Capítulo 23

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Todo estaba ocurriendo un poco rápido pero todo el dolor que tenía dentro lo tenía que expulsar de alguna manera.

Y aunque fuera un acto muy rastrero lo que haría, Kyle tampoco tuvo miramiento por mi.

Yo tampoco lo tendría por él.

Pude haberle pedido a Damien que me recogiera en la puerta de mi edificio pero no quise.

Decidí quedar en el centro de la ciudad aunque no sabía exactamente lo que él quería hacer.

Me bajaba del autobús después de casi media hora en el trayecto y me quedé junto a la parada buscándole con la mirada.

Sacaba mi móvil de mi pantalón vaquero con la idea de mandarle un mensaje pero él ya me estaba preguntando donde estaba.

Le dije que estaba en la para del bus y me dijo que le esperase.

No sé por qué pero me entraron unos nervios tontos y no porque me gustará, sino, por qué estaba haciendo algo mezquino.

Por inercia me giraba por si podía venía a mis espaldas.

Y no me equivoqué.

Él estaba andando hacia a mí aunque se quedó parado al darme cuenta de su presencia y automáticamente sonreía ampliamente de manera simpática.

Yo dejaba mis labios entre abiertos al darme cuenta de lo lindo y juvenil que aparenta ser.

Ambos andábamos para estar cerca del uno del otro.

Me fijé como se tocaba su cabello alocado como si lo estuviera arreglando sin borrar de su rostro aquella sonrisa con encanto.

—¿He tardado mucho en venir?—pregunté.—

—No, no.—respondió, manteniendo su sonrisa amigable y se me quedó mirándome a mis ojos.— ¿Tienes hambre?—

—Un poco, si.—

—Yo también.—dijo con energías mientras se señaló a si mismo y se reía.— Hay un sitio donde venden tacos, están super ricos.—

Yo me quedé mirándole sin saber qué decir y me quedé pensativa.

Pero él empezó a preocuparse por mi silencio.

—¿Tal vez tendría que haber elegido un restaurante italiano?—preguntó con cierta inseguridad y apretaba sus dientes repentinamente.— Se que comer tacos es una idea un poco pobre pero..—

Empecé a negar rápidamente y también con más manos estando en desacuerdo.

—¡Nada que ver!—dije.— Pero es que nunca comí tacos, entonces, no sabia que decirte.—

—Oh.—dijo pero parecía más aliviado y volvía a sonreír de forma relajado.— Pues creo que te gustarán.—

Yo le sonreía asintiendo y empezamos andar a donde él me guiaba mientras hablábamos de comida.

Menos mal que teníamos algo en común..

A los quince minutos, llegamos a un pequeño establecimiento.

No había ningún cliente solo estaba el dependiente y nos adentramos en el.

Damien desvío su mirada hacia a mí, y señalaba a dos carteles amplios que había pegado a la pared.

—Venden a tacos a un dolar y hay mucha variedad.—

—¿A un dolar? Que barato..—

—Nos podemos pedir tanto como queramos, yo suelo comer mucho.—

Fatídico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora