese conocimiento. Quizás Lucifer tenía razón: en sus descensos al Infierno, habían invitado a la Lujuria a entrar en ellas mismas, pero se aferraban a la Castidad por alguna preferencia innata por la Virtud o, más probablemente, por confusión y miedo ante lo que provocaba la Lujuria.
Pero con Vaggie, Lute nunca tuvo motivos para temer, y ella debe haber sentido lo mismo, porque, juntas, exploraron lo desconocido. Lute adoptó un ritmo antiguo y familiar con tanta facilidad como respirar, hundiéndose en el reconfortante abrazo, sus lenguas se encontraron y se deslizaron una contra la otra mientras se perdían en la fusión de dos cuerpos en uno.
Si hubiera durado mucho más, podría haber olvidado que había un tercer cuerpo del que darse cuenta, pero la caída de la cama detrás de ella hizo que se separaran. Ambas se giraron para mirar y un fuerte y agonizante rayo de puro deseo apuñaló a Lute, desde su corazón hasta lo más profundo, mientras su boca se abría con asombro. Pensó que había visto a Charlie hambrienta antes.
Pero si Charlie tenía hambre de ella anoche, ahora estaba hambrienta de las dos.
Sus ojos eran de un blanco candente, líneas negras en sus mejillas acentuaban el hambre que mantenía a Lute en su lugar, la mirada de un depredador que había acechado con éxito a su presa. Cuando sonríe, sus afilados colmillos brillan y su larga lengua bífida cuelga para deslizarse por sus labios negros.
El negro de sus garras se extendió hacia arriba, más allá de sus muñecas, un calor infernal tejiendo grietas rojas a través de la piel, mientras se arrastraba hacia adelante, sus pechos se balanceaban con el movimiento; se había vuelto más alta, más ancha, más grande, y Lute sintió una sensación de deliciosa impotencia descendiendo sobre ella cuando esa mirada la inmovilizó en su lugar, enmarcada por un mar de oro retorcido con cuernos rojos arqueándose arriba, y podría haber jurado que había una leve corona de fuego del infierno entre ellos.
