Capítulo 61

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Le mandé una nueva dirección a Damien para que viniera a mi supuesta nueva casa, cuando en realidad, es la casa de Kyle.

No pensaba nada, tenía la mente en blanco.

Pero escuché el timbre de mi casa y abría mis ojos de par en par volviendo a la realidad.

Andaba a paso lento con inseguridad en caso de que fuera Kyle hasta llegar a la puerta y poco a poco abría la puerta con mucha lentitud.

Damien.

Él había venido.

Y todo estaba saliendo tal y como yo esperaba.

Él me saludo con una sonrisa nerviosa y yo abría más la puerta, indicándole con la mano que entrará.

Damien asintió con educación, se adentraba a la casa de Kyle aunque él no sabia que era la casa de él por qué nunca había venido.

Cuando cerré la puerta, andaba tras de Damien hasta llegar los dos al salón y él se puso a señalar a la sala.

—¿Ahora vives aquí?—preguntó mirando al salón con curiosidad y con el ceño fruncido.—

—Si.—

—¿No es muy grande para ti?—

—Ahora comparto piso con una chica de mi universidad.—respondía rápidamente sin que la voz me temblará.— Mi casero quería vender la casa y me tuve que ir.—

—Ah.—dijo sin más mientras miraba su alrededor y aclaró su garganta, me fijé que tenía sus manos metidas en el vaquero.— Entonces hoy te encuentras un poco mal ¿no?—

—Si, me duele un poco la garganta.—dije.— Pero puedo preparar café y nos tomamos una taza, aquí.—

—Si quieres lo preparó yo.—

—Está bien, yo tengo que ir a mi cuarto un momento.—

Damien se me quedó mirando con timidez al mencionar el cuarto y yo dejaba mis labios entre abiertos, acto seguido, señalé la cocina.

—Entra ahí.—

Él asintió rápidamente y yo decidí dejarle en el salón para irme a la habitación de Kyle.

Quería mandarle un mensaje a Kyle pero no quería que Damien me viera hacerlo.

Pero.. me quedé un poco desconcertada cuando vi lo que había en la habitación.

Encima de la cama se encontraba un enorme ramo de rosas rojas junto a una tarjeta.

¿Qué coño hacia esto aquí...?

Me acercaba al ramo para tomar la tarjeta y la abría para leer su contenido.

"Perdóname Dafne, te amo y eres la mujer de mi vida, siempre habrá una solución para los dos"

Leí aquella tarjeta con frialdad sin creerme absolutamente nada y negaba con la cabeza.

No hay ninguna solución entre los dos.

Fue lo que pensé mientras rompía la tarjeta en dos, y luego destrozaba aquel ramo de rosas rojas con mi propias manos hasta dejarlas en el suelo.

Me quedé mirándolas con odio, con rencor recordando lo que me hizo y suspiré profundamente.

Nunca me gustaron las rosa rojas, ni si quiera sabía el tipo de flores que me gustaba.

Me daba la vuelta para comprobar que Damien no entraba pero me quedé en desconcierto al ver un hermoso jarrón de color blanco con símbolos florales de color azul.

Fatídico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora