Drew Clearwater amaba las leyendas de su pueblo. Cuando era niña, sus padres siempre se las contaban antes de dormir. Sin embargo, Drew nunca creyó que fueran reales. Nunca imaginó que una de esas leyendas cambiaría su vida para siempre.
- ¿Por qué siempre tienes que ser tan molesto? – preguntó Drew mientras me miraba con fastidio.
- Solo es un jodido día, Clearwater, es el único día que tengo libre – respondí con evidente desesperación.
La pequeña Clearwater me había interceptado antes de llegar al comedor para "organizarnos" para el proyecto de historia. Tenía mucha hambre, y que la insoportable de Drew impidiera mi almuerzo me estaba poniendo de malas.
- Ya te dije, Lahote, ese día es entrenamiento de porristas – dijo cruzándose de brazos – Deberá ser el viernes o el sábado por la mañana, tú decides – sentenció al final.
- ¡Oh, qué maravilla! – dije con falsa emoción – Yo seré quien elija qué día tendré que ver a la insoportable Clearwater.
Drew tensó su rostro y con una mirada llena de enojo, se dio media vuelta. Pero antes de que pudiera caminar lejos de mí, la sujeté del brazo y, respirando un poco, hablé.
- El viernes está bien – dije con resignación.
- No me estás haciendo un favor, Lahote – dijo Drew dándose la vuelta, zafándose con brusquedad innecesaria de mi agarre – Es la calificación de ambos.
- Soy consciente de ello – dije con una ligera sonrisa en mi rostro, acercándome un paso a ella – Aunque realmente pienso que sobornaste al profesor Jones para estar juntos, para ya sabes... pasar más tiempo conmigo, osita – Drew rodó los ojos.
- Definitivamente no tienes neuronas – dijo mi compañera viéndome con aburrimiento.
- ¡Paul! – gritó una voz irritante a mi espalda – ¡Paul, amor!
Cerré los ojos en busca de paciencia, reconociendo la dueña de la molesta voz.
- Si, bueno... supongo que eso te hace la pareja perfecta de Taylor – dijo con burla, comenzaba a caminar de espaldas.
Drew dio una rápida mirada a quien estaba ahora a mi lado y, con una sonrisa falsa, se alejó rumbo a la cafetería.
- ¿Qué hacías con la loca de Clearwater? – preguntó Taylor con disgusto, mientras acercaba su mano a la mía.
Alejé mi mano de la suya, caminando hacia la cafetería.
- No le digas así, Taylor – dije con severidad sin voltear a verla, porque sabía que, si ahora la veía, probablemente perdería toda mi paciencia.
- ¿Viste cómo me trató el primer día? ¡Literalmente brincó sobre mí como una loca! – exclamó Taylor con voz más aguda, provocando fastidio en mí.
- ¡¿Y acaso tú no hiciste nada para molestarla?! – pregunté molesto, encarándola.
Taylor parecía sorprendida por mi reacción, mientras daba un par de pasos lejos de mí. Respiré con un poco de ansiedad, buscando un poco de relajación. Últimamente me alteraba por cualquier cosa, aunque en esta ocasión, Drew no es cualquier cosa.
- ¿Por qué la estás defendiendo? – preguntó casi susurrando con incredulidad.
Parecía estar molesta, pero temerosa de cómo pudiera reaccionar. Yo también temía mi reacción, pues sentía que mi cuerpo temblaba ligeramente.
- Solo vayamos a comer – dije nuevamente, evitando mirarla, mientras caminaba con velocidad hacia la cafetería.
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