✭34✮

63 10 8
                                    

Amanecer en Boston

Gabriel se quedó mirando por la ventana de su despacho, esperando a que le llegara un correo electrónico. Miró la pantalla de su portátil y no vio nada, hasta que el sonido del mensaje le hizo volverse de nuevo. Lo miró, leyó el contenido e hizo la llamada.

- Buenas noches, ¿seguro que era él? - preguntó Gabriel.

- Sí señor, cuando investigó fue tras el señor Santos, pero su enfoque cambió cuando vio que la señora Inés estaba viva, como yo estoy aquí en Puebla, aquí todos pensaban que había muerto, algo pasó y desapareció, y este señor Guzmán se enteró de ella apenas ahora.

- ¿Y dónde está?

- Según la información que he recibido, está en Boston, porque no creo que él sepa que la señora Inés llegó hoy a México.

- ¿Inés está en México? - camina de un lado a otro. - Y este Guzmán, ¿qué hace y dónde está?

- Señor Gabriel, es letal, un asesino para ponerlo en la clasificación correcta, tengo dos exploradores sobre él. Y señor, creo que debemos mantener alerta a la señora Inés, la desea, y dado el daño que ha hecho a las últimas mujeres con las que ha estado, temo por usted.

- He visto el cuerpo de Débora y voy a hablar con Inés, manténgame informado en todo momento. - cuelga el teléfono.

Al otro lado de la ciudad, más concretamente bajando la carretera de la casa de Inés, Roberto Montesino de Guzmán iba en su coche y lo miraba todo con atención. Quería encontrar la forma de entrar para ver a Inés durmiendo, ya que sabía que Santos no estaba en la ciudad.

- Si no está en el hospital o en la finca, sólo puede estar en la casa. - Miró a su alrededor un rato más y luego salió del coche y se dirigió a la entrada del garaje.

Desgraciadamente, aquella noche las chicas que se quedaban en la casa no conectaron la alarma, y como Inés no estaba en casa, despidieron a los guardias de seguridad, un grave error de vigilancia. Y Victoriano va a pedir cuentas a la empresa que contrató.

Recorrió la casa, miró las fotos, miró cada rincón de la casa de Inés, luego subió, miró su despacho, se sentó en la silla donde Inés trabajaba.

- Ah, guapa morena, qué vista tienes de tu salón. - Luego se levantó y fue a las habitaciones, abrió las dos primeras puertas, vio que no era la habitación de Inés y se fue.

En la tercera puerta abrió, su sonrisa malvada, recorrió la habitación, miró las fotos, luego entró en el baño, miró todo y volvió.

- ¿Dónde está Inés? - Roberto fue hacia el armario, miró la ropa y vio que había algunas de Victoriano. Incluso aquí está presente ese bastardo. - Incluso aquí está presente ese cabrón.

Cogió una de sus camisas y la rasgó, después cogió una de las blusas de Inés y la olió, miró en un cajón y vio la ropa interior de Inés, sacó dos piezas, una negra y otra roja, ambas de encaje. Roberto oyó un movimiento abajo, se acercó y se quedó quieto en su habitación.

- Loca, te dije que había dejado la alarma apagada, si la señora Julia se entera nos mata. - dijo la joven.

- Peor aún, el de seguridad no ha venido esta noche, ¿creo que debería llamar?

- Creo que sí, está bien si el Dr. y la Sra. Julia no están aquí, pero la casa tiene que estar asegurada, el Sr. Victoriano volverá a enloquecer si dejamos entrar a alguien.

Oyó toda su conversación, pero lo que no sabían era que el mal personaje ya estaba allí, y ya se había llevado algunas cosas. Vio que seguían allí, decidió cerrar la puerta de la habitación de Inés, cogió la ropa de Inés y uno de los perfumes que había en el tocador e hizo lo que hace un sádico pervertido.

¡Enséñame cómo lidiar con esto!📖✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora