✭14✮

78 12 11
                                    


La niña se queda dormida junto a Inés. Victoriano se fue a hacer las cosas que había dicho. Llevaba casi veinte minutos fuera de la habitación cuando volvió, con Inés y su hija dormidas en brazos. Se quedó sentado en el sillón junto a la cama, mirando a sus dos morenas dormir. Constanza era diferente de sus hermanas, tenía el pelo castaño y los ojos oscuros y expresivos, como su madre.

Cuando Victoriano oyó llegar a sus hijos, salió de la habitación, dejando a las dos durmiendo, y se dirigió al salón, donde estaba Raúl Salander con Alejandro y Diana.

- ¿Hola, señor Santos? - dijo cuando Victoriano entró en la sala.

- Salander, sí. ¿Cómo está usted? - saludó.

- Raúl, siento venir a tu casa sin invitación, pero cuando Alejandro me contó lo de tu hija e Inés, le pedí que me acompañara para hablar con el doctor.

- Siempre eres bienvenido a mi casa, amigo de Inés, ¡eres mi invitado! - se acercó al lado de su hijo y lo abrazó, luego besó a Diana, que se unió a ellos. - Bueno, Inés está dormida, no descansó después de su turno, y ahora está durmiendo con mi hija.

- Menos mal que mamá está dormida, no lo hace muy a menudo. - dijo Alejandro.

- Bueno entonces, no la molestemos, les pediré que preparen la cena, papá, ¿algún pedido especial? - preguntó Diana.

- Alejandro, ¿qué te gusta comer? - preguntó mirando a su hijo.

- Me encanta la comida, si está buena como lo que sea.

- ¡Este se come una piedra si se la das! - dijo Raúl.

- En ese caso, le pediré que haga Mixiote, a papá y a Constanza les encanta.

- ¡La comida favorita de Inés Huerta! - Alejandro y Raúl hablaron juntos, se miraron y todos rieron.

Eran más de las 8 de la noche cuando Inés se movió en la cama y se dio cuenta que la joven la tenía agarrada, se volteó y le quitó los brazos a Constanza, la chica abrazó a Inés quien sonrió.

- Shiii, ¡tengo que ir al baño, pequeña! - dijo al oír la queja entre dientes. - Volveré más tarde.

Inés se levantó y no vio a Victoriano, fue al baño y cuando volvió Constanza estaba sentada en la cama.

- Hola mi amor, te dije que volvería enseguida.

- Lo sé, es que no estoy segura de cómo estuve aquí contigo, no recuerdo mucho, pero recuerdo que tú y mi padre me hablaron. Pero he visto que te has acostado conmigo, eso es bueno, me siento más ligera. - miró cariñosamente a Inés.

- Yo también he dormido muy bien contigo, pequeña, pero he dormido de verdad y hacía mucho tiempo que no lo hacía.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó, mirando a Inés volver a la cama.

- Cuando no estoy de servicio me quedo despierta demasiado tiempo, una rutina que he convertido en costumbre, pero no debería ser así. - Hace una pausa triste. - Sólo duermo cuando estoy agotada o bajo medicación. Y hoy sólo he dormido contigo. Y eso estuvo bien, muy bien.

- Entonces puedes quedarte aquí conmigo... - extiende los brazos y atrae a Inés hacia sí. - Somos tú y yo, mi Inés.

***

En otro lugar de la ciudad, Gabriel Medina recibe en su casa a una señora. Él la había invitado, pero no era una mujer cualquiera, era Débora Castro.

- Encantado de conocerla, señorita Castro. - le dijo, abriéndole paso para que entrara.

- Mucho gusto, es un placer Dr. Medina, ¿qué le debo por el honor de su invitación? - ella entró y miró la casa.

¡Enséñame cómo lidiar con esto!📖✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora