19. El llamado de las leyendas

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- ¡Esto es increíble, Drew! – dijo Embry dándome un abrazo – Te traje un regalo... Rory me ayudó a escogerlo.

- Oh, muchas gracias, Embry – respondí, haciéndome a un lado – Adelante, pasen.

Embry y Rory entraron a la casa.

- Perdón por no haber llegado antes, mamá nos pidió ayuda con algunas cosas – dijo Rory abrazándome – También te traje un obsequio.

- Muchas gracias, Rory – respondí aceptando el regalo – Y no debes preocuparte, los chicos y mis hermanos me ayudaron.

Rory asintió con una sonrisa.

- ¿Por qué siguen ahí? – dijo Dusty, apareciendo a mi lado y jalándome de la mano – Vamos a bailar.

Mi fiesta había comenzado hace dos horas y, no era por presumir, pero hasta ahora había sido un éxito. Ya había mucha gente y sabía que aún faltaban los chicos que llegaban tarde para parecer interesantes. Todos llevaban pijamas y algunas eran más creativas que otras. Sin mencionar que muchos me habían traído un obsequio.

- Hola, linda – dijo Dylan, pasando sus brazos por mi cintura.

- Hola, Dylan – respondí dándole un pequeño beso – Por fin llegaste.

- Perdón, se me hizo un poco tarde – dijo, haciendo una mueca – Pero te traje algo – me mostró una pequeña caja larga que estaba dentro de la bolsa de su sudadera.

- No debiste – dije, aceptando la caja.

La abrí creyendo que sería un collar, pues era ligera y tenía el tamaño típico de una caja para collares, pero al abrirla vi que eran chocolates acomodados en una hilera.

- Chocolates – murmuré sin apartar mi mirada de los dulces.

- No son cualquier chocolate – dijo emocionado – Estos son los mejores chocolates que probarás, los hacen en Suiza. Fueron un poco difíciles de conseguir, pero valdrá la pena cuando los pruebes.

No sabía qué decir, así que solo sonreí porque él sonaba demasiado emocionado.

- Muchas gracias, Dylan – Dylan me abrazó en respuesta.

- Voy al baño – dijo, apartándose de mí – Te veo en un rato.

Asentí sonriendo, viendo cómo se alejaba de mí.

- Feliz cumpleaños – dijo la gruesa voz de Paul detrás de mí.

Volteé a verlo y agradecí con un susurro, sin saber bien qué hacer.

- Creí que no te gustaba el chocolate – comentó, viendo la caja de chocolates en mi mano.

- No me gusta – dije, haciendo una pequeña mueca – Pero fue un obsequio.

- Definitivamente de alguien que no te conoce – dijo Paul con diversión.

Fruncí el ceño, observando los elegantes chocolates en la pequeña caja azul. No sabía por qué Dylan no conocía mi disgusto por el chocolate, tal vez nunca lo mencioné, pero me dolió escuchar el comentario de Paul.

- Yo... – Paul se aclaró la garganta, haciendo que lo mirara a la cara – Te traje un obsequio.

Paul extendió una pequeña bolsa de color verde hacia mí. La tomé sin apartar la mirada de sus ojos. Pude sentir el roce de sus dedos con los míos. Paul parecía nervioso, pero puso una gran sonrisa cuando la bolsa estuvo en mi mano.

- Ábrelo cuando estés sola – dijo aún con una sonrisa en la boca.

- ¿Qué clase de regalo es? – pregunté, mirándolo con desconfianza.

Greek God | Paul LahoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora