✭13✮

61 13 5
                                    


Victoriano vio cómo Inés se alejaba a gran velocidad, algo que no esperaba. En el coche, Inés golpeó el volante con rabia por lo que había pasado.

- Idiota, cómo había podido hacer eso, no tenía derecho. - Condujo hasta el hospital, sabía que Gabriel sabría quién era el comprador y se enfadaría. - Voy a tener que vérmelas con dos trogloditas, ¿qué he hecho yo para merecer esto?

Al entrar en el aparcamiento privado, Inés sale de su coche y mira quién está llegando también en ese momento. Pone los ojos en blanco, es tarde, no ha tenido tiempo de planear su acción con Gabriel. Inés intentó entrar antes que él, pero no pudo.

- Me lo vas a explicar bien, Inés. - le dijo, cogiéndola del brazo.

- Suéltame Gabriel, no tienes derecho a retenerme así. No es culpa mía, yo también me acabo de enterar. Álvaro me llamó hace un rato para decírmelo. - Seguía abrazándola cuando ella apartó el brazo.

- Lo hace por Inés Huerta, la doctora de su hija, ¡o por Inés en su cama! - se puso roja de ira y abofeteó a Gabriel en toda la cara.

- No vuelvas a hablarme así, no soy una puta, Gabriel Medina aquí y ahora, esta será la última vez que me hables, a partir de ahora solo nos trataremos dentro del hospital y en salas de reuniones con todo el mundo. - se da la vuelta y lo deja atrás.

Salander, que estaba entrando en el hospital, vio lo que había pasado desde lejos. Cuando Inés estaba en el ascensor, sacó la mano para impedir que se abriera la puerta.

- Sin comentarios ¡MAMA! - dijo al ver a su amiga.

- ¡La bofetada me ha dolido! - dijo riendo.

Inés fue a su despacho, llamó a todos los que pudo y a todos los que no, pero el trato no se podía cancelar ya que Victoriano había pagado la cantidad solicitada por la empresa. No se dio por vencida y pidió una reunión con el consejo de administración, prevista para dos días después.

Después de unas cuantas acciones, se dio cuenta de que no iba a conseguir nada en ese momento, recogió sus cosas y se marchó del hospital, estaba agotada porque eran más de las tres de la tarde y ya llevaba más de 28 horas trabajando.

Dejó el coche en el aparcamiento y cogió un taxi para volver a casa. En la hacienda Victoriano había hablado con su hijo, le explicó por qué Inés se había marchado así y Alejandro le dijo que estaba realmente en apuros, porque su madre había estado intentando convencer al propietario para que vendiera al personal del hospital y no a alguien de fuera.

***

- Mira, papá, si la conozco, seguro que está intentando revertir la compra por ti, y seguro que está en el hospital, pero puede que se haya ido también al piso de enfrente del hospital, porque allí tiene un despacho, con acceso a todo.

- ¡Me ha llamado idiota!

- Viniendo ahora de Inés, se lo ha tomado con calma, ¡porque ha hecho cosas peores y ha insultado feo a los médicos!

- Se ha vuelto dura y muy explosiva, la Inés que yo conocí era suave, dulce y mucho más comprensiva. - dijo con tristeza.

- Mira, papá, no sé lo que ha pasado, ¡pero creo que deberías disculparte con mi Inés cuanto antes! - dijo Constanza, mirándolos a los dos.

- ¡Creo que tiene razón, papá! - Alejandro se encogió de hombros, dando a entender que su hermana pequeña tenía razón.

Victoriano, después de escuchar a su hijo, se dio cuenta del error que había cometido, cogió la llave del coche junto con la cartera y dejó a sus hijos en la granja.

¡Enséñame cómo lidiar con esto!📖✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora