35. Senderos de desesperación

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Paul no había exagerado; apenas eran las seis de la mañana y ya estaba tocando la puerta de mi casa. Claro que mamá abrió, diciendo que había un lobo atropellado en la puerta de la casa, y no mentía. Paul se veía horrible.

- ¿Por qué estás aquí tan temprano? - pregunté mientras me tallaba los ojos, caminando de nuevo a mi recámara.

- Dijiste que nos veríamos en la mañana - dijo Paul detrás de mí.

Volteé a verlo, indicándole con señas que bajara la voz.

- Sí, pero me refería a una hora más razonable, no cuando las personas aún duermen - dije, cerrando la puerta de mi cuarto una vez que Paul entró.

- No pude dormir bien, Di, toda la noche estuve pensando en ti - dijo, acostándose a un lado de mí.

Ambos estábamos de frente. Él se veía más despierto que yo. Yo esperaba no dormirme mientras él hablaba.

- Bueno, ahora que estamos juntos... ¿quieres dormir un poco? - pregunté antes de bostezar.

- Bueno... estaba pensando que hablaríamos... pero si aún tienes sueño - dijo, pasando sus brazos por mi cintura para jalarme y envolverme en un lindo abrazo.

- Son las seis de la mañana, Paul - dije sobre su pecho. - Además, es domingo.

- Olvidé que la familia Clearwater no hace nada los domingos - murmuró Paul, estirando su brazo para apagar la lámpara a un lado de él.

- Vemos películas y comemos chatarra - dije, sintiendo mis párpados pesados.

Sentí el pecho de Paul vibrar mientras reía, y fue lo último que supe antes de caer dormida, sobre los fuertes brazos de mi lobo.

Al despertar, Paul aún estaba dormido. Volteé a ver mi reloj y ya eran las diez y media de la mañana. Me levanté con mucha lentitud y delicadeza, sin despertar a Paul. Quería que durmiera más, pues realmente se veía muy cansado.

- Buenos días, Di, ¿ya estás mejor? - preguntó Seth con su boca llena de cereal.

- Sí, Seth, me siento mejor - respondí, sentándome a su lado.

- ¿Quieres hot cakes? - preguntó Leah mientras batía una mezcla.

- Sí, por favor, muero de hambre - dije antes de acostarme con dramatismo sobre la mesa.

- Pero no le haré a Paul - dijo Leah, volteando la vista a la estufa.

- ¡Leah! - me quejé, sentándome correctamente.

- Él tiene manos, Drew - dijo Leah mientras vertía mezcla en la sartén - Además, no sé qué hace aquí, esta no es su casa - agregó, volteándome a ver.

Le hice una mala cara antes de poner mi mejor puchero. Leah rodó los ojos antes de volver su vista a la sartén.

- Bien, pero si pregunta, mamá los hizo - dijo mientras volteaba el hot cake - No quiero que piense que me agrada.

Seth y yo reímos mientras compartíamos miradas.

- ¡Buenos días, niños! - exclamó mamá entrando a la cocina con bolsas del súper.

Seth y yo nos levantamos a ayudarle.

- ¿Paul ya se fue a casa? - preguntó mamá, recorriendo con la vista la cocina.

- Ojalá - se escuchó a Leah susurrar.

- Está arriba durmiendo - dije, ignorando el comentario de Leah.

- Se veía muy cansado cuando llegó - dijo mamá, sentándose en una silla - Parecía no haber dormido nada.

Hice una mueca mientras asentía. Sabía que yo había tenido que ver en eso, lo cual me hizo sentir mal.

- Como sea, ya casi va a ser el enfrentamiento con los neófitos - dijo mamá, viéndonos con preocupación - Leah, Seth, sé que lo harán muy bien, pero les pido que se cuiden.

- Lo sé, mamá, nos lo has repetido mil veces - dijo Seth, avergonzado.

- Yo cuidaré de Seth - dijo Leah con burla, mientras dejaba un plato con hot cakes frente a mamá.

Seth se quejó, pero no hizo nada más que ver mal a Leah.

- Cariño, tú y yo iremos a casa de Billy junto con Emily y Charlie, en lo que la batalla termina - dijo mamá con notable preocupación en sus ojos - Jared quiere que invites a Morgan.

- Lo sé, ya me lo pidió - dije con una pequeña sonrisa.

- Puedes invitar a Dusty - dijo mamá, sonriendo un poco - El proceso de denuncia lo tiene realmente mal.

- Lo haré - dije, asintiendo.

Paul bajó casi cuando todos terminábamos de desayunar. Leah comió lo más rápido que pudo y se subió a su habitación. Seth intentaba aparentar que le desagradaba Paul, pero es Seth y su buen corazón se lo impide, por lo que habló con él más de lo que esperaba. Mamá solo se me quedaba viendo, como si pudiera ver a través de mí que le ocultaba algo, por lo que persuadí rápidamente a Paul para ir a caminar. Debía decirle ahora.

Así que ahora, Paul y yo estábamos caminando por la playa con nuestras manos entrelazadas.

- ¿En qué estás pensando? - preguntó Paul, volteándome a ver.

- ¿Has pensado en tu futuro? - pregunté sin mirarlo.

Paul soltó un par de risas sin apartar su mirada de mí.

- Lo he hecho - dijo asintiendo.

- ¿Y qué es lo que ves? - pregunté, ahora sí volteándolo a ver.

- A ti - dijo Paul con confianza, dándome una preciosa sonrisa - En todas mis versiones, estás tú.

- Paul - volteé tratando de evitar que viera mis mejillas sonrojadas - Pero ¿qué es lo que ves? ¿Una casa? ¿Un trabajo? ¿Un perro tal vez?

Paul soltó una pequeña carcajada antes de asentir.

- Todo lo anterior, contigo, mi hermosa osita - dijo acercándose a mí para darme un pequeño beso - Tal vez sin el perro.

Abracé a Paul por la cintura, escondiendo mi cabeza en su pecho, sintiendo las manos de Paul acercarme más a él. Me sentía conmovida y no sabía si era por el embarazo o simplemente eran mis tontas emociones tomando el control.

- ¿Ves hijos en ese futuro? - pregunté, escuchando los suaves latidos de su corazón.

- Definitivamente, ¿te imaginas unos mini-humanos que tengan lo mejor de ambos? - dijo con emoción - Pero tal vez cuando tú acabes la universidad, yo abra una tienda en la reserva y luego tal vez nos casemos.

Todo sonaba maravilloso, pero era después de tener algo más seguro, más sólido.

- ¿Nunca te irás de mi lado? - pregunté con temor.

- Claro que no, osita, siempre estaré junto a ti - dijo Paul, dejando un beso sobre mi cabeza.

- ¿Ni, aunque te diera una mala noticia? - murmuré, aún con mi cara sobre su pecho.

- No me iré de tu lado, Di, no debes dudar de ello - respondió, separándome del abrazo - ¿Por qué me estás preguntando esto?

Ambos nos mirábamos a los ojos. No sabía si decirle ahora, creía que era un buen momento. Yo había introducido la conversación para justamente decírselo, sin mencionar que Carlisle me dijo que, a partir de la sexta semana, justamente las que llevo, el corazón del embrión se comienza a formar, por lo que Paul en cualquier momento sabría que una nueva vida se formaba en mí.

- ¿Por qué estás tan preocupada, bebé? - preguntó Paul, tomándome de las mejillas.

Entonces mi mente dijo que no dijera nada, que estaba a días de enfrentarse con un ejército de nuevos vampiros y esto lo distraería, no lo dejaría enfocarse en su bienestar.

- Es solo que tengo miedo de lo que pueda pasar con los neófitos - dije antes de morder mi labio inferior.

- Oh, bebé, te aseguro que todo irá bien - dijo Paul, antes de dejar un beso corto en mis labios. - Saldremos victoriosos, venceremos a la vampira pelirroja y tú y yo podremos estar el resto del tiempo juntos.

Asentí sonriendo, antes de volver a abrazarlo, con un sentimiento amargo.

Greek God | Paul LahoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora